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Reina de lecturas

Clara Guzman
Clara Guzmán @Telademoda

He leído con gran regocijo, una es que se conforma con poco, que la reina de España se ha comprado unos libros de filosofía aprovechando que inauguraba la Feria del Libro de Madrid. O sea, lo que toda la vida de Dios se ha llamado el  “poyaque”, que no es nada ordinario, sino de una generalidad (acabada en de) apabullante.

  “Poyaque” estaban las cámaras de televisión y las de los móviles, ha hecho un recorrido muy enjundioso por las distintas casetas. Dicen los compañeros plumillas de la capital que incluso ha comprado algunos de los ejemplares. Veo las fotos y la monarca no porta monedero alguno, a no ser que se haya introducido el dinero en esa faja que llevan las pensionistas cuando van todos los meses a cobrar al Banco. Cosas veredes, Mío Cid o Sancho, a elegir.

  El caso es que doña Letizia o su edecán, ha adquirido, entre otras obras,  “Poesía completa” de Friedrich Nietzsche y “Escritos” de Soren Kierkegaard, libro que incluye los ensayos Migajas filosóficas, El concepto de angustia y Prólogos. Títulos que, leídos así de corrido, recuerdan a los de las películas de arte y ensayo, esas que a ver quién era el guapo (en genérico) que se atrevía a decir sin anestesia que eran unos muermos.

De todas formas me encanta que la reina de España tenga gustos tan elevados. No es lo mismo que pase a los anales adquiriendo “Ambiciones y reflexiones” de Belén Esteban, uno de los libros más vendidos, o “Cinco esquinas”, del novio de la Preysler, con artículo incluido porque así es más doméstica, más nuestra, usted me entiende.

Friedrich Nietzsche era aquel que aseguraba que leer mucho embota. Botas les he visto pocas a doña Letizia, claro que el filósofo alemán era partidario de los pensamientos paseados y yo me pregunto, ¿un pensamiento paseado con tacones dará el mismo fruto que con bambas, tenis o zapatillas de deporte, en función de la región dónde usted me lea?

Kierkegaard, por su parte, ha pasado a la historia con fama de machista, pero, salvando las distancias, Enrique Jardiel Poncela reconocía su misoginia a diestro y siniestro, y si le gusta el humor del absurdo es uno de los mejores. De Kierkegaard qué quiere que le diga.

De todas formas me encanta que la reina de España tenga gustos tan elevados. No es lo mismo que pase a los anales adquiriendo “Ambiciones y reflexiones” de Belén Esteban, uno de los libros más vendidos, o “Cinco esquinas”, del novio de la Preysler, con artículo incluido porque así es más doméstica, más nuestra, usted me entiende.

El novio de la Preysler, antes Marito el del Nobel, ha escrito una novela demasiado convencional, (será el amor, ay será, será) tanto que parece salida de la pluma de Tamara Falcó Preysler, ilustre bloguera de la revista del saludo, y cuyo texto le hubiera corregido el escritor peruano. Así que me alegro del gusto tan intelectual de nuestra actual reina, que ya apuntó maneras cuando le regaló a su prometido un tocho, perdón, una joya literaria, en lugar del consabido reloj de compromiso. “El doncel de don Enrique el Doliente”, escrito por nuestro común colega Mariano José de Larra, en 1834.  Si ahora se hiciera periodismo, alguien le preguntaría al rey si lo sigue teniendo como libro de cabecera.