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 23M de 1982, el día que acabó el proceso autonómico

Durante aquella calurosa primavera del 82 la complicidad que había existido entre los autonomistas se difuminó.

 

Ayer se cumplió el redondo aniversario de la celebración de las primeras elecciones autonómicas en Andalucía que se celebraron el domingo 23 de mayo de 1982. El día que formalmente concluyó el largo proceso autonómico andaluz  

Cuatro décadas han transcurrido ya, el mismo periodo de tiempo que, nos quejábamos con miedo y asco, había durado la dictadura fascista de un pequeño general ferrolano  llamado Franco Bahamonde.

Fue el cuarto de los cinco domingos de un mes de mayo sin primavera, con un verano tan prematuro como el actual, 37 grados a la sombra en muchas capitales andaluzas – sensación térmica de casi 40º en el valle del Guadalquivir- temperaturas que animaron a los andaluces a irse a las playa, muchos después de votar. En realidad no fue muy contundente el deseo popular de seguir contribuyendo al larguísimo proceso autonómico andaluz para concluirlo de una vez votando su primera cámara legislativa;  la participación fue del 66.2% frente a un 33,8% de abstención. Treinta y seis años después, en diciembre de 2018, la abstención en las últimas autonómicas fue del 41,35%  con el 58,65% de participación.

Hace 40 años integrábamos el censo andaluz un total de 4.342.408 andaluces con derecho a voto, de los cuales 2.874.121 participaron ejerciendo su derecho a votar, absteniéndose 1.468.287 electores. Hoy el censo actualizado asciende a un total de 6.641.828, de los cuales 263.430 andaluces pueden votar desde su residencia en el extranjero.

 

A vueltas con el censo maldito

Habían pasado dos años largos, 26 meses desde el 28F-1980, fecha del referéndum autonómico y, sin que nadie lo hubiese arreglado, el censo electoral vigente seguía hecho unos zorros, un auténtico desastre. Eso fue, precisamente, lo que más me llamó la atención durante aquel día electoral sin incidentes que reseñar, las constantes llamadas que recibíamos en la redacción de la cadena SER en Radio Sevilla, con denuncias de numerosos errores censales por toda la región, donde aparecían con derecho a voto los muertos pero no los vivos, los hijos menores de edad y no los padres y así un montón de casuísticas que impedían votar a mucha gente, el candidato Rafael Escuredo entre ellos. Como sería de desastrosa la cosa que hasta la Junta Electoral se vio obligada a improvisar y disponer de mecanismos exprés para que miles de electores pudiesen votar ese día, especialmente en caso de errores ortográficos muy numerosos en las listas. No obstante se anularon 24.934 papeletas y votaron en blanco 9.310 andaluces.  

Fueron 19 las candidaturas que se presentaron y solo cinco – PSOE, AP, UCD, PCE y PSA- se repartieron los 109 escaños del primer Parlamento de Andalucía. 

También hizo campaña con una manzana y un gusano en los carteles la CEA, campaña diseñada desde la CEOE que la Junta Electoral acabó ordenando retirar una semana antes del 23M.  La nueva institución de la autonomía, el Parlamento, la presidió el notario oriundo de Escacena del Campo  (Huelva) Antonio Ojeda Escobar, el que fuera consejero preautonómico de Interior en dos fechas que marcaron en España para siempre el mes de febrero, la del 28 de 1980 y  presidente en funciones de la Junta la del golpe militar del 23F, al año siguiente.

 La extrema derecha compareció encuadrada en una ‘asociación política’ llamada Fuerza Nueva, en aquella época con miembros violentos en su seno; usuarios de pistolas, barras y cadenas en las calles contra ‘rojos y maricones’. La extrema derecha obtuvo 34.948 votos en toda la región. Y algo insólito, la Organización Comunista de España, la popular Bandera Roja consiguió solo 8 votos en total, por lo que parece ni ellos mismos se votaron.

