El Algarrobico, un error socialista que debe resolver el PSOE
Cuando Azata del Sol pidió la licencia de obras en 2001, Juan Espadas ya llevaba más de un año como D.G. de Prevención y Calidad Ambiental de Medio Ambiente en la Junta de Andalucía
Se mire por donde se mire, se ponga el PSOE como se ponga, siempre y en todo lugar aparecen sus ejecutivos en la toma de decisiones que han conducido al desastre de un hotel ilegal construido en la playa de El Algarrobico, en el Parque Natural del Cabo de Gata de Almería.
Cuando se gestó la idea, cuando se tramitó el proyecto en las distintas instancias administrativas, fueron manos socialistas las que intervinieron. Incluso hubo alguna que nunca fue investigada ni identificada y que llegó a “duplicar y falsear los planos”. Ha habido momentos en la larga y accidentada historia del Algarrobico en los que solo ha faltado en acción el personaje casposo de José Luis Torrente. Ahora mismo, en esta larga agonía judicial del caso, tras más de cuarenta resoluciones judiciales en los archivos de los juzgados, el PSOE que gobierna el municipio de Carboneras tiene en sus manos poner punto y final de una vez por todas a esta pesadilla revisando y revocando la licencia urbanística como ha dicho el TS, pero eso no parece que esté ocurriendo o vaya a ocurrir a corto plazo. En cualquier caso, guste o no, estamos una vez más ante una decisión -¿la última?- en manos socialistas. Como si las togas hubiesen dicho, que el marrón se lo coma quien lo generó dando la licencia.
El dirigente del PSOE-A Juan Espadas adquiere en este punto una doble responsabilidad por lo que debería actuar sin dilación y sin complejos, dando la cara y obligando a su gente a cumplir con la ley. Por un lado es el SG del PSOE-A y líder de la oposición y por otro lleva en su mochila el haber tenido altas responsabilidades de gobierno durante años en materia medioambiental en la Junta de Andalucía.
El coste de un error
Miles y miles de andaluces se oponen desde hace dos décadas a un horroroso macro hotel en la playa de El Algarrobico, al tiempo que se preguntan quién asumirá alguna vez la responsabilidad política y pedirá perdón por haber permitido el mayor atentado urbanístico en el litoral andaluz en lo que llevamos de gobernanza autonómica. Y sucedió justo en un enclave especialmente sensible como objetivo de la especulación urbanística voraz y salvaje que amenaza el Cabo de Gata y aledaños. Pero sobre todo cabe tentarse las ropas al preguntarnos cuánto nos acabará costando a los contribuyentes la obra inacabada de un hotel declarado ilegal sobre la marcha y a trompicones, tras el paso dado por el ayuntamiento de Carboneras que le otorgó licencia de construcción con todos sus avíos en 2003 y gratis total. Se habla de cientos de millones los que habría que pagar si se tuviese que indemnizar a la promotora por los daños causados y el lucro cesante. Solo la rehabilitación del escenario natural destrozado fue presupuestada en su día por más de siete millones de euros desde Green Peace. No debe de extrañarnos a los andaluces – sí procuparnos y cabrearnos- pagar millonadas de nuestros impuestos para sufragar los errores de los mandarines del poder. Ahí quedaron los 165 millones de euros pagados a Tomas Olivo por el descosido de la Junta paralizando el Centro Comercial Nevada en Granada.
Sin duda el punto de las responsabilidades económicas a que hubiere lugar en El Algarrobico parece que es lo que tiene ralentizadas o paralizadas a día de hoy decisiones ordenadas por el TSJA, encaminadas a concluir de una vez este asunto tan vergonzante como incómodo.
Que alguno de los que votó en comisión de gobierno del ayuntamiento de Carboneras a favor de la licencia hiciese negocio después en la construcción del hotel quizás sea una anécdota escasamente relevante, pero así fue y simboliza de alguna forma la dirección del viento que sintieron a principios de siglo la mayoría de vecinos en Carboneras.
En este punto lo que sí conviene subrayar de entrada es que el proyecto faraónico de la promotora Azata del Sol, ha sido desde el principio esperanza de trabajo, directo o indirecto, de los habitantes de Carboneras, comarca sumida hace décadas en unas cotas elevadas de paro. Una promesa que en términos políticos promovió y capitalizó el habilidoso alcalde socialista de entonces Cristóbal Fernández.
‘Padrino’ del PSOE y… del Algarrobico
Considerado como el gran impulsor político del hotel, Fernández es una especie de “padrino” del socialismo local desde hace décadas. Él y su hermana Rosario, condenados por delito electoral e inhabilitados por compra de votos e indultados de hoy para mañana por Zapatero en 2006 para que pudiesen volver a presentarse a las elecciones, han sido y siguen siendo dos personajes claves en el control histórico de la agrupación socialista de Carboneras, respetada y temida desde la provincial por lo que saben y por los delegados que aportan a los congresos y como efecto secundario obteniendo sillón en la ejecutiva regional socialista.
