The news is by your side.

El 17-M, la revolución de los abuelos

Más de 10.000 personas se manifestaron el sábado en Sevilla para reivindicar una mejora en las pensiones de los jubilados.

El pasado sábado, ahora más conocido como 17-M, los más mayores acudían a una cita marcada en rojo en sus calendarios. También acudieron los más jóvenes. Desde muy temprano, La Plaza Nueva de Sevilla se abarrotaba de pensionistas cargados de pancartas, paraguas y de cuantiosas ganas de reivindicar los derechos por los que han luchado durante toda su vida y que, al parecer, han quedado olvidados por el camino.

La manifestación, convocada por los sindicatos mayoritarios y respaldada por la Plataforma Sevillana en Defensa de las Pensiones Públicas, no solo fue un hecho para recordar en la capital andaluza, pues esta se llevó a cabo a nivel nacional, convirtiéndose en una protesta multitudinaria que debería conducir al Gobierno español, al menos, a la reflexión.

La lluvia no iba a impedir que los jubilados, acompañados por una fuerte y sorprendente presencia de jóvenes concienciados con la causa, realizasen su marcha hasta “Las Setas”.

Según estimaciones policiales, más de 10.000 personas, procedentes de Sevilla y su provincia, se dispusieron a lanzar un grito de indignación, alzando sus voces para poner fin al abuso, inmerecido, con el que, durante los últimos años, se han visto obligados a convivir.

La lluvia no iba a impedir que los jubilados, acompañados por una fuerte y sorprendente presencia de jóvenes concienciados con la causa, realizasen su marcha hasta “Las Setas”. Algo bastante paradójico, pues este lugar, precisamente, se convirtió, hace ya bastantes años, en un símbolo del 15-M, aquel movimiento fresco y nuevo que presumía por ser una revolución, una ola de jóvenes que exigían los cambios que necesitaba, y aún sigue necesitando, este país. Y hablo de paradoja porque es evidente que, al fin, ambas generaciones han conseguido unirse en una protesta contra el sistema. Por fin estamos redescubriendo que juntos somos más. Ya era hora de que empezáramos a quitarle el polvo a nuestro poder, como ciudadanos de una nación que aparenta ser solo de los altos cargos.

Y hablo de paradoja porque es evidente que, al fin, ambas generaciones han conseguido unirse en una protesta contra el sistema.

El sábado fueron miles de personas las que se sumaron a un punto y final en la historia de las pensiones. Los “tiernos abuelitos”, aquellos que levantaron a este país, después de 40 años hastiados en lo más oscuro de fascismo, aquellos que se han jugado la vida para garantizarnos una sociedad democrática, con la tranquilidad de convivir entre la libertad y la tolerancia; son los mismos que hoy reciben, a cambio, un mísero euro más en su pobre paga que, ni si quiera les garantiza poder llegar a fin de mes. Y son los mismos que, el pasado fin de semana, no necesitaron de nada, ni de nadie para salir a la calle a reclamar lo que es suyo.

El Gobierno debe tomar conciencia de que esta se ha convertido en una lucha duradera que esconde una sed de protesta que ni la edad, ni el cansancio podrán frenar.