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Tontos útiles

Lola Álvarez, Periodista
Lola Álvarez

Se habla mucho de ellos últimamente. No voy a decir que se hayan puesto de moda, pero por ahí anda. Y mira que son tan viejos como el mundo, tontos – y tontas-  útiles los  ha habido siempre. Bien arracimados en torno al poder de turno, sea este el que fuere, pareciera que unos sin otros como que no se hayan, oye. La insoportable levedad del ser, que diría el Sr. Kundera, D. Milán.

El otro día, un colega le otorgaba el título al ínclito García Revenga, ex secretario de la Infanta Cristina, tesorero en su momento de esa empresa, o lo que fuese, llamada Noos, y durante más de dos décadas personal adscrito a la Casa Real por razones que su currículo no llega a explicar muy bien del todo.  En estos días de paseíllo judicial allá en las Baleares, vino a decir lo de siempre: que él no sabía nada de nada, que solo hacia lo que le decían y sin rechistar. Efectivamente, marchando otro tonto útil, y van…

Porque de éste, y alguna otra, sabemos porque sale en la tele y lo comentamos en los medios, pero ¿y de todos esos de los que no se habla, pero ejercen? De todos esos, que usted y yo bien conocemos, que llevan toda la vida ejerciendo de tonto útil, y no veas el rédito que le ha sacado al puesto.

En estos días de paseíllo judicial allá en las Baleares, vino a decir lo de siempre: que él no sabía nada de nada, que solo hacia lo que le decían y sin rechistar. Efectivamente, marchando otro tonto útil, y van…

¿Cuántos pesebres repartidos tienen al frente uno de estos? Si, de estos tontos útiles para quienes allí los colocan porque si tuviera que ser por ellos mismos ni en sueños llegarían a donde hoy se encaraman.

Haga un repaso, mire a su alrededor y ya verá como le van saliendo, no le digo como chinches pero casi. Debajo de cualquier prócer de medio pelo, profesional sobrado o pseudo empresario venido a más y, muy especialmente, en la antesala de cualquier cargo o carguillo político del color que sea. A mayor nivel del cargo, mayor número de tontos útiles rodeándole y mayor tonteo que se gasta el tonto. Vienen a ser como aquella camada de mafiosos que rodeaban al Don de turno, pero sin ametralladoras. Lo que diga el Don o la Doña (que de todo hay) va a misa aunque para ello tengan que vender a su madre.  Lo suyo es poner la cara y despejar a córner, a costa de lo que sea, para mayor gloria de quien le ha puesto donde está y mientras le garantice poder seguir chuleando. Ahora que salen tantos papeles de tantos sitios, ¿no habrá nadie que filtre la lista oficial de tontos útiles?

Hace unos años, antes de que llegara la crisis, en una esquinita de papel que por entonces tenía en el ABC de Sevilla recuerdo que escribí sobre los “corchos”. Ya saben, esos especímenes humanos que poseen la extraña habilidad de mantenerse a flote siempre, caiga quien caiga, reine quien reine, sin mayor bagaje que su falta de escrúpulos para ponerse al servicio de quién mejor le pague. Recuerdo que fue un artículo muy celebrado. Hoy, veo asomar a muchos de estos tontos y tontas útiles entre aquellos corchos. Tendré que rescatar del olvido el artículo, veo que sigue estando muy vigente.

Lola Álvarez