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Abducciones a destajo

No dejéis que os convenzan de que la gente del otro lado es distinta. Tienen las mismas aspiraciones y deseos para sus hijos y el futuro.

 

Por tal de evadirme un poco de las inquietantes noticias de la actualidad, mariposeo por las cadenas televisivas y, aunque poco néctar hay, libo a veces en una con documentales de alienígenas. Hecho una abeja, rebusqué en el panal de mi perezosa memoria y comenzaron a surgirme paralelismos con algunas cuestiones viscosas del  panorama español.

Desde mediados de los años setenta, los ufólogos —esos extraños personajes entre los cuales milito de aprendiz por aspirar al amor del misterio—  entrevistaron a testigos llevados con malos modales al interior de ovnis (objetos volantes sin identificar), aterrizados. A algunos de estos vehículos les da por aparcar en este singular planetita y, supuestamente, algunos terrícolas sufren exámenes biológicos recibiendo el nombre de abducidos. O sea, por si careciéramos de acometidas a la libertad pues también los del más allá usan el despotismo para enriquecer su ciencia o, tal vez, hacernos híbridos a genetismos forzados. Dicho lo cual, quede toda suposición, aunque recomendaría leer algunas referencias ―existentes en una extensa literatura― para no escapar demasiado pronto del embrollo.

Cuentan mis amigos ufólogos la existencia de  una misteriosa inteligencia ocupada en una manipulación pedagógica de los humanos. Los ocupantes de las naves ―dicen― tienen su origen en avanzados reinos y niveles vibratorios del Cosmos donde imperan leyes físicas y mentales distintas porque el esquema de sus cosas no resulta automático ni obedece al azar, sino regido por la ley y el orden, tan anhelados en estos tiempos de confinación… Pues también  la CIA —como no iba a estar de por medio— filtra a cuentagotas informaciones y desinformaciones, realidad y ficción para conseguir enturbiar la verdad y evitar riesgos de histerismos sociales. Su objetivo, el de la CIA, consistiría en acostumbrarnos muy lentamente a convivir con los  “infiltrados”. Y ya puestos, acabar de inmediato con el virus de marras, podría ser cuestión de poca monta para nuestros compañeros llegados del Cosmos.

En estos casos, nada tan aconsejable como ponerse en manos de psiquíatras especializados en regresiones. Deberíamos experimentar el diván, con tal de conocer si la realidad lo es o todo responde a los fallos de un cerebro imperfecto o regresivo, acaso prisionero parcialmente de las brujerías de nuestros ancestros.

Pues bien, cambio de tercio. Inflamados los separatistas, y solo frenados ocasionalmente por el patógeno de marras, podríamos llamarles autoabducidos por una historia amañada por ellos mismos. Entonces, puesta en una mano las autonomías  —unidades separatistas de destino en lo universal— y en la otra los misterios del Universo, podríamos observar el inestable fiel de la manual balanza.

Ante tal centón les recomendaría a los exaltados nacionalistas pensasen en la vida como fugaz vistazo a las maravillas del Universo y la pena de malgastarla con quimeras. Transcribo las palabras de don Antonio Enríquez Savignac, eminente biólogo: «Aquí, en España, algunos están dispuestos a dividirla sin razón. No dejéis que os convenzan de que la gente del otro lado es distinta. Tienen las mismas aspiraciones y deseos para sus hijos y el futuro. El alfabeto genético es el mismo: todos estamos estructurados en el mismo idioma. Más de la mitad de los hombres fueron víctimas de la peste negra y los sobrevivientes tuvieron una mutación que les dio inmunidad. Pues si apenas estamos empezando a controlar nuestra genética, si la vida fue el producto azaroso de unas condiciones insospechadas, podemos aaventurar el fin de la evolución natural».

Por último, sorprenderme por el triste record de los EE.UU. tanto por el número de muertos a causa del  virus como en el de abducidos. En fin, cada día es un regalo, oportunidad para sorprendernos mientras nos acercamos muy de prisa al Homo Evoluti. ¡Ojalá lleguemos y sea para mejor con la aquiescencia del virus, compañero indeseado y libre en su destino de cualquier juicio sumarísimo!