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Vinos famosos y vinos de famosos

Actores, cantantes, aristócratas, deportistas de élite… Todos han pugnado por pertenecer a este selecto círculo, y no sólo en España

 

Hay vinos que consiguen la fama a base de años y años de buenos caldos; seriedad y profesionalidad, el fruto del trabajo bien hecho.
Hay otros que nacen ungidos por un halo de calidad fruto de una cuidadosa y meticulosa operación de márquetin. Evidentemente, si no responden a las expectativas, el ídolo de pies de barro se derrumba, pero si detrás de ese escaparate primero hay esencia, se acorta el camino del éxito, pero, cuidadito, que hay que seguir caminando añada tras añada.

 

También están los que podríamos calificar directamente de míticos. Bodegas y marcas que ya se han ganado un lugar de privilegio en el reino de Baco. Si pronunciamos las palabras Vega-Sicilia, por ejemplo, se nos viene a la cabeza un flash de calidad y tradición; sin embargo la historia reciente de la bodega es bastante convulsa: compras, ventas, cambios de propietarios y de criterio; pasó a manos venezolanas, a un gran grupo empresarial, peleas familiares por el control… En definitiva, un caldo de cultivo perfecto para un auténtico caos a pesar de lo cual el mito sigue vivito y coleando, Tuve la oportunidad de visitar la bodega. Si tengo que resumir esa experiencia en una sola palabra, ésta sería EVOLUCIÓN. Ir cambiándolo todo, despacito, para que todo siga igual.

 

Y me queda una última categoría: los vinos de famosos. Parece mentira lo que una simple preposición puede hacer cambiar las cosas. Ha habido una época bastante reciente en la que el negocio del vino ha sido boyante; muchísimo. Había gran demanda, dejaba dinero y proporcionaba glamur. Al igual que se puso de moda hacerse diseñador o diseñadora para rentabilizar la fama y ganar un dinerillo extra, lo de entrar en el mundillo del vino proporcionaba rentas e imagen. Los batacazos han sido mortales.

 

Nunca me ha gustado la expresión “industria del vino”. Me ocurre lo mismo que con la de “fábrica de jamones”; no responden a la realidad, dan una imagen de producto manufacturado muy lejos del espíritu artesanal y aventurero que se le supone a unos manjares tan exquisitos.

 

Actores, cantantes, aristócratas, deportistas de élite… Todos han pugnado por pertenecer a este selecto círculo, y no sólo en España: Pitt, Jolie, Depardieu, Coppola y muchos más apellidos ilustres se han atrevido-estrellado con el vino. Una cosa es prestar tu imagen a un producto presumiblemente acorde a ella y otra muy diferente involucrarte en el proyecto.

 

Se me viene a la cabeza la imagen de Joan Manuel Serrat, un enamorado del tema. Entró como socio en una bodega del Priorato, Mas Merinet. Producían unos vinos muy buenos a precios competitivos para ser de la zona que eran. Me consta que el cantautor se involucró en el proceso, le gustaba el tema. La banda sonora de la página web era una versión instrumental y electrónica de su “Mediterráneo” realmente preciosa. Tenía todos los ases en su mano para triunfar, pero algo sucedió y el proyecto sucumbió.

 

Ya que hablamos de Serrat y los vinos del Priorato, hace muchos años compuso una canción a ritmo de rumba en la que se hablaba de “media botella de priorato” en el canasto de un obrero. Curioso el devenir de estos caldos: de vino barato para albañiles a producto de culto.

 

El actual duque de Alba “cedió” el título que ostentó durante muchos años, duque de Huéscar, para un vino riojano. Los Bosé, Iniesta, Osborne, Banderas, Iglesias y demás también sucumbieron a la tentación, pero ya casi nadie habla del tema ni ellos lo promocionan. Zapatero a tus zapatos. Y en cuestión de vino, donde se ponga alguien apellidado Muga, por ejemplo, que se quiten todos los Dylan del mundo. Los resultados no están flotando en el viento, sino enredados en las raíces de la tierra y, por muy bien que usted cante o diseñe, la vinicultura es otra cosa; y muy seria.