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De aquí a las elecciones

Viene al pelo recordar ahora que eso de recurrir al futbol para desviar la atención es una de las muchas estrategias atribuidas a Franco.

 

La orgía feminista de la semana pasada confirmó el pronóstico de mi post  (“Estado de disparate”) sobre el zafio espectáculo, el martes pasado, en el pleno del congreso de los diputados, para la aprobación de la moción de ley rectificadora del bodrio “solo sí es sí”. La función fue sintetizada por la imagen de las dos ministras podemitas, la Montero y la Belarra, sentaditas y pegaditas la una a la otra, sobre un desierto, y al parecer helador, banco azul. Al día siguiente, también se corroboró el anunciado aquelarre callejero de feministas de todo pelaje, escenificando la grave fractura  interna del Gobierno con acusaciones de nazismo y otras lindezas similares a todo bicho viviente, que no comulgue con sus extravagantes ideas. Algo que resumió la ínclita “Pam”, secretaria de estado de Igualdad, acusando a los hombres de violadores. Sería interesante saber si tal afirmación es fruto de idiotez congénita, o bien de experiencia propia. Y, en este segundo caso, cuándo formuló la consiguiente denuncia.

 

Mirando hacia las municipales y autonómicas del 28 de mayo, se acerca el momento del cambio de escenario para aparentar tranquilidad y buen rollete en la repartición de la tarta electoral, entre los tres cuerpos gubernamentales: sanchismo, podemismo y yolandismo. Aunque, como las desavenencias entre ellos son muy profundas y difíciles de enmascarar, no les resultará fácil disipar ese trasfondo de división interna que tanto daño puede hacer a las respectivas expectativas electorales en 2023.

 

La  Semana Santa, a principios de abril, podría también ser salvadora en un sentido político.  Posiblemente, favorecerá que la moción de censura contra Sánchez, presentada por VOX, con Ramón Tamames como  mascarón de proa y señuelo presidencialista (al que pocos pronostican algún éxito), pudiera debatirse en la última semana del mes de marzo. Porque así, durante medio mes (la semana de la moción más la Santa), la atención mediática estaría focalizada sobre tales eventos. Periodo de tiempo que serviría, además, como somnífero para, a continuación, tratar de aparentar un clima de cordura gubernamental que difumine, en la olvidadiza mente de los electores, el olimpo de los despropósitos erigido tras la funesta exaltación de Sánchez a los altares monclovitas.

 

Ello es compatible con que, durante las siete semanas anteriores al 28M (que incluye la campaña electoral oficial), el respetable sea bombardeado por un enjambre de drones políticos apuntando, por ejemplo, contra la Guardia Civil (Instituto ejemplar con algunas ovejas negras, que la propia institución está expurgando). O contra el Barcelona FC por el escándalo de los árbitros. O contra el Real Madrid CF  por el acuerdo, de hoy, de su junta directiva, para “en defensa de sus legítimos intereses, personarse en el procedimiento (contra el Barça) en cuanto el juez lo abra a las partes perjudicadas”. Viene al pelo recordar ahora que eso de recurrir al futbol para desviar la atención cuando las cosas vienen mal dadas es una de las muchas estrategias atribuidas a Franco y copiadas primorosamente por Sánchez.  En fin, veremos en cuánto me equivoco…