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El efecto mariposa del metaverso

El problema es la ideología errática, no la tecnología

Algo está fallando en nuestra sociedad cuando los pensadores liberales, desde la óptica de presentismo sociológico, cuestionan a una poderosa y eficaz herramienta para mejorar la vida de las personas como es la integración tecnológica que desemboca en el metaverso, mientras que hacen mutis por el foro a la adquisición de una de las cuantitativamente más importantes redes sociales generalistas por parte de un megalómano trumpista que amenaza la libertad y la solidaridad de los ciudadanos bajo el paraguas libertario.

Vivimos en la era de los monstruos gramscianos: cuando lo nuevo aún no ha terminado de llegar y lo antiguo se defiende con uñas y dientes para no perder el poder del que ha gozado durante siglos, aparecen personajes como Elon Musk. Es una época de confusiones en las que no es fácil discriminar entre el ruido y la razón, por lo que en muchas ocasiones se acaba echándole la culpa de todos los males al mensajero. La tecnología es un mero comisionado del cambio, una herramienta, ya que el verdadero actor es la ciencia. Algunos responsabilizan a la tecnología de todos los males presentes y futuros, cuando en realidad es la ideología la que está atravesando el valle de la muerte. Lo realmente peligroso no es la tecnología, sino que se implemente bajo algún tipo de ideología errática, exactamente igual que lo que ocurre con la mayoría de los avances de la ciencia.

Intentar humanizar la tecnología es como otorgar un determinado sexo a una máquina, la realmente susceptible de ser humanizada sería la ciencia, la madre que da a luz a todas las tecnologías, lo demás es un error conceptual básico. En el caso del metaverso, a algunos sólo les faltaría someterlo a una prueba de ordalía porque su obsesión con esta herramienta está resultando intelectualmente enfermiza.

Yo les plantearía a los negacionistas intelectuales de la bondad de las tecnologías emergentes el siguiente razonamiento:                                                                                  1. Si sostienes que las tecnologías emergentes podrían acercarnos a la transhumanización.                                                                                                                2. Si estás de acuerdo en que para que realmente se produjera la transhumanización no bastaría con la aparición de un nuevo paradigma cultural, sino que debería darse una alteración en el propio genoma humano.                                 3. Y si admitimos que las tecnologías emergentes a las que aluden no invaden nuestro cuerpo, difícilmente van a provocar esa alteración de nuestro genoma y, por tanto, la transhumanización.                                                      

Así, pues, en el caso del metaverso, todo se reduciría a un nuevo paradigma cultural a través de experiencias inmersivas de ida y vuelta que debidamente practicado podría mejorar sensiblemente la calidad de vida de las personas mediante su aplicación en áreas tales como educación, salud, bienestar, medioambiente, cultura, etc, por lo que no tiene sentido que sigan intentando hackear las emociones de los ciudadanos con verdades a medias.                                                

A la democracia tampoco le amenaza la tecnología, en todo caso podría perfeccionarla, lo que realmente le amenaza son esas ideologías erráticas y el totalitarismo populista, las posverdades y las peligrosas medias verdades, las que imparten doctrina sin datos suficientes para ello.

Algunas herramientas tecnológicas emergentes, como es el caso del metaverso, están poniendo en cuestión a los modelos clásicos de implementación de algunas actividades esenciales para la vida de los seres humanos, entre ellas la educación y en casi la misma medida, la salud y el bienestar. Hay que cambiar el modelo de atención a la salud por otro de atención al bienestar, físico y mental, que reconfigure los centros sanitarios y residenciales, dejando de ponderar tanto como hasta ahora los dedicados a los enfermos agudos, para dar más espacio a los de enfermedades crónicas vinculadas a la actual mayor esperanza de vida de las personas y en esa transición el metaverso podría coadyuvar de manera clave.

En educación, gracias al metaverso se podría acabar con el ineficiente sistema tradicional basado en el peso esencial de la impartición de los datos, para pasar a otro en el que los datos están ahí, al acceso de todos, especialmente para las generaciones más jovenes, y ubicar en el centro de la formación las metodologías, la investigación y la experiencia. Antes tenías que acudir a una biblioteca a buscar los datos, ahora son los datos los que acuden a ti.

La verdadera revolución tecnológica llegará con el mundo cuántico que está a la vuelta de la esquina y pillará a los negacionistas del encerado fuera de juego una vez más. Las superposiciones cuánticas de estados permiten trillones de combinaciones y, por lo tanto, la casi infinita capacidad de computación.IBM ha alcanzado ya con su nuevo procesador Osprey los 433 cúbits, más capacidad que el número de átomos del universo. La compañía triplica la memoria del computador Eagle en un año y mantiene su plan de superar los 4.000 cúbits en 2025, Continuamos para bingo y algunos poniendo puertas al campo, en vez de más inteligencia para un mejor uso de las tecnologías emergentes.

El metaverso no es más que la integración de tecnologías emergentes y escalables, que se irá perfeccionando a lo largo de la próxima década, pero desde la óptica de su implementación ya es una realidad que ofrece infinitas posibilidades, buena parte de ellas destinadas a mejorar la calidad de vida de las personas, y no sólo las de los usuarios más jóvenes, ya que dado que se trata de un instrumento muy moldeable, estaría a disposición de todas las generaciones.

El efecto mariposa del metaverso es una hipótesis validable sólo a medio y largo plazos, especialmente cuando se cruce como herramienta con la llegada de las tecnologías cuánticas, si bien no habría que esperar tanto para comprobar que se trata de un medio dinamizador del potencial cognitivo de las personas y que la suma exponencial del mismo a escala global en la propia sociedad puede cambiar muchas cosas. Un efecto mariposa como el del metaverso podría ser más poderoso socialmente para inducir cambios que las propias armas ya que actúa sobre el potencial cognitivo de los individuos, que al fin y al cabo es el que mueve los avances en el mundo. Personalmente, me atrevería a afirmar que los cambios que gracias al metaverso se van a producir en la sociedad y en su organización van a ser muy positivos, tanto que como diría el astronauta, podrían suponer un gran paso para la humanidad.

El metaverso es una herramienta multiuso, capaz de amoldarse a la realidad de las distintas generaciones de ciudadanos, no es exclusivo de los millennials, ni de la generación Z, ni de la T. Para los mayores podría tener un efecto catalizador revolucionario ya que lo que hasta ahora la sociedad de la producción les ha venido negando, el metaverso se lo podría ofrecer: la prolongación en el tiempo de sus capacidades mentales gracias a un entrenamiento eficaz y adaptado de sus neuronas.

Como señalaba Ignacio Sánchez- Cuenca en uno de sus obras: “La desfachatez intelectual está muy extendida en nuestra esfera pública. Muchos de los intelectuales españoles de mayor prestigio y visibilidad, casi siempre escritores y hombres de letras, se caracterizan por participar en el debate político con ideas superficiales y frívolas, expuestas en un tono tajante y prepotente. La desfachatez intelectual se sostiene sobre una impunidad generalizada, que nace de la ausencia de una crítica explícita a las opiniones de las principales figuras de nuestra clase intelectual”. Son los que yo vengo llamando los hackeadores de las emociones.

El metaverso es una realidad imparable, perfeccionable en sus formas a lo largo del tiempo, pero ya real en el presente en cuanto a las posibilidades de implementar contenido por nuestra parte. No lo dejemos en manos de los demás y participemos activamente en construir esta enorme autopista por la que más pronto que tarde vamos a circular todos, de manera que nuestro mañana dependa cada vez más de nosotros mismos y siendo siempre un poco mejor.

 

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