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Sí es sí a la prisión permanente revisable

Señores presuntamente progresistas, periodistas, jueces y políticos: el mal existe. Hay gente mala.

El día 27 de enero escribí aquí a favor de la prisión permanente revisable. Hoy vuelvo a hacerlo, otra vez en caliente, entonces por Diana Quer y hoy por Gabriel Cruz. Porque hay unos sesudos analistas, periodistas y políticos presuntamente de izquierdas (los que conozco son todos pijorrojos hijos de papá y educados con sirvienta la mayoría, son de la izquierda elitista, no trabajadores), que desde una supuesta superioridad moral, de una pretendida defensa de la ley, el derecho y la justicia mundial nos consideran populistas, fascistas o cuando menos “derechona conservadora” por abogar por el manteniendo de la prisión permanente revisable. Me parece que mientras exista el debate político, jurídico y social al respecto, quienes dispongamos de una tribuna como ésta (donde también escriben otros en contra) debemos usarla para exponer nuestros argumentos y que la sabia y soberana ciudadanía decida.

 

Primero hay que descartar los extremos. Para mí un extremo es lo que comenté en un artículo  del 20 de febrero sobre la libertad de Diego Yllanes, médico, asesino de la joven de 18 años Nagore en los Sanfermines de 2008, que llamó a un amigo para intentar trocear y ocultar el cuerpo y con otras pruebas como una llamada de la víctima al 112 diciendo “me va a matar”, que a los 9 años de cometido el crimen estaba en libertad y con trabajo (fruto de una familia pudiente, una costosa defensa y la posibilidad de ofrecerle trabajo en una clínica psiquiátrica), que me parece una justicia de chichinabo, y el otro son las voces defendiendo la pena de muerte, de la que estoy radicalmente en contra y que ayudan a los que se oponen a la prisión permanente revisable porque, a falta de argumentos, necesitan mezclar churras con merinas.

Dicen que en Estados Unidos la pena de muerte no rebaja el índice de delitos.

Los sesudos defensores de que las penas sigan siendo como para Diego Yllanes o de que “el Chicle”, asesino de Diana Quer, pueda seguir escribiendo que sabe que solo puede ser condenado a siete años de cárcel no hacen más que reforzar con sus argumentos la necesidad, no ya de mantener la figura de la prisión permanente revisable, sino de ampliarla para delitos en los que el asesino oculte el cuerpo de la víctima, y no aparezca o lo haga tanto tiempo después que sea imposible conocer si hubo o no violación.

 

Dicen que en Estados Unidos la pena de muerte no rebaja el índice de delitos. Aquí nadie, al menos legislativamente ni en España ni en países de Europa, se plantea la pena de muerte, así que esa parte del debate se descarta. Dicen que la prisión permanente revisable es una medida contra los derechos humanos y civiles. Una medida que tienen casi todos los países de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, Austria, Dinamarca…) y que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya ha dicho en varias ocasiones que es aceptable conforme a esa doctrina. Dicen que en esos países que la tienen no hay menos criminalidad que aquí. Lo que nadie puede saber es cuántos crímenes se han impedido en esos países cometidos por psicópatas que en vez de en la calle están en prisión.

 

Lo plantean como si fuera una medida que nos puede afectar a todos, como la “Ley Mordaza”, haciendo una demagogia populista que solo en un país como este puede tener eco. La “Ley Mordaza” sí te la puede aplicar cualquier policía ignorante y mal profesional de cualquier cuerpo, que los hay, sin prácticamente posibilidad de defensa del ciudadano/víctima, pero aquí hablamos de un sumario judicial con todas las garantías de defensa, en un sistema tan garantista como el español donde nadie que no tenga intención de cometer una violación/crimen/asesinato de una mujer o menor y ocultar el cadáver debe temer nunca la aplicación de la prisión permanente revisable. No hablamos de un homicidio imprudente que puede ocurrir por un despiste conduciendo. Están manipulando y engañando a la ciudadanía todos quienes defienden la derogación de esta norma poniéndose de parte de los asesinos psicópatas y dejando sin protección a las hipotéticas víctimas. Son intelectualmente cómplices (Como ellos desde su pedestal nos llaman “derechona” a quienes hemos votado toda la vida a la izquierda, y la inmensa mayoría de estos votantes está a favor de la prisión permanente revisable, yo me permito la licencia también de calificarlos).