El actual alcalde de Carboneras, José Luis Amérigo Fernández, sobrino de Cristóbal e hijo de Rosario, en cuyas manos está el revocar la licencia tal y como le ordena el TSJA desde 2021 y el Tribunal Supremo desde el pasado 11 de enero, se sienta en la dirección regional del PSOE-A que dirige Juan Espadas desde el último congreso de Torremolinos, propuesto entonces como cuota del PSOE almeriense por José Luis Sánchez Teruel para la Secretaría (antes vocalías) de Educación del PSOE-A. El Sr Sánchez Teruel, otro actor clave en este embrollo político y judicial, lleva años involucrado en el sumario del Caso Marismas – declarado como investigado hace un año– donde se investiga el destino de 45 millones de fondos europeos para mejora de regadíos en el Bajo Guadalquivir siendo él Director General de Regadíos. Su debilidad política como SG del PSOE de Almería ha sido más que evidente desde hace años ya que bajo su dirección nunca el PSOE volvió a tocar poder en Almería.
Un alcalde que se enfrentó a Susana
El alcalde de Carboneras es un firme defensor de la legalidad y de la finalización del edificio de 21 plantas y 411 habitaciones a catorce metros del mar, dice que por la riqueza que aportará a su pueblo. Cuando Susana Díaz cogió por vez primera el toro de El Algarrobico por los cuernos, apostando por el derecho de retracto y la demolición del edificio tras decisiones judiciales que lo permitían, el hoy alcalde, su familia y muchos vecinos se manifestaron ante el esqueleto del edificio en contra de la demolición que pretendía la entonces presidenta socialista de la Junta. Aquella rebelión del socialismo local frente a decisiones superiores del partido sin consecuencias internas, confirmaba una vez más el grado de poder e impunidad alcanzado por una agrupación controlada desde hace años por un solo clan familiar, el de Cristóbal Fernández Fernández.
Así conté en 2016 este choque sin consecuencias internas de ningún tipo en la organización socialista:
-“Fue tras la última sentencia a favor de la legalidad del hotel que ahora ha tumbado el TS, cuando se pudo ver a la Presidenta Díaz poner en práctica su manual del doble discurso, del que tanto le acusan desde la oposición. Mientras públicamente sostenía con contundencia su posición favorable a la demolición del hotel, su partido tanto en Almería como en Carboneras, defendían justo lo contrario, brindando ostentosamente por la sentencia favorable de la Sección 3ª del Contencioso Administrativo de Granada. Y lo hicieron a cara descubierta, llevando a un pleno municipal (y ganando desde la oposición) una moción contra el discurso de Díaz sobre el Algarrobico. Algún dirigente local del PSOE se atrevió incluso a arremeter duramente por televisión contra la consejera de Medio Ambiente del gobierno de Díaz. Susana ni rechistó. El aparato regional del partido, en manos de Juan Cornejo, incomprensiblemente miró para otro lado. Ni siquiera abrieron expedientes. Su Secretario General en Almería, Sánchez Teruel, se acabaría finalmente descubriendo que estaba al cabo de la calle de toda la movida carbonera contra la Junta y Susana Díaz. Y ahí sigue en el cargo, ascendido hace unos meses a miembro de la ejecutiva regional del partido como Coordinador Regional del PSOE-A”. Susana, a raíz de esta tensión que no pasó desapercibida, se olvidó para siempre del Algarrobico.
Condenado y con cargo orgánico
En la actualidad el exalcalde de Carboneras Cristóbal Fernández sigue militando en el PSOE y forma parte de la Ejecutiva Local como Secretario de Política Municipal, todo ello pese haber sido objeto recientemente de una nueva condena por delito de prevaricación, aunque no ostente en la actualidad cargo público. El partido ha justificado para que no se le aplique el código ético ni cualquier otra norma estatutaria del PSOE y se le dé de baja, que la sentencia condenatoria la tiene recurrida y que hay que esperar. Tampoco su sobrino, alcalde y Secretario General del PSOE local, parece interesado en aplicar en lo más mínimo la disciplina interna. Trabaja en un organismo privado, “Asociación para el Desarrollo Pesquero de la Costa de Almería” a propuesta en su día de la alcaldesa socialista de Garrucha, que funciona gracias a las subvenciones públicas y privadas; esto es que Cristóbal es hoy uno de los que distribuye los fondos europeos que les manda la derecha desde San Telmo para el sector pesquero en la zona. El PP no ha movido un dedo para remover a Fernández y es que, la derecha política almeriense ha sido también cómplice político del desaguisado del hotel Algarrobico, especialmente por su dilatado silencio complaciente durante años, dejando hacer a los de Azata y a los socialistas, criticando solo cuando no han tenido más remedio. En realidad el PP apostó por Azata del Sol y sus intereses en Almería desde el principio, añadiendo siempre aquello tan manido de “respetando la legalidad que dictaminen los jueces”, coletilla políticamente correcta con la que se queda muy bien siempre. Es más que probable que el faraónico proyecto, políticamente apadrinado por Cristobal Fernández, haya tenido más partidarios en la derecha sociológica y política almeriense que en el propio PSOE, excepción hecha de los militantes de Carboneras donde se mantiene a rajatabla la disciplina de partido para la inmensa mayoría. Doce mil carboneros llegaron a pedir en su día en un plis plas el indulto a José Luis Rodríguez Zapatero para que los hermanos Rosario y Cristóbal Fernández se pudiesen presentar a las elecciones. El propio líder de la derecha almeriense, Gabriel Amat, no ha ocultado en estos años su apoyo y simpatías hacia el proyecto, llegando a comentar a su circulo más íntimo que le “daba pena” que las administraciones socialistas hubiesen sido “tan torpes” en la gestión de todo el proceso administrativo para hacer un hotel.