 

Victoria socialista con 66 escaños

Casi un millón y medio de andaluces (1.492.830) votó el 23M-82 por el PSOE-A liderado por uno de los dos grandes artífices del proceso autonómico andaluz, el abogado estepeño Rafael Escuredo Rodríguez, quien junto al exministro liberal Manuel Clavero Arévalo habían hecho posible la proeza política del 28F dos años antes. Clavero quería presentarse a aquellas elecciones, quiso pero no pudo. La burguesía andaluza de entonces, con un empresariado cobarde y temeroso a represalias gubernamentales madrileñas, con una UCD gobernando en descomposición interna, le prometían en privado fondos y medios a Clavero y a su mano derecha en el partido el hotelero Manuel Otero Luna – que años después sería presidente de la CEA- pero ayuda comprometida solo de boquilla, con buenas palabras y a la hora de la verdad nunca descolgaron el teléfono respondiendo a las llamadas ni les hicieron transferencia económica alguna a su tesorería. Unidad Andaluza, el partido que fundó Clavero con una rueda con ocho radios como símbolo, no pudo jugar en la arena política andaluza del 82 aunque lo intentó llamando a mucha gente, don Javier Benjumea Puigcerver entre otros, pero Clavero quizás no sabía que el patrón de Abengoa hacía años que solo se fiaba en términos políticos de alguien que conoció en la intimidad de su comedor privado llamándose «Isidoro», Felipe Gonzalez Márquez en el siglo. Sin duda la de Clavero fue una de las situaciones políticamente más injustas y surrealistas padecida por quien no dudó en dimitir en su momento como ministro de Cultura para pelear por la autonomía rápida (la vía más difícil) del artículo 151 de la Constitución, en igualdad de condiciones con vascos y catalanes.

El PSOE y Escuredo lograron aquel día de mayo de hace cuarenta años la primera y más contundente mayoría absoluta del socialismo andaluz, con 66 escaños del tirón. El PSOE-A había conseguido rentabilizar en las urnas el haber liderado durante años el proceso autonómico en la comunidad, aunque otras formaciones como el PCE o el PTE de Eladio García Castro sumaron, pero no lideraron.  Aquella primavera escuredista, por cierto, duraría dos años escasos, hasta que Felipe González en persona decidió que su viejo compañero del despacho laboralista de la calle Capitán Vigueras en Sevilla ya no servía a los intereses del partido, o sea, a los del propio González, aunque Alfonso Guerra fue el que apechugó con el cadáver político por pura disciplina de partido y porque entonces Felipe era dios, según le definía por teléfono Txiqui Benegas, cuando Pegasus no existía, pero espiado también al hablar por su motorola a su paso por Jaén, desde un escaner que, años después, me encontré en el cuarto técnico de Onda Cero Jaén, entre los cachivaches viejos heredados de la Rueda Rato que compró la ONCE. 

A un Rafael Escuredo con el brazo escayolado por un accidente de equí en Sierra Nevada, le sustituyó Pepe Rodríguez de la Borbolla, a la sazón SG del PSOE-A y consejero delegado en Andalucía del aparato guerrista de entonces.

 

Las derechas iban por separado

La derecha franquista liberal y el conglomerado centrista se presentaron por separado, por un lado Alianza Popular encabezada por el abogado del Estado Antonio Hernández Mancha, sobrino del presidente del Consejo de Estado, después del CGPJ, Antonio Hernández Gil, que obtuvo al frente de AP 17 escaños (483.896 votos). Elección tras elección desde entonces, la derecha de AP-PP, nunca hasta en marzo de 2014, ganaría las autonómicas en Andalucía, sin que Javier Arenas pudiese gobernar al no obtener mayoría. Por aquel entonces Esperanza Aguirre es cuando le contaba al excomisario Pepe Villarejo que Javier Arenas perdía todas las elecciones, pero que Rajoy le mantenía por el apoyo orgánico del PP andaluz y a cambio de algo más.

 

 Por otro lado, la derecha centrista que ya no lideraba Adolfo Suárez, se presentaba como Unión del Centro Democrático (UCD) encabezada por el abogado malagueño Luis Merino Bayona, candidato que se hizo famoso regalando botellas de «Fino Merino» de Jerez, logrando el tercer puesto con 15 escaños y 370.848 papeletas de respaldo. El presidente Leopoldo Calvo Sotelo y los ministros Soledad Becerril, Jaime García Añoveros y Felix Manuel Pérez Miyares fueron las figuras más relevantes que mitinearon por el sur en aquella acalorada campaña con la UCD ya en horas muy bajas. 