El violador del ascensor salió de la cárcel tras 21 años y fue detenido poco después acusado de al menos cuatro violaciones.

No tengo datos (es difícil conseguirlos) del número de presos que en otros países están en prisión permanente revisable, pero sí sabemos cuántos hay en España: uno. David Oubel, que drogó a sus dos hijas de cuatro y nueve años de edad en 2015 y las degolló con un cuchillo y una sierra eléctrica. ¿Este psicópata merece mejor trato? ¿Quiénes más podrían ser condenados a prisión permanente revisable, si hubiese sido perfeccionado, que incluso como está ahora es imposible? “El Chicle”, que dentro de pocos años estará en libertad poniendo en riesgo la seguridad de todas las mujeres jóvenes que se crucen en su camino en el momento oportuno para él. También podría estar en ese caso José Bretón, el asesino de sus dos hijos en Córdoba, reducidos a ceniza en una hoguera, y puede estarlo la asesina de Gabriel. El conocido como “violador del Eixample” ha sido condenado recientemente a 66 años de cárcel por cuatro violaciones pero podrá empezar a salir a partir de los cinco, en cuyas salidas podrá cometer más agresiones, y pocos años después estará nuevamente en libertad. Un ejemplo de hipocresía e indefensión que habrá que recordar a los puristas cuando cometa su próxima violación.  Es un claro ejemplo de depredador psicópata, como lo es Jaime Riera Galán, que ha estado varias veces en la cárcel por violación de mujeres y menores y que vuelve a estar en libertad a pesar de que el informe de los especialistas dice que no está rehabilitado. Habrá que esperar a que mate a una mujer o un niño y entonces ya le condenaran a ocho o nueve años de cárcel, pero tampoco mucho, no vaya a ser que seamos muy duros con él. Y hay muchos así merecedores de la prisión permanente revisable, como “el violador del portal”, condenado a 1.721 años por 74 agresiones sexuales y 10 abusos, en libertad tras 17 años en 2013 y detenido en 2014 de nuevo por otra violación. El violador del estilete, 35 años en prisión por distintos delitos de violencia y agresión sexual, detenido nuevamente por intento de violación al poco de salir. El violador del ascensor salió de la cárcel tras 21 años y fue detenido poco después acusado de al menos cuatro violaciones. Psicópatas sin cura, violadores en serie a los que algunos quieren en libertad.

 

Quienes defienden la libertad de estos asesinos ¿qué piensan de las víctimas? La condena tiene el fin principal de la reinserción pero también hay una parte de castigo por el hecho cometido y, en el caso de la prisión permanente revisable, una factor muy importante de protección de futuro, de impedir que pueda haber más víctimas de un psicópata ya controlado por el Estado, víctimas a los que el Estado tiene la obligación de proteger, y en un conflicto entre derechos y libertad de una víctima y de un psicópata asesino, los puristas defienden los del asesino despreciando los de la victima.

No pasa nada si se les pone a hacer trabajos para la comunidad, retribuidos, aunque sean cestas de paja con las que se puedan pagar la tv de sus víctimas en los hospitales.

