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Autopsia a una nación

Aprovechan la crisis para avanzar sus posiciones, para seguir abriendo y cortando miembros del que creen cadáver de una nación.

 

No existe el Gobierno de España. Existe un centro de poder de dos partidos políticos que actúan según sus intereses ajenos al de la nación. Así queda de manifiesto con el viaje a Bolivia del jefe del Estado y el vicepresidente segundo del Gobierno, evidenciando el riesgo que corre nuestro país.

 

El vicepresidente comunista aprovecha el viaje de Estado para, haciendo diplomacia paralela y con el apoyo de Rodríguez Zapatero, suscribir un manifiesto contra la extrema derecha golpista que en España es dirigido contra PP, Cs, y Vox, y también contra quienes tenemos un sentimiento de España como patria, la defendemos como Estado-nación y apoyamos la Monarquía como dique de contención contra las pretensiones de ruptura del país. Que quienes defienden las dictaduras de Cuba o Venezuela ataquen a partidos demócratas tachándolos de extrema derecha evidencia lo impune que se sienten. Les estorba la libertad y la democracia. Nunca entenderé qué pinta ahí Zapatero, en cuyo primer mandato se consiguieron los mayores avances sociales de la democracia española. 

 

España tiene un enemigo interno, su caballo de Troya. El odio a la lengua, la bandera y a quienes creemos en España como una nación sin someternos a los dictados de su pensamiento único talibán. Si pensamos distinto y nos negamos a aceptar su imposición somos fascistas. Así se comportan hoy las cúpulas de PSOE, UPodemos, Bildu, ERC, CUT, JxCat, PNV y otros contra cualquiera que se manifieste orgulloso de ser español.

 

España está hoy en una mesa de autopsia rodeada por sus enemigos que han sido convocados allí por el PSOE de Pedro Sánchez. No es la primera vez que ha estado en esa situación en sus siglos de historia como nación. En la Primera República, los cantones provocaron varias guerras con muertos entre distintos territorios, tratando sus líderes señoritos de medrar creando sus cortijillos convertidos en Estado tras trocear España. En la Segunda República estuvimos cerca de caer en manos del comunismo más sanguinario, que asesinaba a sus rivales políticos previa amenaza en el congreso, acabando en manos del fascismo franquista que no era peor que la dictadura bolchevique que pretendía Largo Caballero. 

 

La autopsia lleva tiempo ejecutándose. Ya están en la fase de desmembramiento del cuerpo, por ejemplo, adoptando medidas contra la lengua de la nación que usan cientos de millones de personas, dificultando su uso en su propio territorio nacional. Una nación que toma medidas así se está suicidando lentamente. O publicando en el BOE un organismo contra la esencia de las democracias, la libertad de expresión, con el “Ministerio de la Verdad” dirigido por los colaboradores del presidente del Gobierno. Un gobierno que quiere decidir qué es verdad o mentira no quiere serlo de una democracia.

 

Unos políticos que viven como señores feudales, con privilegios salariales en una nación con millones de pobres no merecen respeto. Una sociedad donde se permiten comportamientos como los que vemos aquí, de coches oficiales, mamandurrias, enchufismo, chiringuitos, vida de maharajás del jefe del Estado y del primer ministro y sus familias, libre disposición de fondos de los ministros, empresas públicas y otros entes no es una democracia. Es otra cosa.

 

Una pandemia que no entiende de fronteras, un Gobierno ausente y 17 entes tomando decisiones para cada territorio entre decenas de miles de cadáveres. Ni una pandemia, la mayor en un siglo que nos trae muertes, pobreza, miseria y colas de hambre, los detiene. Aprovechan la crisis para avanzar sus posiciones, para seguir abriendo y cortando miembros del que creen cadáver de una nación. Se equivocan. La nación sigue viva. Los patriotas no se rinden.