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Se nos jubilan los médicos

La profesión está superenvejecida y, si no se remedia de algún modo, puede dejar al Sistema de Salud seriamente escorado de aquí a cinco años.

Se nos jubilan los médicos. Se nos jubilan muchísimos, y en poco tiempo, quiero decir. No voy a perder el tiempo con datos; está todo medido y analizado. La profesión está superenvejecida y, si no se remedia de algún modo, puede dejar al Sistema de Salud seriamente escorado de aquí a cinco años. Y, si esto es una verdad en general, en Atención Primaria es una verdad sangrante, hiriente.

 

De entrada, la sonrisa cínica de más de uno. Que esto no tiene la menor importancia. Funciona bien la tesis de que la Salud no tiene nada que ver con la asistencia médica y que la esperanza de vida media – por ejemplo – no guarda relación con lo invertido en el Sistema Sanitario. Lejos de mi intención contradecir a sus eminencias epidemiológicas. Pero, por la misma, dejen de interesarse por la lista de espera de juanetes y cataratas, por ejemplo. Sin hablar de la oncología o los transplantes.

 

La Salud importa y la asistencia médica también, me temo. Aunque la relación entre ambas diste de ser una ecuación matemática.

 

Vuelvo, pues, a la ola de jubilaciones galénicas, yplanteo: ¿no se veía venir? Y la respuesta es sí. Hasta el pobrecito que les escribe lo vio, sin tener los datos a mano. Lo veía todo el mundo. Pero sépase que somos y hemos sido gobernados por gentes que, en lo sanitario, podrían definirse por un par de rasgos. El primero es el cinismo. El segundo , la tosquedad. Y me explico.

 

A ver, que rayo ya en la incorrección política. El Sistema Nacional de Salud, o mejor, el Sistema de Taifas Sanitarias del 78 de que hemos disfrutado todos es un milagro. Una circunstancia histórica. Un espejismo. Un producto excepcional que permitió construir un Sistema sofisticado con resultados increíbles con salarios increiblemente bajos. ¿La razón? Compleja, pero me voy a aventurar.

 

Tardofranquismo, sin ir más lejos. Baby-boom y facultades de Medicina abiertas. Promociones masificadas, sin prácticas apenas. Pero nada importaba. Deterioro de la calidad docente y creación, al final de los setenta y sobre todo en los ochenta, de la gran bolsa de licenciados en Medicina y Cirugía en paro. Únelo a la incapacidad crónica del colectivo facultativo para la acción colectiva. El resultado: mucha más oferta que demanda y sueldos a la baja. Juan Simó (blog «Salud y Dinero») lo llama la época de «petróleo barato».

 

Todos la filosofía de Recursos Humanos en Sanidad Pública – y también privada – se ha generado sobre este fortísimo desequilibrio. Y ello explica el cinismo. Y la tosquedad. Tratar con desprecio a un excelente cirujano colorrectal. «Esto es lo que hay y si no te gusta, hay seis en la puerta…».

 

Un Sistema Sanitario Público Autonómico de izquierdas o de derechas, nacionalista o de lo que sea, pero caracterizado por una máximo común divisor: la patada en la boca y la talentofobia. Corroe la autoestima y que el galeno o la galena coma de tu mano. Que asuma que tiene la culpa de todo, o de casi todo. Cero reivindicaciones. Cero sindicalismo. «Mande usté…».

 

Hemos sufrido esto durante décadas, calladamente o sin callarnos. Pero, poco a poco, las cosas fueron mutando.

 

Primero, el Plan Bolonia. Son las chicas del 14. Primero, porque son mujeres en su mayoría, y segundo, por la elevadísima nota para entrar en Medicina. Todas hablan inglés. O inglés y francés. O inglés y alemán.

 

Segundo, Europa. Los requisitos para una plaza en una Facultad de Medicina. No puede ser lo que al consejero del ramo se le antoje. Quiero decir que si faltan, no puedo abrir el grifo a voluntad. El grado en Medicina está homologado y debe ser intercambiable con el grado de Frankfurt, por ejemplo. Nada de volver a la comodidad del tardofranquismo.

 

Tercero, Europa. Los sueldos europeos, que triplican a los españoles. Y los galenos españoles, que ya hablan idiomas. Europa e internet, que facilita el contacto. Vector de emigración de facultativos a Europa, que los aprecian y no los maltratan. Les pagan bien, sin cinismo ni tosquedad. Y, además, nada de actos médicos en tres minutos con un programa hostil y una jefa más hostil todavía con unos objetivos incumplibles y restricciones a la derivación a los especialistas.

 

Cuarto, España. Las taifas sanitarias, quiero decir. Que no es lo mismo ser médico en Navarra que en Andalucía. Que en Andalucía se cobra menos, sépase desde ya. Menos incluso que en Murcia, aquí al lado. Y más cosas: que en Andalucía, además de cobrar menos, se te penaliza fuertemente la compatiblidad con la asistencia privada, para intentar compesar lo que cobras de menos. Y se te restringen las derivaciones al especialista, si eres de primaria. Y otras cosas. Que hay territorios más fastidiados que otros para ejercer, vaya.

 

A todo esto, los médicos se empiezan a jubilar a mansalva. Un poco por todas partes, pero especialmente en Atención Primaria. Se empieza a hablar de «lugares de difícil cobertura» y a las administraciones de las taifas se le empiezan a ocurrir ideas geniales:

Primero, obligar a los residentes recién egresado a cubrir las áreas distantes, como si la profesión estuviera militarizada. Choca un poco con la libertad de circulación de profesionales. Rechazada por su dudosa legalidad.

Segundo, ofrecer una serie de incentivos para la cobertura de estos lugares. Incentivos «humo», si no es dinero. Y no puede ser dinero, por la rigidez de todo el modelo funcionarial. Y sin un incentivo sustancial, nadie del extranjero va a volver.

 

Tercero, traerse gente de fuera. Médicos extranjeros. Peligroso, muy peligroso. A examinar con cuidado el sistema de homologación, en primer lugar. Los responsables tendrían que explicar por qué el Sistema expulsa de facto médicos españoles, para atraerse médicos de fuera, cuya formación es objeto de duda. Aclarado lo cual, el médico inmigrante tendría todos los incentivos para largarse a una Comunidad Autónoma que le pague mejor: de Andalucía a Murcia, y de ahí a Navarra. De Navarra a Francia y vuelta a empezar.

 

Cuartoy más peligroso: delegar en los enfermeros. No entro en el problema de competencias. Se hace en otros países con suficiencia de facultativos y en el marco de colaboración, no en un país cicatero como el nuestro en el que faltan médicos de primaria con el objeto de darle al enfermero un papel marco para que acepte «la gestión compartida de la demanda» y presionarle luego para otras cosas. Sería buena idea en otro contexto. Con esta gente, no me fío. No son de fiar.

 

Termino, que me sale largo. Ya ven lo complejo. Demasiado, para esta gente, acostumbrados a pegar un zapatazo y que salgan una legión de galenos obedientes. Sé de quien tenía una buena idea para el tema, y tenía yo la ilusión de que Pedro Sánchez lo llamara para encabezar Sanidad. Rafa Bengoa: de un inviable sistema para curar a un sistema para cuidar. De un sistema basado en el hospital a un sistema basado en el paciente. En su casa y con su familia.

Definitivamente, no hay quien nos quite la talentofobia de encima.