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Tras la moción, palabras mayores

Qué lejos estamos de aquel engolado de Sánchez ”hemos vencido al virus”. El estallido social está en el alero. Son palabras mayores.

 

Rechazada la moción de censura de VOX a Sánchez, las opiniones van desde que ella ha servido para clarificar el escenario, hasta que no ha servido para nada. Se percibe cierta atmósfera de desilusión, incluso de velatorio, en sectores ideológicamente afines a aquel partido. Pero ¿es que alguien esperaba otro resultado, si estaba cantado? Lo único cierto es que, con la moción, siendo Sánchez su ganador aritmético, fuera Casado quién más ganase.

 

VOX cometió un doble error de calado: atacar a la UE. Desacierto estratégico, porque con ello repudió al objetivo de mayor consenso nacional desde la muerte de Franco. Y desatino táctico, por lo inoportuno de un ataque ―los tiempos son esenciales en política―, estando a la espera del “rescate” europeo. Tras el brillante discurso de Casado, buscando el centro y soltando lastre por estribor, Abascal acertó asegurando que VOX no retirará el apoyo que viene dando a los gobiernos autonómicos de la derecha. Claro que, al igual que sucede con los podemitas con el sanchismo, VOX podría razonablemente exigir su entrada en la coalición de los gobiernos que apoya, en proporción al número de votos obtenidos. En tal hipótesis, sería curioso, por ejemplo, ver qué haría Vellido Aguado en Madrid.

 

El Ilegítimo lo tuvo fácil. Pero, diciendo en el Congreso que “los españoles están aquí representados por su voto”, obliga a recordarle lo falaz de tal afirmación. No me cansaré de insistir en que el voto, para ser democrático, debe ser libre, secreto e informado. Y, en las últimas generales, se hurtó la tercera condición a muchos cientos de miles de votantes que creyeron firmemente que Sánchez ―como éste se hartó de repetir durante la campaña―, nunca se coaligaría con Iglesias. Una estafa que hizo que la investidura fuera aritméticamente legal pero moralmente ilegítima. Porque ―amigo Miguel―, aunque estoy de acuerdo con que “en política, la aritmética manda”, manda legítimamente solo si los números han sido democráticamente alcanzados. Lo que no es el caso. Por eso, el poder, Sánchez no lo ostenta, sino lo detenta.

 

No obstante, la moción podría haber servido para vehicular un nuevo escenario de entendimiento político entre el sanchismo y el PP. Eso apuntaría hacia el bipartidismo, siempre mejor que el resignado desbarajuste autonómico que sufrimos. Pero tengo el pálpito que pronto vendrá una nueva definición de segundo, como unidad del tiempo: el que transcurra entre que Casado se oponga a alguna pretensión de Sánchez y éste exhiba la foto de Colón.

 

En fin, lamentablemente, la pandemia sigue haciendo estragos. Volvemos al estado de alarma y durante mucho tiempo. Qué lejos estamos de aquel engolado (Sánchez en el Congreso) ”hemos vencido al virus”. El estallido social está en el alero. Son palabras mayores.