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Papel mojado

Hija, tú desde que quitaste la Dolorosa del cabecero de tu cama te desataste…

_Niña, ¿y el verano?

_En las glorias. Me voy a la playa, me hago dos o tres bolsas de té y me cunden como si me hiciera unos largos.

_¿Bolsas de té?

_Sí, hija, en la orilla, que me meto y me salgo al momento, y lo aprovecho como el  Máximo su cargo de ministro…

_Es verdad, hija, que no estuvo ni un cuarto de hora y ya tiene su paguita.

_Los políticos es que son de otra pasta.

_De la pasta pública y como la pasta pública no es de nadie, que dijo la otra.

_¡Oichhh, niña! Hablando de la otra, tengo a mi marido encogío como el pecado mortal.

_¿Y eso?

_Con el papel que hay que firmar cuando se quiere fiesta.

_Mujer, pero en el matrimonio, no. Que antes nos casábamos para tener fiesta.

_Antes, tú lo has dicho y mi marido ahora no sé a quién le teme más si a Hacienda o al Gobierno sanchista.

_Hija, tú desde que quitaste la Dolorosa del cabecero de tu cama te desataste…

_Mujer, no me parecía políticamente correcto tenerla allí y nosotros en la faena.

_Pero tu marido siempre ha sido muy prudente.

_Y fino y elegante. Cada vez que está inspirado me dice: “¡Niña, esta noche nos vamos a echar un baile!” Cada vez lo dice con menos frecuencia, tú me entiendes.

_Mujer, ¿no te voy a entender?

_Mira, a mí el libro ese de las Cincuenta sombras del Grey me marcó mucho. Yo decía, niño, a ver si me voy a morir sin saber más allá de…

_Del sota, caballo y rey.

_Y, claro, cuando está inspirado le hago una “misa en escena”.

_¿Pero ahora también hay que poner un cura?

_Niña, qué poco mundo tienes, hija. Es el rito.

_¿Y eso en qué consiste?

_Pues, mira, los otros días me dio la señal de alerta y claro empecé con el rito: El baño de espuma, la mascarilla, la vitamina C para la sobre hidratación, la crema de los pies, la de los codos, tú sabes. Las pastillas, las gotas para el ojo seco…

_¡Qué arsenal, hija!

_Y luego el “body”. Mira, me compré uno en un mercadillo de Santander con un estampado de látigos y le dije a mi marido: ¨¡Rómpelo!”

_¿Y lo rasgó?

_¡Qué va!, mi marido es choquero y me dijo que él no rompía una cosa de 18 euros.

Me puse otro que me había comprado en el “Güoman”

_¡Qué secreto te lo tenías!

_Pero, hija, no me entraba y dije, mira, lo dejo a su amor. Y cuando llego a la habitación, pegá a la pared, la barriga encogía, la pierna hacia delante, la mano en el seno derecho, con el labio flojo, como las influyentes en el Instagram, mi marido estaba ya en el pos.

_¿En el pos?

_Sí, hija, fumándose un cigarro en el balcón. Y va y me dice que había tardado una hora y que su inspiración no era eterna.

_¿Una hora?

_Vamos, un exagerao. Cincuenta y cinco minutos.

_Entonces, así no hay papel que valga…

_Pues eso, que lo nuestro es papel mojado…