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Cuando Andalucía mandaba en Madrid

Pepe Fdez
Pepe Fernández

Ayer, mientras transcurría el pleno de investidura de Mariano Rajoy, el cronista recalaba de vez en cuando en recuerdos del pasado. Por ejemplo cuando a finales de los 70, principio de los 80, los periodistas andaluces grabábamos en “una torta” ( cinta magnetofónica gigante y a 3/4 de velocidad) los animados debates que se sucedían en la Carrera de San Jerónimo. Y lo hacíamos para, al día siguiente, poder trasladar a los andaluces aquellos pasajes de interés donde se hubiese hablado de Andalucía. Era la época en la que, gracias a la presencia de cinco diputados andalucistas en el Congreso, nuestra comunidad estaba singularmente presente en los debates de la cámara baja. Los andalucistas siempre daban titulares. Material no les faltaba en la Andalucia instalada aún en el subdesarrollo. Las intervenciones de diputados andalucistas como Alejandro Rojas-Marcos, Miguel Angel Arredonda, Juan Carlos Aguilar, Diego de los Santos… espoleaban a un PSOE sorprendido e irritado ante el empuje electoral del PSA (luego PA) que llegó a obtener en 1979 más de 325.000 votos. Un zarpazo, además, en un territorio que estaba aún por conquistar electoralmente por el PSOE.
Aquel arranque de la transición política, por lo que respecta a nuestra comunidad, tuvo su punto álgido con motivo del referéndum para la autonomía el 28 de febrero de 1980. De hecho hay quien sostuvo que el pinchazo de UCD en el referéndum autonómico de Andalucía fue «el principio del fin político de Adolfo Suarez» como primer presidente democrático. No les falta razón, aunque existieron otras factores más ocultos, hoy de todos conocidos. Pero ayudó y mucho el desastre andaluz plagado de trampas y maniobras desde «el centralismo» que fracasaron.
Así, desde el arranque de la joven democracia española, Andalucía ha tenido un papel destacado e indudable en el debate político español.

Felipe y Alfonso

Luego llegarían Felipe González y Alfonso Guerra al complejo de La Moncloa, dos sevillanos ejercientes, lo que supuso en cierta medida que Andalucía se situase al mismo nivel de influencia – o más– que Cataluña y el Pais Vasco en Madrid. Exactamente eso fue lo que votaron los andaluces contra viento y marea un 28F, estar de igual a igual a las nacionalidades llamadas “históricas” en el nacimiento de una nueva era en un nuevo país.
Desde luego lejos de reinvindicaciones independentistas como ha asegurado desde el desconocimiento más evidente el líder de Podemos Pablo Iglesias.

Por razones obvias el asunto catalán o vasco ocupó buena parte de las intervenciones, pero a nadie se le escapa que no solo la unidad territorial de España está en cuestión, detrás, al fondo, está el reparto equitativo y solidario de los impuestos de los españoles.

En definitiva, gracias a la batalla del pueblo andaluz por su autonomía en 1980, Andalucía logró enviar como territorio políticamente influyente a Madrid a destacados paisanos, ya de la UCD ya del PSOE en puesto decisivos y relevantes. Entre los primeros figuran nombres como los de Soledad Becerril, Manuel Clavero, Jaime García Añoveros, José Pedro Pérez Llorca, Felix Manuel Pérez Miyares y un puñado de cuadros centristas más –un joven Javier Arenas entre ellos– que fueron situados en puestos estratégicos de la administración española. Por ejemplo Miguel Sánchez Montes de Oca, uno de los artífices junto a Manuel Prado y Colón de Carvajal del 92 sevillano. En el PSOE, además de los citados, ocuparon destinos relevantes personas como Manuel Chaves, Pepe Griñán, Carlos Sanjuán, Enrique Linde, Leocadio Marín, Luis Yáñez, Carmen Hermosín, y un largo etc.
Por todo ello, mientras se celebraba el debate de investidura de Rajoy esta semana, uno se preguntaba qué queda de la visibilidad política que tuvo Andalucía en Madrid. Y, lo más importante, qué asuntos de interés general para los andaluces se sustancian dentro y fuera de hemiciclo.
Por razones obvias el asunto catalán o vasco ocupó buena parte de las intervenciones, pero a nadie se le escapa que no solo la unidad territorial de España está en cuestión, detrás, al fondo, está el reparto equitativo y solidario de los impuestos de los españoles. Ya veremos.