Señores presuntamente progresistas, periodistas, jueces y políticos: el mal existe. Hay gente mala. Llámenle trastorno de personalidad o psicópatas, pero existen y hay que proteger a la sociedad de ellos. Y ya puestos a hablar de justicia, que estén presos en prisión con tv, gimnasio, piscina cubierta, calefacción, bibliotecas, paga fija, facilidades para estudiar, cobertura de paro al salir, asistencia psicológica… mientras alguna de sus víctimas igual no puede pagarse la tv del hospital donde debe pasar grandes periodos ingresada por los daños sufridos es una vergüenza. No pasa nada si se les pone a hacer trabajos para la comunidad, retribuidos, aunque sean cestas de paja con las que se puedan pagar la tv de sus víctimas en los hospitales. O eso o una buena ley de indemnizaciones del Estado que asuma lo que los criminales nunca pagan, las responsabilidades civiles, y la asumimos todos con impuestos para resarcir a las víctimas, en vez de tanto lujo y confort presidiario cuando hay gente decente viviendo en chabolas y casas en ruinas sin luz ni agua corriente, o niños que en unas comunidades no tienen calefacción y asisten a clase con mantas y en otras no tienen aire acondicionado y soportan más de 30 grados con riesgo para su salud. De estos agravios injustos se ocupa la izquierda europea moderna sin la neurosis de la nuestra.

 

Sacúdanse la cabeza, señores presuntamente de izquierdas (a los independentistas no les digo nada porque esos no tienen neuronas y además pretenden acabar con el Estado a cualquier precio para construir el suyo, y por desgracia siempre o casi siempre cuentan con la presunta izquierda para ello (PSOE, Podemos e Izquierda Unida). En caliente, cada vez que haya un crimen que pueda merecer la prisión permanente revisable hay que recordarles que ellos quieren al criminal pronto en la calle y nunca se han preocupado de qué hacer para impedir que dentro de pocos años pueda volver a cometer otro delito.

 

Señores periodistas y políticos presuntamente progresistas y de izquierdas, lamento decirles otra vez que existen gente mala, psicópatas que violan y asesinan por placer y muchos de ellos no tienen cura. A esos hay que garantizarles que estén en prisión el tiempo suficiente, al menos, para que cuando salgan no tengan fuerza física por su edad para volver a cometer sus delitos. Hablen y piensen por una vez en las víctimas y en las que pueden evitarse con una legislación adecuada para estos criminales. La forma de impedir que un violador y/o asesino pueda volver a cometer esos infames delitos ni contra menores ni contra mujeres es la prisión permanente revisable modificada como propone ahora el PP.

La prisión permanente revisable sí tiene que ver con democracia y derechos humanos.

Se utiliza el dolor de las víctimas, dicen; sí, se aprende y se trata de impedir que vuelva a ocurrir porque vivimos en sociedad y cuando pasan hechos como los que pueden acarrear una condena de prisión permanente revisable (violación o crimen de mujer o menor con premeditación…) es normal que se sienta dolor, lo anormal es no sentirlo e ignorar esas cosas que pasan por una supuesta superioridad moral como si la víctima no existiera. Es un retroceso en nuestro sistema democrático, dicen. Quien escribe eso, o explica por qué somos una democracia de mejor calidad que Francia, Alemania, Italia, Austria, Dinamarca… y otras más, o deberá explicar qué entiende por democracia.

 

El Tribunal Constitucional tiene pendiente un recurso contra la reforma del Código Penal de 2015 que instauraba la prisión permanente revisable. Si su sentencia fuera en sentido contrario a esa tipificación me convencerá aún más de que somos una democracia muy especial dentro de Europa. Una democracia donde se pueden hacer homenajes a asesinos, identificar masiva e ilegalmente a millones de personas en la vía pública por capricho de cualquier agente de la autoridad, o devolver a la calle a un violador asesino psicópata a los pocos años de detención, a pesar de un informe de especialistas señalando que no está reinsertado y que volverá a cometer delitos. Porque si esto sigue pasando, algún día, a algún político, juez o periodista lo correrán a gorrazos los familiares de las víctimas.

 

La prisión permanente revisable sí tiene que ver con democracia y derechos humanos. Para garantizar el derecho a la seguridad y la vida de su ciudadanía ante psicópatas criminales y asesinos que deben permanecer en prisión. Lo que atentaría contra la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho es dejarlos que campen a sus anchas cometiendo sus delitos por negligencia imperdonable del Estado.