Políticos y ecologistas
No, las fuerzas políticas no han estado a la altura nunca desde que empezó a moverse el primer papel para construir esa horrible mole de cemento, ocupando ilegalmente parte de la Zona Marítimo Terrestre y suelo no urbanizable del Parque Natural del Cabo de Gata. No se olvide que en Almería, desde hace décadas, el bipartidismo practica una especie de omertá descarada, habitualmente potenciada por intereses económicos de terceros, aparentemente ajenos a la lucha partidista. Una pacto de silencio que podría resumirse en la frase que se puso de moda en los ochenta, vamos a llevarnos bien todo lo que haya que llevarse.
Han sido los grupos y personas ecologistas, especialmente la organización GreenPeace, los que vienen librando en solitario una batalla jurídica de alto voltaje, con el abogado José Ignacio Dominguez al frente de toda la tramitación procesal. Domínguez es un veterano luchador por la democracia y la decencia en la gestión pública, desde sus tiempos juveniles siendo capitán en la UMD.
Desde la Junta de Andalucia, las administraciones socialistas han aparecido siempre en estos años a rebufo del toque de corneta que hacía sonar el ayuntamiento de Carboneras. Consecuentemente la imagen que han dado es que han hecho dejación de funciones políticas en favor de un ayuntamiento (una agrupación del partido, en realidad) que va por libre y, además, presumiendo de ello con gran ostentación. Si no la única sí debe ser de las pocas agrupaciones socialistas manejadas históricamente por miembros de una misma familia. Por lo que se ve en Carboneras el caciquismo político no es patrimonio solo de la derecha.
¿Por qué calla Juan Espadas?
Juan Espadas, que se retrataba alegre hace unos días en Fitur con el alcalde carbonero promocionando las excelencias turísticas de Almería, es de los pocos actores de la política actual que conoce bien y a fondo el asunto del Algarrobico. Cuando los de Azata del Sol pidieron la licencia de obras en 2001, Espadas ya llevaba más de un año ejerciendo como Director General de Prevención y Calidad Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, nombrado a propuesta del propio Manolo Chaves.
Su trayectoria política y profesional estuvo vinculada casi exclusivamente al medio ambiente y en el partido siempre le han considerado una voz autorizada en la materia. Quizás por su perfil biográfico teñido de verde y azul sorprenda tanto sus prolongados silencios, que no se le haya escuchado opinar en público sobre el punto de inflexión al que se ha llegado con el maldito hotel del Cabo de Gata y donde su partido lleva la cruz y la manilla, el peso de un viejo error y su solución.
Lo único que se sabe es que el SG del PSOE-A ha mantenido algún contacto telefónico con el alcalde socialista de Carboneras, quien le dice que está en el tema con los abogados del ayuntamiento, que paciencia Juan que han pedido más tiempo al TSJA y Espadas seguramente le habrá recordado que en lo de El Algarrobico, -recuérdalo bien José Luis- no hay vuelta atrás.
El PSOE-A, presidido hoy por Manolo Pezzi, también conocedor de este tema porque fue consejero de Medio Ambiente (1994-1996), tiene la obligación política, legal y moral de dar el cerrojazo de una vez y enterrar para siempre el atentado más espectacular de los cometidos por mano humana en el litoral andaluz. Una atrocidad urbanística proyectada y ejecutada bajo el impulso y complicidad necesaria de dirigentes socialistas de Almería, Sevilla y Madrid.
De la misma forma que sorprende que ninguno de los dos consejeros de Almería del PP actuales se hayan metido en este charco, ni siquiera el consejero verde y portavoz Ramón Fdez-Pacheco que algo tendrá que decir y hacer al respecto. Será por los rescoldos de la vieja omertá o porque El Algarrobico forma parte desgraciadamente del paisaje y así lo tienen asumido tanto los resignados almerienses como los habituales visitantes al Parque Natural desde hace más de dos décadas.
Una actuación proactiva del PSOE para cerrar definitivamente este error que se ha cometido bajo sus siglas, no solo serviría para restaurar la normalidad en el Algarrobico, sería una forma de pedirle perdón a los andaluces y demostrar que el partido de Pedro Sánchez , el nuevo PSOE, se toma en serio la defensa y protección de nuestro patrimonio natural. No le vendría mal al PSOE de las encuestas precocinadas en noviembre por el Centra, dar un paso al frente y un golpe de efecto de los de verdad y con resultado.
Este artículo se publicó ayer en ExtraJaén