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Crisis en el PP: ¿Éxito de una comunicación política estratégica?

A la luz de la comunicación política, ¿cómo podemos explicar lo ocurrido en el Partido Popular?

 

Los ciudadanos comprometidos e interesados en los procesos políticos suelen presenciar desde el burladero social algunas dinámicas con la que nos sorprenden de forma cíclica nuestros representantes. En esta ocasión, el avispero en el que se ha convertido la ejecutiva del Partido Popular en las últimas semanas, y que ha terminado con la cabeza de Pablo Casado rodando por el suelo, nos hace reflexionar sobre una cuestión con la que investigadores y académicos solemos lidiar: la modelización del impacto real de la comunicación política estratégica.

 

A menudo percibimos que muchos de nuestros estudiantes fantasean con el papel de los consultores, y los ven como esos gurús imbatibles y certeros, casi rodeados de oscuridad, que se sientan en sus despachos de maderas nobles de las zonas más caras de las capitales y, mientras fuman un puro habano y apuran un ron en las rocas, diseñan estrategias infalibles con las que aseguran la situación competitiva de sus clientes o, en muchos otros casos también, frustran definitivamente la proyección futura de sus rivales. Sin duda, esta visión pone encima de la mesa un cliché con el que sueñan los estudiantes de ciencia política, pero muy lejos de la realidad, en muchos casos sobrevalora el papel real de la comunicación política.

 

Primero, no podemos obviar que, como en todos los negociados, hay consultores buenos y otros menos buenos, experimentados y noveles, con una formación especializada y formados en los pasillos de las sedes de los partidos políticos. Eso es un hecho que puede servir de variable explicativa, y más en un país como España donde el nivel de profesionalización (que no necesariamente profesionalidad) de la consultoría no es especialmente llamativo. Segundo, el desarrollo de los fenómenos sociales y políticos son producto de escenarios multivariables, esto es, no hay hechos políticos que puedan explicarse de forma monocausal. De este modo, asumir que los exsumos en el mundo de la política son exclusivos de estrategias comunicativas bien o mal elaboradas, no deja de poner en evidencia los límites de algunos modelos explicativos que se han podido leer en estos días. Tercero, el mundo de la consultoría debe basarse en el conocimiento acumulado de experiencias investigativas aplicadas. Los datos, convertidos en información, y después en conocimiento, son los que realmente acaban limitando los umbrales de vulnerabilidad de las estrategias, aumentando las probabilidades de que un desenlace deseado ocurra, y reduciendo las posibilidades de que otros nunca cristalicen. Este es el panorama ideal de la elaboración de estrategias que presentamos en las aulas universitarias, pero lo cierto es que el mundo frenético, a veces al son de ritmos delirantes, en el que el complejo escenario de la comunicación se desempeña, aumenta frecuentemente la distancia entre lo deseable y lo realizable. De una forma más clara, la política es un mundo complejo, interdependiente y abierto en el que consultores y políticos se encuentran muchas veces condenados a actuar con una lógica de ensayo y error, y otras tantas de forma improvisada y reactiva. 

 

Finalmente, a la luz de la comunicación política, ¿cómo podemos explicar lo ocurrido en el Partido Popular? Por un lado, el contexto que imponen las tensiones internas inherentes a los partidos (más intensas aún cuando no están en una posición de gobierno ni tienen previsto estarlo en el corto plazo), nos ayudan a comprender algunos elementos. Por otro lado, probablemente haya un componente determinante en la forma de comunicar las cosas por las partes enfrentadas: quizás no se hayan previsto correctamente algunas reacciones; probablemente se puedan señalar algunos errores en los planes de comunicación de crisis; puede que algunos de los actores involucrados manejara los tiempos de forma inadecuada… En política es fácil especular a través de contrafácticos (si Casado hubiera dicho “tal”, no hubiera pasado “cual”) pero no hay forma de saberlo de forma exacta. 

 

Concluyendo, la comunicación tiene sin duda un papel determinante en esta traviata, pero debemos ser cautos a la hora de hacer estimaciones precisas sobre la dimensión que tiene ésta en algunos microprocesos políticos de gran impacto.

 

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