Entre las dos formaciones de la derecha – AP y UCD- sumaron en esas autonómicas 854.744 votos, el 30,13% del total de los emitidos.

 

«El Partido»

Por aquel entonces,  cuando se hablaba de «El Partido» todo el mundo sabía que nos referíamos al Partido Comunista de España, también denominado «el pecé», formación respetada primero por su valiente y arriesgada lucha en el interior contra la dictadura y después porque había logrado ser pieza clave de estabilidad, consenso y reconciliación durante la transición española con Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri  al frente del Comité Central del PCE. La candidatura comunista (PCE-PCA) del 23M la lideró el profesor granadino, poeta, escritor y político Felipe Alcaraz Masats que logró 243.344 votos y 8 escaños. Julio Anguita, que llevaba entonces más de tres años como alcalde de Córdoba, ya era todo un referente en el municipalismo español. Faltaban aún años para que ‘el califa’ impulsara y creara Izquierda Unida-Los verdes- Convocatoria por Andalucía, proyecto que puso la hoz y el martillo camino del museo de los símbolos de la historia, sin renunciar a los principios esenciales del comunismo.

 

El PSOE laminó el andalucismo

Para muchos fue sorprendente comprobar cómo en las primeras elecciones que culminaban el proceso autonómico andaluz, el partido más autonomista de todos, el Partido Socialista de Andalucía (PSA), el mismo que nos había descubierto la vida, pasión y muerte de Blas Infante, su obra, el himno, la bandera, Villa Alegría, su familia y la historia del sueño autonomista andaluz de principios del siglo XX, proceso frustrado por el golpe militar del 36. El partido que decía representar todos esos valores pinchaba estrepitosamente en las primeras urnas autonómicas. 153.709 votos obtuvo el PSA con un candidato moderado y muy conocido como primer alcalde de la democracia en Sevilla, Luis Uruñuela Fernández. El andalucismo, que entró en barrena tras estas elecciones, solo logró tres diputados. El PSOE fue más duro contra el PSA que contra la derecha en aquellos primeros comicios. Escuredo entró a saco en la casa común andalucista llevándose (con sueldos) a notables cuadros críticos con Rojas Marcos. Después se sacó de la manga lo del ‘nacionalismo de clase’ para el programa congresual del PSOE-A celebrado en Granada, algo que nunca nadie supo explicar, cuyo propio nombre, ‘nacionalismo de clase’, era una gran contradicción en sí mismo. Al cabo de los años, el sueño de aquella generación protagonista del segundo intento por resucitar el andalucismo político, quedó plasmado y resumido en escenas con grotescas peleas internas entre las tribus del sevillano Alejandro Rojas Marcos y las del jerezano Pedro Pacheco, dos caracteres fuertes y dominantes que, en el fondo y en las formas, se acabarían cargando el proyecto nacionalista andaluz. El nacionalismo andaluz, además, no fue capaz de resolver previamente otro nacionalismo – el de los orgullos provinciales heridos que ahora se ponen nuevamente de moda- que sin duda fue uno de los puntos débiles que le condujo paso a paso a la desaparición. El canje de la alcaldía de Sevilla sacrificando Granada y Hueva fue una de las primeras bombas de racimo que estallaron en el andalucismo político, por no hablar del amplísimo espectro ideológico que coincidía en sus filas, desde jornaleros a empresarios, con el nacionalismo andaluz -nunca separatismo- como denominador común en todos ellos. La gente nunca supo con certeza si el PSA era de izquierdas o de derechas, todo dependía de los sitios, la hora y el interviniente que hablaba.

 

Listas sin mujeres: solo 6 de 109

Un repaso a los nombres y apellidos de quienes integraron candidaturas políticas hace 40 años, nos aporta datos muy curiosos sobre como ha ido evolucionando la política andaluza y sus actores principales, sobre todo jugando con la ventaja de conocer de antemano como acabaron muchos su trayectoria política. Algunas  revelaciones son especialmente duras e infumables desde el punto de vista sociológico y político, como comprobar qué pocas mujeres fueron incluidas en las listas y las pocas que inscribieron los partidos sin posibilidades de lograr escaño al no ubicarlas en puestos de salida. De 109 escaños solo 6 mujeres lo ocuparon, cuatro socialistas y dos independientes de UCD y AP.

