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Sexo y madurez

 

 

-Una niña de 11 años da a luz y su hermano, de 14 años (13 cuando se produjo el embarazo), es el padre.

-Se investiga si un niño de nueve años ha sido violado por cuatro de entre doce y catorce años de edad.

-Un niño de catorce años detenido tras intentar violar a dos mujeres de 23 y 42 años.

-Una soldado narcotizada por varios compañeros y violada.

 

Estos son noticias de los últimos días y podríamos seguir remontándonos hacia todo tipo de violaciones como la de la “Manada” en San Fermín, la de la menor con jugadores de la Arandina y una larga lista de sucesos. Algo está pasando, no es bueno y no parece que los estamentos públicos estén ni siquiera enterados de lo que ocurre.

 

Hace años leí varias noticias sobre un juego juvenil que practican niño/as a partir de 14 años, llamado “el muelle”, que consiste en sentarse los niños en sillas o en el suelo, en círculo, desnudos, y las niñas van sentándose encima, penetrándose, por espacio de unos 30 segundos, van pasando de uno a otro, quien antes acabe pierde y quien resista más, gana. Este juego no debe ser generalizado pero el hecho de que se esté propagando en diversos países según las noticias publicadas desde hace al menos cuatro años debe alertar a la sociedad, los padres y el Estado sobre la educación sexual que están recibiendo los menores.

 

No sé si los paradigmas de la religión católica que impera en nuestra sociedad y especialmente en el partido que gobierna, tienen algo que ver para que hoy adolezcamos de una educación para la ciudadanía, con una educación sexual incluida.

 

Que la sociedad es cambiante y que cada generación tiene pautas de conductas distintas debe ser asumido, pero prácticas que suponen diversos riesgos, desde enfermedades de transmisión sexual a embarazo, y de ausencia de valores que pueden ser necesarios para ser emocionalmente estables en el futuro, llevadas a cabo antes de la madurez pueden modificar y lastrar el desarrollo de la personalidad afectando al carácter y la identidad. La frivolización del sexo, el acceso a la pornografía por internet desde temprana edad, a partir de 12-13 años, y la ausencia de una estrategia formativa de educación social y de valores, una educación cívica para la ciudadanía, creo que están llevando a las futuras generaciones por pautas de comportamiento que no nos hacen seres ni más civilizados, ni más felices. No sé si los paradigmas de la religión católica que impera en nuestra sociedad y especialmente en el partido que gobierna, tienen algo que ver para que hoy adolezcamos de una educación para la ciudadanía, con una educación sexual incluida, que impida que la sexualidad, tan importante en el ser humano, vaya caminando por estos derroteros de absoluta frivolización y desconocimiento entre niños y niñas. No se educa en esa materia pero hay todo un universo abierto a los menores con las nuevas tecnologías con libre acceso para ellos.

 

A partir de la edad adulta, que cada cual haga lo que estime oportuno con su cuerpo y con los de los demás que se dejen, pero tratar el sexo, las relaciones sexuales entre personas como si fuese algo tan devaluado, sin importancia, frívolo, puede estar provocando los casos antes citados y otros muchos entre personas que no han sido convenientemente educadas en una sexualidad sana. Escribir de esto es correr el riesgo de que te pongan etiquetas; entiendo que los jóvenes deben ser formadas en las escuelas y por las familias y deben tener una ética que cada cual luego adapte a sus ideas, pero partiendo del respeto y la igualdad entre hombres y mujeres y del respeto a la libertad sexual de cada cual, que en los casos citados y en otros muchos brillan por su ausencia, en personas tan jóvenes que es evidente que tienen una absoluta ignorancia e inmadurez, para saber plenamente la trascendencia de sus actos.

 

Entre el sexo tabú de hace 40 años y las prácticas sexuales en menores como si leyeran un libro hay un recorrido que debe cruzarse con sentido común, responsabilidad y formación.

 

No se trata de volver a introducir valores obtusos en la habitación de cada cual, sino de educar responsablemente para que, siendo mayor de edad, se tenga la información y la formación suficiente para actuar con responsabilidad. No se trata de imponer roles sexuales sino de que no haya menores que decidan mantener relaciones en grupo como si de un juego se tratase. Porque esa devaluación les puede llevar a la agresión, violencia y desprecio del sexo contrario. Que cada cual, siendo mayor, lleve a cabo las prácticas sexuales que quiera, masoquistas, tríos, orgías, intercambio de parejas, heteros, (gays o lesbianas incluidas), parejas abiertas o incluso infidelidad, de lo que en todo caso tendrá responsabilidad cada cual ante su pareja, pero no es razonable, ni lógico, ni conduce a una sólida madurez que con esas edades tan tempranas se banalice el sexo hasta el extremo de consumirlo en grupo y en juegos como hace años jugábamos al escondite.

