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Turismo de batalla

Juanma Vidal2
Juanma Vidal*

El turista 1.999.999, cuando llegó, se lamentó por bajar tan deprisa del avión. Con su mini pantalón, se ha perdido la ocasión de tener las atenciones que, por suerte, le brindaron al turista dos millones. Pero es igual. Se conformó. Y en Mallorca fue feliz como el que más”. 

Cantaban “Los Stop” este tema con el que estuvieron a punto de ganar el Festival de Mallorca en la edición de 1967 y ya ven Vds como 50 años después aún le podemos sacar tajada pues el turismo este año adquiere rango de serpiente de verano tras los ataques ejecutados en las últimas fechas por miembros de Arran, la organización juvenil de la CUP contra diversos intereses turísticos en Cataluña, con especial incidencia en Barcelona.

Resulta sumamente llamativo que en un país donde el turismo representa el 11,2% del PIB, lo cual son muchos miles de millones de €uro al año, alguien ose maltratar a la gallina de los huevos de oro en aras o ARRANes de no sé que fundamentos independentistas. Francamente, es como el tonto que escupe para arriba y se queda mirando para ver dónde cae.

 

El turismo es una industria, una actividad económica que produce alrededor de 125.000 M€ al año, y genera aproximadamente 2,57 millones de empleos.

 

No caeré en la demagogia del landismo, ni en el papanatismo de Esteso y Pajares con las suecas, que tanto éxito liberador tuvieron en los 60´s y 70´s en este país, pero si algo aportó el turismo además de réditos, fue libertad, fue abrirnos al mundo tras 40 años de lacra dictatorial, de cerrazón, de aislamiento. Solo a quienes no lo vivieron les resulta casposo recordar aquella época, pero éramos nosotros…pero con 50 años menos.

El turismo es una industria, una actividad económica que produce alrededor de 125.000 M€ al año, y genera aproximadamente 2,57 millones de empleos, la mayor parte temporales, dada la volubilidad de los ciclos turísticos, concentrados fundamentalmente en las vacaciones de verano, navidades y semana santa en toda España.

El abanico de opciones es muy amplio, desde el clásico turismo de sol y playas, hemos ido expandiendo la oferta al darnos cuenta de que teníamos museos, restos arqueológicos, arquitectura civil y religiosa, todo ello de alto valor artístico. Ello lo hemos sazonado con una oferta cultural que va del teatro tradicional, al musical, a conciertos, a espectáculos de baile y danza…Atrás queda la opción antediluviana de toros, flamenco y flocklore, los primeros cada vez más denostados hasta rozar su abolición, y los últimos más profesionalizados y con el reconocimiento debido.

El turismo pone en el mapa a los países, a las regiones, a las ciudades, dándoles la luz y el eco para su reconocimiento. Francia, Italia, Reino Unido, nos ganaron la batalla durante décadas y supieron explotar sus recursos. España ha tardado generaciones, pero las Olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla, la capitalidad cultural de Madrid, en 1992, nos dieron raigambre y fuerza para posicionarnos en el contexto global de la libre circulación, primero de viajeros con intención meramente turística y finalmente de ciudadanos con intención laboral.

 

¿Qué nos gustaría que pasasen menos tiempo, fueran muy limpitos, se dejasen muchísimo dinero y encima hablasen maravillas de nosotros? ¡Por supuesto! Pero convendría que muchos se hiciesen mirar por qué pasan ciertas cosas.

 

Es cierto que desde sus inicios ha variado tanto el prototipo de visitante como el importe que se gastaba, lo mismo que ha variado la oferta que se le mostraba para su solaz y disfrute. Todos hemos madurado, algunos para mejor y otros para peor.

Pero pasados todos estos años no está de más plantearse si el modelo o plan turístico sigue siendo el idóneo o ha caducado y debemos revisarlo. Pero igual que pasa con la Constitución, parece que muchos no están dispuestos a tocar lo que funciona por miedo a que se estropeé, como si el éxito fuera por azar o resultado de la magia, sin valorar el esfuerzo del proyecto.

Cuando uno invita a los ajenos a su casa, les condiciona en virtud de lo que les ofrece. Puede estimularles con música marchosa, comida de vanguardia, bebidas espirituosas…o puede relajarles con melodías clásicas, gastronomía casera y caldos de la tierra. Un país recibe al tipo de turista al que excita la propuesta que se le da. Luego que nadie se lleve a engaños, ¿vale?

¿Qué nos gustaría que pasasen menos tiempo, fueran muy limpitos, se dejasen muchísimo dinero y encima hablasen maravillas de nosotros? ¡Por supuesto! Pero convendría que muchos se hiciesen mirar por qué pasan ciertas cosas y si ellos son directa o indirectamente responsables de esos actos, en vez de esperar a que la divina providencia les agasaje con visitantes excelsos que dejen pingües beneficios.

Otra cosa es tratar de sabotear un proceso que se inició hace 50-60 años con actos de violencia callejera, propios de delincuentes urbanos de baja intensidad, que causan mucho más perjuicio que eco. Si lo que quieren es abrir un debate sobre el modelo existente, hay foros de discusión pacífica que pueden ser aleccionadores y clarificadores de todas las opiniones.

Ahora, si lo que buscan es llamar la atención sobre sus verdaderas intenciones soberanistas, que no se escuden en la defensa de los derechos ciudadanos, ni del patrimonio y que reflexionen sobre el flaco no, famélico favor que hacen con sus violentas acciones. Sería de esperar una urgente reacción de las autoridades para evidenciar que no solo no respaldan a estos inconscientes activistas, sino que muestran su total desafección con estas conductas que van en perjuicio colectivo de visitantes y nativos.

 

*Juan Manuel Vidal es Periodista y Community Manager

@VidalJuanma