 Es especialmente remarcable que las elecciones del 23 de mayo del 82 liquidaron para siempre el ‘buen rollito’ general que reinaba desde hacía tiempo entre los pro autonomistas, los luchadores por la autonomía, un buen clima generado sin duda por el ‘todos a una’ que había venido presidiendo todo lo sucedido desde hacía cuatro años y cinco meses, justo desde las manifestaciones masivas del 4D-77. Si hubo conatos de crispación durante ese tiempo fueron escasos y la mayoría de veces calentados por las porras de los gobernadores civiles, algunos recordaban bastante a los antiguos Jefes Provinciales del Movimiento. 

Cuando el presidente preautonómico Rafael Escuredo firmó el 8 de marzo del 82 el decreto 18/1982 convocando las primeras elecciones autonómicas se puso punto y final a ese clima de consenso político y complicidad bastante generalizado hasta entonces. Partidos, empresarios, políticos, intelectuales, artistas, periodistas y sindicalistas fuimos reubicándonos en un nuevo escenario, cada mochuelo en su olivo y cada uno con sus responsabilidades defendiendo sus propios intereses. Una vez lograda la autonomía, votando nuestro parlamento por vez primera, se había dejado de defender a coro lo que habían exigido mayoritariamente los andaluces como marco político de convivencia. Ya la teníamos. Entrábamos en la más encarnizada lucha entre partidos para la consecución del poder en la Junta de Andalucía.  Y, cuatro décadas después, en eso seguimos.

 

El paro andaluz, 40 años después 

Andalucía tenía hace 40 años registrados en el mes de junio un total de 423.000 parados, de los cuales 214.000 eran menores de 25 años. En aquellos tiempos, como ahora, lo que escondían los datos oficiales del paro era escalofriante, especialmente entre una juventud sin futuro, datos oficiales puestos en duda muchas veces ante la cruda realidad que se veía a diario en calles y polígonos industriales. Durante 1980 España registró 1000 nuevos parados diarios. 

Cuatro décadas después, en el primer trimestre de 2022, la cifra de parados andaluces asciende a 775.900. Somos la segunda comunidad en porcentaje de parados con el 20,8% en el ranking del paro español, tras la, por desgracia también, imbatible Extremadura. En 1982 el porcentaje de andaluces en paro alcanzó el 20,57%, solo tres décimas más que en la actualidad.

Cuatro décadas después seguimos liderando los datos de paro en ciudades como Jerez, Algeciras o Sanlúcar de Barrameda metidas en un arco que va entre el 27% de Chiclana al 34% de La Línea, y que encabezan el ranking de municipios andaluces con más parados.

La ciudades que menos índice de paro registran hoy en Andalucía son El Ejido (gracias a su agricultura intensiva bajo plástico) con el 13,32%, Marbella con el 13,81, Estepona con el 14,43 y Rincón de la Victoria con el 15,19.

Cualquier observador reconocerá que el gobierno de los malagueños Bonilla&Bendodo cosechará buenos resultados el 19J en su granero tradicional de votos, Málaga, ciudad y provincia en la que se han volcado sin complejos desde el gobierno de la Junta en estos tres años y medio.

 El PP ha hecho con Málaga lo que nunca se atrevió a hacer el PSOE con Sevilla, acomplejado la mayor parte de las veces ante cualquier grito lejano que les llamase «centralistas» o «sevillanos» o ambas cosas. El propio alcalde de Sevilla, el socialista Antonio Muñoz, me lo reconocía hace unos días en la tertulia de Fernando Pérez Monguió en 7TV, recordando el hoy alcalde cuánto se debatían y meditaban en la Junta, en su etapa de DG, los asuntos que pudieran considerarse una inversión para Sevilla, precisamente para no herir susceptibilidades. Muchos dirigentes socialistas (no sevillanos) participaron de la idea de que con la Expo92, Sevilla quedó más que servida.

