Jose Manuel García Otero 31 posts 0 comments

Este país se cayó tantas veces del alambre que ya no quedan huesos sanos y percibo demasiadas fronteras desde la ventana de mi casa.

Yo he visto morir a mucha gente y todos son iguales. Se apagó la luz y ya nada importa. No tienes frío. El tiempo se detuvo. No hay nada.

Rey para los Reyes, José Antonio, califa de Utrera, emperador del imperio nervionense que es el lugar que pisan los corazones sevillistas.

Perdona por ignorar las espinas que abrazaban tu dolor y no romper en mil pedazos las nubes que amurallan un atardecer.

Anoche me robaron los sueños y todavía quiero caminar por ese alambre donde se ve el mar y la brisa es el perfume de una canción desesperada.

La felicidad somos todos en medio de la calle, tiene mil caras y mil razones para que en esa calle nadie pierda. Todos ganamos por un día.

Soy una flor que se secó esperando el invierno y quise recorrer tu casa pero me olvidé las llaves y no supe tu nombre.

La verdad se ha escondido cuando más la necesitas. La verdad no sabe dónde mirar porque todo contamina y nadie quiere ver el lado bueno de las cosas.

Los muertos siguen ahí, anónimos, desubicados, malditos, desaparecidos. Siguen vivos los que perdieron su rostro y el número de su cédula. No se olvidan.

Quiero decirte tanto que no sé nada de ti, del rastro de nubes grises que dejaste cuando la puerta de tu casa se cerró y las amapolas lloraron tu ausencia.