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Cuando España reviente

El PSOE sanchista se equivoca. Una nación que se rompe cambia prosperidad por ruina y  caos. Si España revienta lo pagaremos todos.

 

Los militantes socialistas han aprobado formar gobierno con el comunismo populista del siglo pasado y dialogar con el independentismo, la extrema derecha supremacista catalana. Algo conozco de cómo funciona el PSOE. Sobran funcionarios de clase media pijoprogres,  apesebrados, nacionalistas acomplejados y faltan obreros españoles.

He sido afiliado al PSOE entre 1983 y 1991. Me fui cuando Corcuera, Serra, González, Roldán y los generales encarcelaban y expulsaban a guardias civiles por defender el derecho a asociarse. España hizo justicia a los militares de la UMD que actuaron antes de la Constitución, ilegalmente, mientras estos guardias civiles que actuaron ya aprobada llevan 25 años expulsados. Tengo amigos entre ellos. José Piñeiro, José Morata y Manuel Rosa siguen exigiendo justicia, y Manuel Linde ya murió. La ministra de Defensa, Margarita Robles, los ha recibido recientemente y apoyado que se resuelva su situación. El largo periodo del Gobierno en funciones y las turbulencias anteriores han impedido avanzar en esta materia, una asignatura pendiente de la democracia y del PSOE, que los persiguió y expulsó.

 

Participé en los programas electorales de Interior del PSOE del año 2000, pacto de Almunia con Frutos, y en 2004 cuando ganó Zapatero. Volví al PSOE en 2005 por los escraches a Zapatero mientras sonaba el himno a los caídos y por manifestaciones que encabezaban obispos contra avances sociales. Defendí en medios de comunicación en los que escribía a Pedro Sánchez frente a Susana Díaz. Me fui definitivamente nada más leer a Sánchez que en España había cuatro naciones: Cataluña, País Vasco, Galicia y España. He visto a un chaval de las juventudes de menos de 20 años hablar con incontinente verborrea sin decir nada, como si oyeras a Verónica, la “máxima autoridad”, o cualquiera de quienes subieron al coche rozando la mayoría de edad y ahí siguen 30 años después. Un aprendiz de político con lenguaje hueco, vacío, uniforme, impostado, que se llevó gran ovación de los asistentes mientras yo abandonaba la asamblea para no volver nunca más. El cáncer de nuestra clase política: las juventudes de todos los partidos donde aprenden a mentir con cara de cemento. Donde aprendió Pedro Sánchez. Un sistema que alienta a los ególatras ambiciosos sin escrúpulos. Es la casta política española.

 

El fragor de los problemas cotidianos, el paro, los hijos, los estudios, el trabajo… la saturación de información, mucha manipulada, impide analizar la situación con perspectiva. Nuestra historia más reciente, la de la dictadura y la Segunda República no parece que nos haya enseñado nada.

 

Nos dirigimos hacia una época de endeudamiento, de cercenar derechos y libertades, de imposición de dogmas sectarios de una parte de la sociedad a otra lo que provocará conflictos. El enemigo de la democracia hoy en España no es Vox, por más que el mafioso pensamiento único lo utilice para disimular sus vergüenzas, y por más que Vox pretenda imponer valores religiosos respecto al aborto, el matrimonio homosexual, el cambio de género… a una amplia mayoría social, inaceptable en este tiempo y en este país. El problema como Estado nación, el que acaba con la prosperidad, el Estado de bienestar, precariza las pensiones, la sanidad, la educación y la igualdad entre los españoles es el nacionalismo y el comunismo estalinista bolchevique de Podemos y su comparsa, Izquierda Unida. Y la contaminación del PSOE con su caballo de Troya, el PSC. El PSOE sanchista se equivoca. Una nación que se rompe cambia prosperidad por ruina y  caos. Si España revienta lo pagaremos todos. Primero los pobres, los jubilados, las mujeres, después los demás y en el futuro, nuestros hijos y nietos.