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De armas tomar

Lo de las armas para Arabia Saudí empezó oficialmente con una carta del príncipe heredero,  Mohamed Bin Salman, al ministro español de defensa, Pedro Morenés.

 

Las primeras sufridoras de cualquier guerra son la verdad y la población. Así sucede También en la guerra civil en Yemen, una manifestación del recurrente conflicto intra-musulmán por la supremacía islámica, entre chiitas (encabezados por Irán) y sunitas (encabezados por Arabia Saudita, AS). Un conflicto que se remonta hasta el fallecimiento de Mahoma y sirve de telón de fondo del enorme guirigay formado recientemente en España, por la suspensión de la venta a AS de las llamadas “bombas de precisión”. Ha habido demasiada desinformación sobre ello y conviene aclarar algunas ideas, ahora que, tras grandes esfuerzos diplomáticos y contactos a todos los niveles, parece encarrilado un problema que podría haber tenido muy malas consecuencias económicas y sociales para, entre otros, Andalucía .

 

El tema de las armas para AS empezó oficialmente con una carta (agosto de 2015) del príncipe heredero y ministro de defensa de AS,  Mohamed Bin Salman, al ministro español de defensa, Pedro Morenés.

 

En tal documento se solicitaba la  trasferencia de las armas de marras. Se trataba de un paquete de 100 GBU-10 (1000 kg la unidad) y 300 GBU-16 (500 kg la unidad). La transacción se  aprobó en España como acuerdo entre gobiernos (o, si se quiere, entre estados) y no como mera “comercial direct sale”, a un precio oficial “razonable” de 9,2 millones €(unos 23.000 €por bomba). Dejo de lado ―lo que no es poco dejar―, muchas cuestiones que curiosamente ningún medio español se ha atrevido a plantear, sobre el papel de España en una transacción a terceros de armamento norteamericano (Raytheon). Algo que ―ojo al dato―, nunca podría aprobarse sin la aquiescencia explícita de EE UU. Y no me parece de recibo hablar de excedentes del Ejército del Aire español ―que no es el rey Midas precisamente―, cuando estamos hablando de 250.000 kg de “surplus” de bombas con guiado laser.

En la decisión de la ministra de defensa, doña Margarita Robles, de suspender la acordada entrega de las armas se dieron, al menos,  dos errores de bulto. El primero ―que apunta a una falta grosera de coordinación gubernamental―, fue no comprender que se trataba de un fenómeno muy complejo, un asunto “de estado”, que trascendía sus competencias pararlo. Y el segundo fue pregonar a bombo y platillo tal decisión ―posiblemente mal asesorada por el órgano de comunicación del Ministerio―,como si se tratara de un gran logro, dejando por los suelos a AS. Cuando inmediatamente el embajador de este país, como era lógico y esperable, enseñó los dientes mirando hacia La Tacita de Plata, empezó la escandalera: astilleros de Navantia en  pié de guerra, guirigay de informaciones contradictorias en los medios y emisión de comunicados absurdos por partidos políticos.

 

Naturalmente, la presidenta andaluza, doña Susana Díaz, en legítima defensa de los intereses andaluces, se caló la peineta a guisa de casco de guerra y levantó la voz. Vaya, que hasta el alcalde de Cádiz, “el Kichi”, de incontestable vitola podemita, saltó a los medios defendiendo, por encima de cualquier otra consideración moral, los contratos de fabricación de cinco corbetas para AS que estaban en peligro.

 

Explicó que 400.000 familias de la Bahía de Cádiz dependían del trabajo en Navantia, y terminó diciendo que “él antes era un ingenuo”. Un remate tan glorioso que ni el mismo Lagartijo se habría atrevido a hacer.

Y es que, acudiendo al artificio óptico del sólido consejero de economía de la Junta andaluza, don Antonio Ramírez de Arellano, pienso que los fenómenos complejos han de verse no solo con las gafas de ver de cerca, sino especialmente con las de ver de lejos. Además, la escolástica “recta ratio agibilium”, la prudencia, es virtud indispensable en quien ostenta altas responsabilidades,  y cuyas decisiones tienen necesariamente enorme trascendencia. Entendiendo que el rasgo ideológico es parte sustancial de la acción política, no dejo de percibir que en la gestión inicial de la denuncia ha habido, en definitiva, exceso de dogmatismo y déficit de pragmatismo.

Sin ser particularmente forofo del régimen saudí ni de sus métodos, reconozco que me irrita oír cómo algunos, especialmente ONG,s, engañan a la opinión pública menos avezada en la valoración de los hechos. Acusan directamente a AS de haber desencadenado la guerra en el Yemen, o de sostener con el apoyo de otros países una guerra que solo sirve para matar a civiles yemeníes, o de realizar alegremente embargos y bloqueos para el sufrimiento de la población yemení. Desvergonzadamente, aquéllos ocultan la Resolución 2216 (2015) del CSNU que empieza señalando cómo el Presidente del Yemen “ha solicitado al Consejo de Cooperación de los Estados árabes del Golfo y la Liga de los Estados Árabes que presten apoyo, inmediatamente, por todos los medios y medidas necesarias, incluida la intervención militar, para proteger al Yemen y a su pueblo de la continua agresión de los huzíes”.

 

Es decir, que la intervención militar de la coalición liderada por AS se produjo a petición y en defensa del gobierno legítimo del Yemen y con el aval del CSNU que, como se sabe, es fuente de derecho internacional.  

 

Con respecto a la venta de las bombas, en el párrafo 14 de la Resolución, el CSNU “Decide que todos los Estados Miembros deberán adoptar de inmediato las medidas necesarias para impedir que, de forma directa o indirecta, se suministren, vendan o transfieran armasa… (cita personas y organizaciones concretas que tratan de derribar al gobierno yemení). La venta de armas a AS, por tanto, no estaría vetada por esta Resolución. Y, relativo a los criticados embargos, en el párrafo 15, el CSNU “Exhorta a todos los Estados miembros, especialmente a los Estados vecinos del Yemen, a que, de conformidad con su legislación interna (…) inspeccionen toda la carga destinada al Yemen presente en su territorio incluidos puertos y aeropuertos…” La letra del CSNU habla por sí sola y derriba tantas falsedades como interesadamente vienen propalándose. En este punto, y mirando hacia las fuentes del petróleo, me vienen a la memoria las palabras que Shakespeare pone en boca de Hamlet, el príncipe taciturno de Dinamarca: “hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que aquellas que pudo soñar tu filosofía”.