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De ‘coñitorris’ vascos y el primoroso cultivo de las margaritas

Con inusitado cinismo, se ha anunciado la canalla campaña de “abrir la puerta a una nueva vida “, en favor de los que tantas vidas segaron.

 

España es, sin duda, el país más descentralizado de la Unión Europea. El país donde parecería no quedar más ubre política que ordeñar antes de su explosión. Y, sin embargo, la esquilmación es incesante. No es un asunto de dinero. O no solo de dinero.  Se trata principalmente de las cesiones, concesiones y regalos políticos con los que, por intereses particulares y partidistas, y ahora bajo la encubridora manta pandémica, se prosigue el aniquilamiento del Estado. 

 

Con el “procés” ahora en retirada atrincherado en su absurda y estéril inmersión lingüística, el separatismo vasco ha tomado el relevo en la carrera por el agotamiento del país. Con la dolosa complicidad del Gobierno, los independentistas vascos se afanan en el blanqueamiento, tanto el propio como el de los criminales etarras. Las impunes y gozosas bienvenidas en exaltación de los asesinos excarcelados ―lo que llaman “coñitorris” (o algo así)―, son muestras frecuentes de ello.  

 

Al grito de presupuestos por presos, se ejecutó, el pasado 1 de octubre, la transferencia de la gestión penitenciaria desde Madrid a Vitoria. También durante 2021, se ha completado el acercamiento o traslado de los presos etarras al País Vasco. Tal cierre del círculo hace presagiar, para mayor escarnio de las víctimas del terrorismo y de la sociedad decente en general, una próxima proliferación de beneficios penitenciarios y excarcelaciones anticipadas de los asesinos. 

 

Y, por si todo eso fuera poco, acaban de traspasarse al gobierno vasco  las competencias sobre secretarios, interventores y tesoreros de administración local. Se ha realizado mediante una “difuminada” enmienda del PNV de adición a una disposición final de la Ley de PGE-2022. Así, por la puerta falsa, han estallado los diques. Se ha roto un régimen jurídico centenario de unos funcionarios cuyos cometidos en los entes locales son medulares en la función pública. Cometidos que el Tribunal Constitucional en sentencias 235/2000 y 76/ 2003 concreta en “la fe pública y el asesoramiento legal preceptivo, el control de la gestión económica y financiera de los fondos públicos y el manejo y custodia de estos”. Significa, nada menos, que regalar a las administraciones vascas el control sobre sus controladores.  

 

Con inusitado cinismo, se ha anunciado, asimismo, la canalla campaña de “abrir la puerta a una nueva vida “, en favor de los que tantas vidas segaron. Y, para justificar nuevos beneficios penitenciarios, se está planeando el camelo de cursillos carcelarios de jardinería y manualidades. Los de ganchillo no están aún confirmados. Es de suponer que los primeros, de floricultura, no serán cursos básicos, sino avanzados de jardinería de cementerios y abonado de malvas, materias por las que los etarras siempre han mostrado particular preferencia. Los de manualidades, sin embargo, parecen demasiado superfluos porque los potenciales alumnos ya han mostrado notable habilidad en la manipulación (etimológicamente, manejar con las manos) de, por ejemplo, explosivos. Por no hablar del virtuosismo en el manejo de armas para el tiro en la nuca. 

 

En fin, ante tanta perversión de valores, uno alucina por la indecencia de permitir que los que mataron personas  puedan salir en libertad por aprender a cuidar primorosamente las margaritas.