 

Además de las antes expuestas ha sido noticia en estos días unas menores que se dejaban tocar o tocaban a un señor mayor a cambio de dinero. Y por los mensajes que se han conocido cruzados entre ellas, lo tenían asumido como algo normal, como quedar para oír música. Entre el sexo tabú de hace 40 años y las prácticas sexuales en menores como si leyeran un libro hay un recorrido que debe cruzarse con sentido común, responsabilidad y formación. Hoy, para muchos jóvenes de 14-15 años mantener relaciones sexuales con algún amigo/a o en un encuentro esporádico es como beber alcohol o fumar un porro, algo que está prohibido de lo que no se habla en las escuelas ni con sus padres y que les anima a superar esa línea roja porque así se sienten más integrados, valientes, mayores.

 

Y no será que los datos no llevan tiempo avisando de esta deriva. En el año 2016, según el anuario estadístico de Interior, 433 niños entre 14 y 17 años fueron investigados o detenidos por delitos contra la libertad sexual, en una tendencia que creció más del 16% respecto al año anterior, y de los cuales 70 fueron acusados de agresión sexual con penetración. 20 fueron acusados de corromper a otros menores (o persona discapacitada). La Fiscalía General del Estado en su informe de 2016, aun teniendo en cuenta que se había incrementado la edad de consentimiento de 13 a 16 años, avisaba de que se había producido un considerable incremento, pasando de los 1.081 delitos contra la libertad sexual cometidos por menores en 2015, a los 1.271 de 2016. Subieron especialmente los abusos sexuales, que suelen ser sobre menores de 12 años, alcanzando un total de 795 casos, siendo la cifra más alta de la última década. La frivolización de todo lo relacionado con el sexo puede estar contribuyendo, además de a formar disfunciones mentales en personas por su falta de madurez, a la sensación de que una cuestión tan baladí no es una agresión grave si se realiza contra alguien.

 

Algo estamos haciendo mal, los padres y los profesores, creando a niño/as egoístas que solo entienden de sus derechos y libertad y entendiendo como inaceptable límites razonables en su educación y desarrollo.

 

Y esta ausencia de valores respecto a materias físicas y emocionales que aquí relaciono con prácticas sexuales de riesgo en menores, seguro que pueden tener alguna conexión con esos menores que en Bilbao asesinaron a dos ancianos para robarles, o el del menor de 14 años que asesinó de una puñalada a su hermano de 19.

 

Algo estamos haciendo mal, los padres y los profesores, creando a niño/as egoístas que solo entienden de sus derechos y libertad y entendiendo como inaceptable límites razonables en su educación y desarrollo. El doctor en Psicología y director de programas de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros, ha advertido de que el ataque y posible violación al menor de 9 años en Jaén no es un caso aislado y cada día son más frecuentes ese tipo de agresiones, según las llamadas que atienden en el teléfono de Ayuda al Niño y Adolescente de dicha organización (900202010), señalando que los sucesos como el referido son cada vez más violentos y crueles. Refiere además que no se trata de un acosador individual sino de grupos de menores que no sienten ninguna empatía por el acosado, poniendo la atención en el hecho de que los compañeros de la víctima no se rebelen y se opongan  a esas prácticas. Según Benjamín Ballesteros, la falta de controles en el acceso a internet, un excesivo consumo de pornografía y una sexualización precoz les lleva a normalizar comportamientos degradantes para la víctima.

 

Los datos estadísticos de Interior señalan claramente una tendencia al alza, y referida solo a poblaciones de más de 30.000 habitantes (las de menos no se controlan…por ejemplo, una violación o varias en A Pobra Do Caramiñal puede quedar sin computar). Los delitos contra la libertad e indemnidad sexual en el primer semestre de 2016 fueron 5.245, y en el mismo periodo de 2017, 5.715 (un 9% más). Agresiones sexuales con penetración, enero-junio de 2016 fueron 575 y en el mismo periodo 2017, 611(+6,3%); resto de delitos contra la libertad e indemnidad sexual, enero-junio 2016 fueron 4.670, mismo periodo 2017 sumaron 5.104, un crecimiento del 9,3%. ¿Tenemos un problema?