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Sánchez se alza leve y fugazmente la careta

Una amenaza de la que, en principio, se salvaría el Rey por su inviolabilidad. Esto es de locos. Me temo que acabaremos muy mal.  

 

Sánchez, ayer,  en la reunión del Comité Federal de su partido, explicitó su intención de vender a España para seguir en el poder. Con el cinismo y la egomanía que caracteriza su acción política, pretendió despachar tal propósito como favor que él hacía a España y los españoles: “En el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña por los hechos acaecidos en la década pasada” (sic). Con esa fraudulenta milonga, se alzaba leve y fugazmente la careta ―hasta que la cambie por otra―, a la vez que con su boca ensuciaba el nombre de nuestra Patria, al pretender colar su  dudoso interés por España como base “filosófica” para constituir un Gobierno que será forzosamente ilegítimo, al provenir del monumental fraude electoral de negar, durante la campaña para el 23-J, la posibilidad de una amnistía que no pudiera, por inconstitucional, ni tan siquiera  plantearse.  

En el colmo de la desvergüenza, en esa infame reunión, desarrollada entre los aplausos a la norcoreana de sus secuaces y palmeros, Sánchez convocó una consulta a la militancia, a desarrollar en la semana entrante: ¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria? Otro fraude en ciernes ―todo lo que Sánchez toca, en boñiga se troca―, al más impúdico estilo “tezanista”. En realidad, es un cheque en blanco, para, arrogándose un supuesto y suficiente respaldo político, dictar cualquier acción que le venga en gana para mantenerse en el poder. Si hubiera un resto de vergüenza la pregunta hubiera sido: ¿Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y proceder a la amnistía de los convictos separatistas catalanes para alcanzar la mayoría necesaria? Todo lo que no fuera eso, es pura monserga.     

El asunto tiene una enjundia infinitamente mayor de lo que algunos, consciente o inconscientemente, le atribuyen. Una amnistía a los golpistas catalanes no sería solo un primer paso hacia un referéndum de autodeterminación que significaría también una trasferencia de soberanía, una partición territorial y ―el conde de Pumpido mediante―, descangallaría el orden constitucional ¿Les suena el tema? Sí, al menos, a las FAS que, en oponerse a ello encuentran su razón de ser constitucional. Asimismo, entre otras payasadas, permitiría que Puigdemont volviera a España limpio de polvo y paja para que, desde el balcón de San Jaime, voceara el “Ya soc aquí”. Incluso, los ex sediciosos catalanes, además de obtener compensaciones económicas, podrían, tal vez, presentar demanda penal contra el propio tribunal que justa y transparentemente les sentó en el banquillo y les condenó por los “hechos acaecidos en Cataluña en la década pasada”. Una amenaza de la que, en principio, se salvaría el Rey por su inviolabilidad, prevista en el artículo 56.3 de la Constitución. Esto es de locos. Me temo que acabaremos muy mal.