The news is by your side.

 Socioliberalismo sostenible

O se impone la razón o seremos vencidos por el maniqueísmo de las emociones, esta es la cuestión.

 

La verdad revelada siempre aspira al poder absoluto y al exterminio del adversario, dividiendo al género humano en creyentes e infieles. El gran reto a afrontar debería consistir en perder el miedo a la violencia intrínseca del vacío.

Boualem Sansal

 

Los cambios en las urnas de los países del norte de Europa hacia nuevos modelos socioliberales y una victoria socialdemócrata de obligada alianza con verdes y liberales para gobernar, podrían estar marcando la hoja de ruta para el centro político al resto del viejo continente en un escenario postpandémico.

 

El más que probable reseteo socioeconómico en el mundo va a requerir un poder público capaz de organizar la sociedad con criterios vigorosos de eficacia y eficiencia que garanticen un nuevo estado de bienestar en un contexto de una próxima presencia de las tecnologías cuánticas que van a significar un punto y aparte para el futuro de la humanidad. La relación del hombre con la técnica deberá regularse en un nuevo tablero de juego que, sí o sí, estará inexorablemente marcado por la globalización, pero no sólo de la economía y el comercio, también de la riqueza.

 

A día de hoy sólo se contemplarían dos alternativas para la postpandemia: o es socioliberal o es populista iliberal, conservador o progresista. La que sea sentará una nueva gobernanza mundial y la consiguiente reconfiguración de las instituciones transnacionales para las próximas décadas, al menos. O se impone la razón o seremos vencidos por el maniqueísmo de las emociones, esta es la cuestión.

 

El desierto intelectual que vienen atravesando las opciones liberal y socialdemócrata desde hace no poco tiempo, ha abierto ventanas a través de las cuales se han colado los populismos del siglo XXI, que en el fondo no son más que totalitarismos, de uno u otro lado del espectro ideológico, pura adaptación a los tiempos de las ideas fascistas y comunistas. Nada nuevo bajo el sol, tan sólo que sus estrategias son ahora mucho más fáciles de implementar en la práctica gracias al vehículo de las redes sociales generalistas, siempre al mando de unos singulares especialistas de la manipulación de la comunicación, los spindoctor.

 

Liberales y socialdemócratas deberían volver a sus esencias, eso sí, “aggionándolas” al siglo y robusteciéndolas intelectualmente. No cabe alternativa democrática que no contemple la imbricación de ambos pensamientos, con un determinado margen que permitiera enriquecer sus ideas propias y no mediante una mera fusión que las entumeciera.

 

La denominación socioliberalismo -o liberalismo progresista, o liberalismo radical- ha sido siempre denostada por los puristas de una u otra trinchera, pero pienso que hoy representa la opción más inclusiva posible para gestionar políticamente el futuro tras la pandemia, lo que además permitiría dejar sin espacio a los populismos fragmentarios que en el fondo cuestionan hasta la soberanía popular en las democracias para imponer sus pensamientos autocráticos. Personalmente, me apuntaría a liberalismo progresista, pero creo que el término socioliberalismo alcanzaría un mayor grado de percepción positiva hoy.

 

Hay que superar el pasado recogiendo lo mejor de las décadas de alternancia entre gestiones públicas liberales y socialdemócratas, para incluirlo en los nuevos tiempos que vienen acelerados debido a que durante la pandemia ha impuesto su ley la tecnología como instrumento al servicio de la cultura, lo que ha permitido a la ciencia disponer de un plazo que en la práctica se ha manifestado como suficiente para ir ofreciendo soluciones al enorme problema sanitario creado a escala mundial.

 

El liberalismo ha degenerado en neoliberalismo y en iliberalismo libertario gracias a su uso espurio por parte de los grupos socioeconómicos que han hecho valer sus intereses minoritarios del día a día a los de las mayorías, mientras que la socialdemocracia ha hecho lo propio perdiendo el norte de sus esencias para caer en manos de gestores parapetados tras una casta política poco documentada.

 

Ni la tentación colectivista que tan nefastas consecuencias ha traído a nuestra sociedad condicionando la potencialidad del desarrollo de las capacidades individuales al confundir igualdad y equidad, ni la del individualismo del “sálvese quién pueda”, debería tener cabida en un futuro globalizado e intensamente tecnificado.

 

El iliberalismo subordina los hechos y la razón a la emoción tribal implementada a través de los nacionalismos y las políticas y contrapolíticas identitarias. Cuando los populistas conservadores anteponen el partidismo a la verdad, sabotean el buen gobierno y cuando la izquierda iliberal divide a las personas en castas en competencia, vuelve a la nación contra sí misma. Ambos suponen una gran amenaza para las instituciones responsables de resolver los conflictos sociales.

 

Hay que reconstruir la sociedad desde las esencias de los pensamientos liberal y socialdemócrata, tendiendo puentes de encuentro progresista para un mejor servicio a los ciudadanos, sin paternalismos, pero regulando la defensa de los intereses de las mayorias con gran respeto a los de las minorías, y depurando de tribalismo las políticas identitarias, a través de las cuales se cuelan los populismos que podrían hacer retroceder siglos el nivel de desarrollo alcanzado por nuestras sociedades.

 

La nueva normalidad tras la pandemia debería contemplar un salto cualitativo de calado del actual modelo de democracia liberal, a otro de democracia socioliberal sostenible, tanto ideológicamente, como en sus objetivos y estrategias medioambientales y socioeconómicos, basado en la comunión entre el humanismo y la fuerza de la razón, única generadora de los avances de la ciencia, incluida la técnica.

 

Es un reto arduo ya que las únicas instituciones que han prevalecido a lo largo de los siglos y que siguen disfrutando de una alta cuota de poder fáctico en la sociedad se han basado en el control de las emociones, gracias al miedo al vacío generado en las personas por la verdad revelada, pero hoy vuelven a darse condiciones objetivas que nos permitirían abordarlo de una manera mucho más viable y eficaz gracias al punto y aparte que podría representar para todos la pandemia universal de la COVID-19.

 

elmundotraslapandemia@gmail.com