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Un anciano en la cárcel

Un anciano que se encuentra de madrugada a una persona en su casa, si tiene un arma, lo proporcional es usarla.

 

Ciudad Real, 1 de agosto, 2,30 de la madrugada. Un anciano, 77 años, tras escuchar ruidos y ladridos de una perra que lo acompañaba coge su arma (que tiene legalmente) y se encuentra a una persona en su vivienda. En defensa propia dispara contra el intruso causándole la muerte. En una decisión judicial incomprensible, el anciano ha sido enviado a prisión provisional por el juez/a que conoció del asunto. El juez de turno seguro que en teoría sabe mucho de leyes, pero las aplica con el sentido común de un gorrión. Una interpretación incomprensible de la ley que genera alarma social por tan evidente injusticia. 

 

La prisión provisional no tiene ningún sentido ni justificación legal en este caso. El anciano no se va a fugar ¿dónde iba a ir a esa edad?, tiene arraigo en su ciudad, no puede destruir pruebas… ¿Dónde se fundamenta su ingreso en prisión provisional? De la víctima señalan que era inmigrante ilegal con numerosos antecedentes por distintos delitos, entre ellos robos en domicilios. Un inmigrante ilegal que lleva años en España cometiendo delitos por los que ha sido detenido en numerosas ocasiones debería haber sido expulsado a su país. Si dejas a un inmigrante en España y no le das permiso de trabajo ¿cómo crees que va a vivir? Así se fomenta la delincuencia. Si es cierto que había sido detenido dos días antes por la Guardia Civil en Daimiel robando en una vivienda, y en junio con una furgoneta robada con la que intentó atropellar a un ciclista, los políticos, por negligencia irresponsable haciendo malas leyes, y el juez, por aplicarlas injustamente, merecerían ir a prisión antes que el anciano. 

 

Entiendo el principio de proporcionalidad aplicado a las fuerzas de seguridad y a la ciudadanía. Es elemental en cualquier sociedad civilizada. En el caso que nos ocupa, un anciano que se encuentra de madrugada a una persona en su casa, si tiene un arma, lo proporcional es usarla. ¿O espera a conocer las intenciones del ladrón? ¿Le pregunta si lleva cuchillo, palo u otra arma, o si va desarmado y qué intenciones tiene? ¿Qué proporcionalidad puede haber entre un anciano de 77 años en su casa y un chorizo de 35 que entra a robar, sin saber hasta dónde está dispuesto a llegar para conseguirlo? ¿Quién no ha leído casos de asaltos a viviendas con fuertes palizas y graves lesiones a los inquilinos? En una situación de riesgo y estrés se producen reacciones por miedo insuperable, que hacen imprevisible la conducta. Enfrentarse a una persona que está accediendo a tu vivienda de madrugada cuyas intenciones desconoces convierte en proporcional cualquier respuesta. Los jueces deben tener muy claros algunos conceptos y si la ley no es suficientemente clara, los políticos deberían cambiarla. 

 

Cuando defenderte en tu propia casa de un delincuente que pretende robarte, y no sabes si matarte, te lleva a la cárcel, el Estado de derecho sale por el desagüe. Pedro Pacheco, exalcalde de Jerez, tenía razón cuando dijo que “la justicia en España es un cachondeo”. Cualquier persona decente con independencia de su ideología, si se encuentra de noche en su casa a un intruso exige un Estado con leyes que lo protejan y le permitan defenderse, poder reducirlo o hacerlo huir ya sea usando un arma de fuego, cuchillo, a palos, hostias, patadas, o “bocaos”. Y todo ello es proporcional porque cualquier violencia que se use en el domicilio propio contra un intruso, que puede poner en riesgo tu vida y la de tu familia, debe considerarse proporcional y amparada legalmente como legítima defensa.