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Una semana cargada de política (interior y exterior)

Está anunciado que, el martes 28, el Gobierno acordará reconocer el llamado Estado palestino.

 

Afrontamos la última semana de mayo  que se presenta muy cargadita. Está anunciado que, el martes 28, el Gobierno acordará reconocer el llamado Estado palestino. Asimismo, el miércoles 29, se cumple el plazo por el cual Sánchez ya podría disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Y, al día siguiente, está programado que el congreso de los diputados apruebe finalmente la ignominiosa ley por la que, respondiendo exclusivamente a los intereses particulares de Sánchez, el pueblo español amnistíe y pida perdón a golpistas, malversadores y sediciosos catalanes por haberles perseguido por sus delitos.

Lo del Estado palestino tiene su mandanga. Después de trotar por esos mundos buscando apoyos, Sánchez solamente ha logrado arrastrar la compañía de dos países no excesivamente notables, Noruega e Irlanda. Con ello ha introducido un relevante elemento de incoherencia en el seno de la Unión. Además, el tema ha favorecido la enésima trifulca en el interior del Gobierno, tras las declaraciones de la Yoli, vicepresidenta 2ª, por aquello de Palestina, el río y el mar. Ya es un rito casi semanal que el incompetente y petulante ministro de exteriores, Albares, tenga que comparecer públicamente para reafirmar que la política exterior es competencia exclusiva de Sánchez y de él mismo. Hábito que certifica lo caricato del Gobierno que padecemos.

Por cierto, ello mueve a recordar seis pilares imperecederos de la política exterior española: Hispanoamérica, Magreb, Gibraltar, EE. UU., Unión Europea y Oriente Próximo. En Hispanoamérica está, entre otras, la trifulca nada menos que con Argentina (incluso, “retirando definitivamente” a Mª Jesús  Alonso Jiménez, embajadora en Buenos Aires, aunque no se sepa bien qué significa eso porque, salvo error u omisión, no ha sido todavía cesada en el BOE). En el Magreb ni te cuento. En el tema Gibraltar el ministro opera como marioneta de Picardo. Con EE. UU. parece que algo mejor, pero la deriva gubernamental anti-Israel pasará factura por ambos lados. Con la UE lo dicho. Al menos, en Oriente Próximo, el Gobierno cuenta con el ubérrimo apoyo de Hamás y los talibanes. Todo un récord.

Lo de disolver las Cortes ―que nadie se asuste―, parece un espejismo bien que, con ello, Sánchez, de un plumazo, resolvería muchas cosas. Por ejemplo, que al día siguiente no se aprobaría la ley de amnistía. Claro que Puigdemont podría adelantársele concitando una moción de censura, que impediría la disolución de las Cortes. No sueñen. A pesar de que este Gobierno se haya mostrado incapaz de gobernar, es extremadamente improbable que Sánchez se plantee adelantar elecciones generales, hasta que tenga la sensación de que, tras ellas,  pudiera armar un nuevo Gobierno. Lo cual, en este momento, parece ilusorio. Quizás en otoño…