1979/2016, un dejá vu

Salvando las distancias en años vuelve a repetirse el mismo escenario constituyente de finales de los setenta. En aquel entonces dos políticos andaluces, Clavero y Escuredo, tuvieron una visión previa de la jugada y recurrieron a movilizar a los andaluces por primera y última vez en su historia de lucha por ser algo más que unos parias descamisados. La masiva respuesta en favor de la vía (rápida) del 151 de la Constitución nos situó políticamente al mismo nivel que Euskadi y Cataluña. Ese fue el gran activo político de Andalucia el 28F.

Andalucia solo relució en el debate de investidura a cuenta de la corrupción, poniéndola al mismo nivel que la Bárcenas, Gurtel, trama levantina, Rato, etc etc.

Pasados los años Andalucía no existe en el debate político actual. Bueno, sí, en el contexto de la Corrupción. Por cierto, con falacias que mil veces repetida algunos consideran ciertas: que los socialistas han sido cómplices del robo de mil quinientos millones públicos en los Eres en Andalucía. Algo que, si fuese cierto, supondría la apertura de miles de sumarios para reclamar, individualmente, el dinero ilegalmente entregado a miles de trabajadores afectados por los Eres de los años investigados. Cosa que ningún juez ha ordenado. Es, por tanto, falso que se hayan “robado” 1.500 millones. Es cierto, sin embargo, que el PSOE es políticamente responsable del robo de unos 150 millones, los que se estiman formalmente en los papeles judiciales.
Andalucia solo relució en el debate de investidura a cuenta de la corrupción, poniéndola al mismo nivel que la Bárcenas, Gurtel, trama levantina, Rato, etc etc. El eterno y tú más que tan cansado tiene al personal, mientras se sigue robando y malversando aquí y más allá.

El valor de un voto andaluz

Desde luego tiene su aquel escuchar intervenciones sobre cuestiones domesticas de decenas de lugares de España en virtud del resultado de nuestro sistema electoral, según el cual el voto de un andaluz vale mucho menos que el de determinadas comunidades o circunscripciones. Un señor de UPN puede hablar obras hidráulicas en Tafalla, pero un diputado por Granada no pregunta por el aislamiento ferroviario.
De tal manera que, metiendo todo esto en una coctelera, nos arroja un resultado desolador, decepcionante y de futuro preocupante.

Susana, la gran esperanza del PSOE

Si se fijan, hoy por hoy, Susana Díaz es la única dirigente política andaluza que es presentada como la persona más influyente del socialismo español. No obstante no conviene olvidar que a día de hoy Susana Díaz es solo una esperanza, la esperanza blanca del PSOE, sí, alguien con futuro federal, pero nada más. Es comprensible, por tanto, que para la mayoría de españoles la imagen de Andalucia y de su presidenta sea la misma cosa. Un maridaje en el que se incide especialmente desde la comunicación oficial del entorno de la Presidenta. Una asociación que, desde luego, no parece muy recomendable para la imagen de un pueblo tan diverso donde el PSOE ha empezado a perder su eterna hegemonía electoral. Ya ha perdido una vez frente al PP y ha empatado el pasado 26J.
Ni que decir tiene que, el PSOE-A, con un 25% de peso orgánico federal, tiene situados en la actual dirección a varios dirigentes como Antonio Prada, Micaela Navarro o Miguel Angel Heredia. Ellos y algunos más, no obstante, no tienen ningún tipo de protagonismo decisivo en la dirección de Pedro Sánchez.
Que no se hablase de Andalucia en el debate de investidura, desgraciadamente, no debe sorprendernos. Ni siquiera los de Podemos han sacado una marea sureña para que suene la voz del sur. Ya ni Gibraltar ni los submarinos atómicos merecen unas palabras. Pero no olvidemos que el problema no es que no se hable, el problema está en que no tenemos una delantera (política) con capacidad y fuerza en Madrid para que defienda los intereses de los andaluces. Ah, y lo de sacar a la gente a la calle es cosa de la vieja política, nunca más habrá un 28F en Andalucía.