El PP ni se lo ha pensado, hasta en la extensa lista de altos y medianos cargos de libre designación la derecha gobernante ha apostado, también sin complejos, por una inmensa mayoría de paisanos malagueños. Por ejemplo manejando la RTVA tenemos un gran ramillete de ilustres ‘boquerones’ que bien se han encargado de que en estos tres años Canal Sur TV parezca una costeada tele provincial malagueña. Eso sí, de la que pueden disfrutar todos los andaluces, que para eso la pagan.

 

El PSOE se cobró los intereses del 28F

Al rememorar momentos históricos como lo fue el 23M de 1982, lo peor de todo es comprobar cómo se han sucedido los gobiernos y las elecciones y el problema del paro sigue siendo el principal que confiesan los andaluces padecer desde hace 40 años, cuando periódicamente les preguntan en las encuestas para los políticos. Quizás ahora se entienda mejor porque solo los socialistas han celebrado esta cita clave en la historia política reciente de Andalucía, porque fue su mejor cosecha, sembrada y cultivada pacientemente hasta el 28F. La derecha sembró de abstenciones y votos en blanco el proceso autonómico andaluz, y a la hora de la verdad en las urnas les pasó factura durante décadas. No estaría de más que la derecha, antes de reivindicar hoy el espíritu del 28F o explotar, ahora, la figura y la herencia política de Manolo Clavero, escuchasen lo que dijo Manuel Fraga Iribarne la noche misma del referéndum andaluz, en directo, ante un micrófono de la SER.

 

 

Sismogramas

 

Maletines. Empieza a sospecharse por qué el PP pone sordina a este escándalo, con una pretendida mordida de cinco millones de por medio, y del que muy pocos hablan. Está claro, solo hay que pasarse por el registro Mercantil y cruzar nombres. Demasiadas gaviotas carroñeras sobrevolando.

 

Camareros. Faltan camareros se lamentan los empresarios. Paguen mejores sueldos dicen los trabajadores. Pagamos lo que dice el convenio, responden. ¿Y si se cotizasen a la SS las horas reales que trabajan en el sector? Desde la Federación de Empresarios de Hosteleria, Don Gregorio García, lo tiene claro y zanja: «no hay vocaciones suficientes».

 

Susana. La expresidenta de la Junta no está destacando en la precampaña andaluza de Juan Espadas y del PSOE-A. Porque ella no quiere o ¿porque a los estrategas electorales del partido consideran que ya no suma votos? Error, sea cual sea el motivo.

 

Yolanda. El último CIS le da el único aprobado en valoración de líderes con un 5,05%. «Sumar» es el nombre elegido para intentar una gran confluencia en la izquierda radical española liderada por Yolanda Diaz con Podemos recelando sin ponerlo fácil, olvidando quizás que ese mismo sondeo de Tezanos les da a los morados un 9,5%, frente al 12,8 que tuvieron en 2019.

 

Cuca. Cuentan gentes del PP que la Sra Gamarra ya ha tenido ocasión de delimitarle el campo de juego al coordinador Elias Bendodo que, formalmente, depende de ella como Secretaria General del PP. Ya le ha dicho que se ha acabado lo de tomar iniciativas sin consultar previamente.

 

Cuco. El llamado Caso Marta del Castillo ofrecerá esta semana un nuevo episodio con la vista oral contra el conocido como «Cuco» del que se sospecha que nunca dijo la verdad. Anuncia grandes revelaciones… jurídicas. Saber dónde está el cadáver de Marta seguirá siendo una pregunta sin respuesta y la prolongación de la larga tortura familiar.

 

Macarena.  La Junta Electoral de Granada ha dado luz verde para que Olona sea finalmente la candidata de Vox a la Junta. Los demócratas han respirado para sus adentros, ya que el escenario que se dibujaba, lo mirases por donde lo mirases, siempre beneficiaba los intereses del partido no democrático. 

 

Halsa/Términus.  Una documentación, hasta ahora inédita para la causa por corrupción que salpica directamente al PP de Almería, ha llegado a Fiscalía y ésta la ha remitido a la juez instructora. Independientemente de la valoración procesal que le merezca lo aportado a la magistrada, quien la ha presentado sostiene que se aportan claves suficientes como para determinar la posible existencia de una organización criminal para delinquir saqueando dineros públicos.