Más que “¡Andaluces, levantaos!” lo que me pide el cuerpo decir en estas semanas tan cruciales es “¡Andaluces, espabilad!” Porque como no espabilemos, que sepáis que el revolcón va a ser de aúpa.
Nos pillará el toro y volverá la España de charanga y pandereta, la de cerrado y sacristía… El otro día no daba crédito cuando escuché a uno de los muchos «soldados» de Vox que dan miedito reivindicar en un comisión parlamentaria a Camela, Lola Flores y Manolo Escobar. Lo hacía al tiempo celebraba que Chanel hubiera triunfado en Eurovisión vestida de torero. Como no daba crédito a lo que estaba oyendo, horas más tarde repasé la grabación y el diario de sesiones y ahí estaba el joven ultraderechista reivindicando también… ¡las cintas de gasolinera! Les prometo que no me invento nada: fue el 24 de mayo. En Madrid. En el Senado. Sí, en 2022… el pasado martes. Esta es la cera que arde, esto es lo que nos espera como no espabilemos.
¡Andaluces, levantaos!; ¡Andaluces, espabilad!
Si estuvieran vivos, no creo que Manolo Escobar, que era de derechas, es verdad, se dejara utilizar por estos facinerosos. Y en cuanto a Lola Flores, con el carácter y la personalidad que tenía… me puedo imaginar el pollo que les habría montado si se les hubiera ocurrido utilizar su nombre como lo están haciendo. Una profanación.
Por si no habíamos tenido suficiente ración de España en blanco y negro, casposa y maloliente, por la tarde de ese mismo día me esperaba otro buen berrinche cuando supe que ese peligroso muchacho, tan melifluo como fascista, a quien Fernández Mañueco ha convertido en vicepresidente de Castilla y León, había insultado en sede parlamentaria a una procuradora socialista que se desplaza en silla de ruedas porque posee un porcentaje importante de discapacidad. “Le voy a hablar como si fuera usted una persona normal”, llegó a espetarle. Pero ¿se puede ser más desvergonzado, más irrespetuoso, más pendeciero y maleducado?
¡Andaluces levantaos!; ¡Andaluces, espabilad!
Porque como no espabilemos acabaremos infestados de ejemplares femeninos como la ultra Carla Toscano, quien este jueves lamentaba en el Congreso de los Diputados que ya no hubiera albañiles que le dedicaran requiebros desde los andamios. Como lo oyen: «Da pena –dijo textualmente- no volver a oír ciertas cosas por la calle. ¿Recuerdan el «díme cómo te llamas y te pido para Reyes», «Eso es un cuerpo y no el de la Guardia Civil»? Es una pena que su odio a la belleza y al hombre nos hagan perdernos esas formas de ingenio popular”. ¡Ea! ¡Arsa! ¡Maldita sea! Perdonen, que voy a vomitar y ahora vuelvo.
Para quienes no sigan la actualidad al minuto les puedo asegurar que todo lo que les estoy contando está documentado tanto en los diarios de sesiones como en soporte audiovisual. Como lo están las afrentas de Macarena Olona en su despedida camino de Salobreña como paso previo a montar sus próximos pollos en la sede del Parlamento andaluz, como están documentados también los bulos de Espinosa de los Monteros insultando a Pablo Iglesias todavía a estas alturas, con el consentimiento de la cada vez más decepcionante Meritxell Batet.
Meritxell Batet, sí, esa joven socialista catalana que apuntaba maneras cuando tomó posesión de la presidencia del Parlamento, o al menos a mí me lo pareció, y que nos ha acabado saliendo rana dedicándose a reprender a Gabriel Rufián cuando llama delincuente al emérito, lo que no deja de ser una suave y hasta respetuosa descripción de la realidad; y permitiendo en cambio al día siguiente que Espinosa de los Monteros, ese ultraderechista cuyo padre figura entre los promotores de una iniciativa pro-emérito llamada “Concordia Real Española” mienta como un bellaco tergiversando una información sobre el anterior vicepresidente del gobierno.
¡Andaluces, levantaos!; ¡Andaluces, espabilad!
Porque esta distopía es la que nos espera como no pongamos pie en pared antes de que sea demasiado tarde. Hoy aún estamos a tiempo. No vale ponerse a llorar el 20 de junio si hasta el día 19 nos hemos dedicado a mirar al tendido y a pensar que quienes avisamos de la tragedia que se nos puede venir encima si los fascistas llegan al gobierno andaluz somos unos exagerados y unos alarmistas.
¿Es que no lo veis? Cada día que pasa nos comen un poquito más el terreno. Y nosotros, en Babia ¿Estamos tontos, o qué?