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A vueltas con el 2%

Certifico que, anteriormente, en la primavera de 1992, la DDN 1/92, de Felipe González, ya especificaba el objetivo presupuestario de gasto en defensa del 2% del PIB.

Con ocasión de la Cumbre Atlántica de Madrid, del final del pasado mes de junio, Sánchez, exultante por la publicidad personal que le brindaba el encuentro, se comprometió explícitamente a elevar el presupuesto de defensa hasta alcanzar, en 2029, el 2% del PIB. Eso supone sucesivos incrementos en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para duplicar el porcentaje presupuestario en defensa en el plazo de 7 años. Pero solo han pasado tres meses desde aquel compromiso para que  el propio Sánchez, paradigma de alergia a la verdad y al cumplimiento de su palabra ―perdón por la redundancia―, votara telemáticamente (Covid mediante), el pasado jueves, en el congreso de los diputados, en contra de aumentar el gasto de defensa en los PGE 2023. Consecuentemente, el incremento presupuestario para 2023 está en almoneda. Veremos por dónde sale la ministra de defensa, Margarita Robles, quien no pierde ocasión de resaltar que el compromiso de España con la OTAN es “serio, fiable y creíble”.  

Hay que reconocer que la pelota viene botando desde lejos. Desde antes de la  Cumbre Atlántica de Cardiff (2014), donde ya se acordó tal cifra para todos los aliados en la OTAN. Tampoco fue incluido en la Directiva de Defensa Nacional (DDN) del 2000, de José María Aznar, como algunos pretenden. Certifico que, anteriormente, en la primavera de 1992, la DDN 1/92, de Felipe González, ya especificaba el objetivo presupuestario de gasto en defensa del 2% del PIB. Mandato que nunca  fue cumplido. Ni tan siquiera, por la propia Administración de quien rubricaba la Directiva. Fue muy escamante que, poco después de difundirse el documento a los ministros, el entonces ministro de defensa, Julián García Vargas, se quitara el muerto de encima explicando en los medios que ese 2% era un mero “objetivo tendencial” (está en las hemerotecas). Ni qué decir tiene que el tema fue soslayado por las siguientes administraciones (Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez). 

Y en esas seguimos. Al pomposo compromiso por el 2% de Sánchez con Biden, la OTAN, España y las FAS se le está poniendo cara de luna de Valencia. Es de suponer ―lo veremos a no tardar―, que ahora Sánchez trate de justificar la no inclusión en las cifras del  capitulado de defensa, el aumento de gasto que inicie el camino hacia el 2% del PIB. Posiblemente, se recurrirá a algún mecanismo del nutrido saco de trampas y enredos que, sobre una ocurrente ingeniería presupuestaria, atesora la coalición sanchistapodemita; llámese fondo de contingencia, o dinero de Bruselas para innovación digital, o cualquier otra “ratería” que no incremente el déficit. Pero no es lo mismo comprometer un gasto por la vía presupuestaria (con previo control parlamentario), que por la meramente ejecutiva extrayendo el dinero directamente del tesoro. De esa forma, las dos formaciones gubernamentales tratarían de salvar la cara. Los sanchistas alegando un incremento real de los gastos defensivos, y los podemitas escudándose en que los presupuestos no recogían incremento alguno.  Queda por ver si la OTAN, la Comisión Europea y el congreso de los diputados se ceban o no con el engaño. Con un embeleco con el que Sánchez gane tiempo para, ante el probable caso de perder las generales de 2023, pasar (en castizo) el marrón al siguiente.  Y así no salimos del hoyo.