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Ana Pastor

Pepe Fdez
Pepe fernández

Personalmente pienso que ha sido un acierto de Mariano Rajoy proponer a Ana Pastor, aunque fuese como tercer plato tras Cospedal y Fernandez Díaz, como presidenta del Congreso. Y ha sido una buena idea porque la Sra Pastor, que lleva años en la vida pública ocupando infinidad de cargos de relevancia e importancia, siempre cumplió su papel con decencia, eficacia y notablemente alejada del sectarismo tan al uso en el bipartidismo político español.

Además ningún titular de corrupción le ha afectado de lleno en su trayectoria que, puestas como están las cosas, tiene gran mérito.
Pero hay que alegrarse especialmente por los miles y miles de militantes del PP en toda España quienes, al fin, podrán ver alguien de los suyos sin mancha ni sospecha colocados en primer plano de la política.
El Partido Popular ha entrado en una espiral diabólica desde el estallido del caso Gürtell y Bárcenas. No se salva nadie, ni siquiera Rajoy al que Albert Rivera llegó a acusar en el debate a cuatro, hace solo unas cuentas semanas, de haber trincado sobres marrones con billetes de quinientos en negro. Palabras que, visto lo visto, fueron solo eso, palabras que se llevó el viento aunque permanezcan en la videotecas para la historia de las mentiras electorales de los que llegaban para regenerar la vida pública.

Tenían motivo los populares este martes 19 de julio para estar eufóricos por como les había salido la jugada.

Ana Pastor tiene fama de ser una mujer eficaz, amén de ser de la absoluta confianza del presidente en funciones, y su elección no es casualidad. La XII Legislatura que acaba de arrancar nace con nubarrones similares a los del invierno pasado y Mariano Rajoy y el PP, en franca debilidad, le han arrebatado el gobierno del Congreso a la izquierda. Una baza que Pastor sabrá jugar con habilidad e inteligencia.
Tenían motivo los populares este martes 19 de julio para estar eufóricos por como les había salido la jugada. En la carambola había caído Celia Villalobos, durante 13 años vicepresidenta del Congreso, el descuelgue de la malagueña no parece que haya generado escenas de duelo dentro del PP, especialmente entre los jóvenes leones de la regeneración de la derecha.
De todas formas, tras comprobar como la derecha le ha arrebatado el control del Parlamento a la izquierda – no hablemos ya del Senado de mayoría azul absoluta– es cuando empiezan a quedar en evidencia ante amplios sectores del electorado de izquierdas los graves errores cometidos por los politólogos universitarios de Podemos que, arremetiendo contra el PSOE de la cal viva, acabaron ayudando al PP de Mariano Rajoy. Objetivamente la correlación de fuerzas en el Congreso, tras el 26J, no es mejor que la del 20D visto desde la izquierda. Así, ver sentada a Ana Pastor en la presidencia del Congreso, es la primera consecuencia palpable que perciben los votantes de izquierdas de que ir a unas segundas elecciones fue un error, un inmenso error. Y, le guste o no, en la mochila de Pablo Iglesias lleva gran parte de la responsabilidad de lo sucedido.