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‘El loco de la colina’ patrimonio de todos

Jesús Quintero y yo o de cómo se fraguaron sus fichajes para la Cadena SER y Onda Cero.

 

El 29 de abril del año 2019 era lunes. Aquella mañana de cielos primaverales cubiertos en Sevilla un par de operarios con escaleras, se disponían a descolgar para siempre el nombre que, desde hacía once años, presidía el edificio del viejo Cine Pathé en la sevillana calle Cuna, a escasos metros del Palacio de los Motilla y del Palacio de la Marquesa de Lebrija en cuyos patios, con media Itálica incrustada, correteó de niño el segundo gran poeta popular popular andaluz, Rafael de León. El primero fue, sin duda, Federico.

De paseo por la calle, a primera hora con mis dos firulais oliendo esquinas, fui testigo de cómo desaparecía el “Teatro Quintero” en una escena con un punto surrealista y para mí cargada de gran simbolismo.

Empezaron por la ‘O’ de Quintero y acabaron por la ’T’ de teatro. Me detuve largo rato observando la escena, incluso tiré de teléfono para retratar aquel triste momento que ilustran este recuerdo, mientras recordaba las renovadas ilusiones con la que Jesús Rodríguez Quintero (El loco más cuerdo) me contó años atrás la base aquel proyecto donde, más que el negocio, buscaba  crear un teatro de barrio, un centro al estilo del Bellas Artes de Madrid, agitando la cultura desde el desnaturalizado casco antiguo de Sevilla invadido por veladores y turistas.

 

Imagen de la fachada del Teatro Quintero el 29 de abril del año 2019

Aquel Teatro Quintero, que a finales de abril de hace tres años echaba el telón para convertirse en un tablao flamenco para el turismo, no solo fue un proyecto empresarial más de los muchos que abordó sin éxito Quintero en su vida. Además de ser el último creo que fue el proyecto que más desgaste físico y desgarro personal le generó. Sin ayudas públicas o privadas para su proyecto cultural Jesús, asfixiado económicamente, cayó en manos de unos delincuentes que, años después, acabarían en prisión o condenados  en la trama Ausbanc-Manos Libres. Aunque eran escasos mis contactos con Jesús Quintero en aquella época, pude constatar poco tiempo después que el golpe recibido había sido posiblemente el peor de su vida. Más duro que cuando el lujoso restaurante Montpansier fracasó en sus manos y en las que llegaron después. Hubo un antes y un después de aquel suceso donde El Loco se vio obligado a quedar a merced de una praxis y unos personajes a los que siempre combatió desde el desprecio con la palabra o los silencios.

 

La noche que conocí a Quintero

Conocí personalmente a Quintero una noche que me invitó a su programa en RNE para hablar de la secta de El Palmar de Troya donde me infiltré, trabajando en la SER, hasta la mismísima cocina del que, a la muerte de Clemente Domínguez, sería el ‘Papa’ sucesor, Manuel Alonso Corral, entonces autodenominado “Secretario de Estado Palmariano”. A Quintero (como a Alfonso Guerra) le fascinaba la literatura que desde hacía años  generaba la llamada Iglesia preconciliar palmariana en una pedanía de Utrera llamada El Palmar de Troya. Tras el programa hablamos de radio y me llevé la ligera impresión de que Quintero empezaba a no estar cómodo en la emisora pública, donde su amigo Paco Cervantes tuvo mucho que ver en el nacimiento de “El loco», algo que Jesús siempre reconoció con generoso agradecimiento.

A la mañana siguiente, en el despacho diario con mi director en la SER, Angel Botana, le conté mi charla y mis impresiones sobre Quintero del que le dije que creía era el momento para que la SER le hiciese una oferta y resolviese su programación de la noche. A  Botana, buen conocedor del negocio radiofónico, le encantó la idea porque también la vio rentable desde el primer momento. Pasaron unos días y a la semana siguiente Botana me llama al despacho y me cuenta que ha hablado con Eugenio Fontan – Director General de la SER- y que le ha autorizado a hablar con Quintero y ofrecerle que se viniera a la SER, a “¡la radio”! tal y como se definía la cadena y sus emisoras en esos años.

El encargo me entusiasmó y quedé encargado de organizar la primera gestión directa con Jesús para tantearle en firme. Nos citamos en un rincón alejado y discreto del Alfonso XIII y nada más sentarnos no me anduve con rodeos.

-Jesús, seré breve: ¿te quieres venir a la cadena SER?

No le vi descolocado con la oferta, al contrario, me pareció íntimamente satisfecho por haber logrado su objetivo de nuestra primera conversación, buscaba un cambio, llamó discretamente y la puerta se le acababa de abrir.

Por supuesto no se habló de dinero y de hecho nunca me interesó saber cuanto ganaba El Loco pero si deslizó algunas ideas que, de inmediato, capté como condiciones para venirse. No se lo creerán pero Quintero ya tenía en su cabeza gran parte del desarrollo de lo que sería su gran proyecto de ‘El loco’ en la SER. Obsesionado por la perfección de los sonidos, de los silencio y del marco donde la luz jugaba un papel importante, nos dedicamos a rediseñar en voz alta el gran estudio cara al público de Radio Sevilla, lugar cargado de historia para la radio andaluza y para decenas de grandes artistas andaluces que desde allí fueron lanzados al estrellato nacional e internacional como Rocio Jurado. La idea guinda se la guardó Jesús para el final:

-Y quiero una fuente en el estudio, a mi vera. Una fuente funcionando, que suene el agüita de fondo…. ¿Te imaginas la sensación que producirá en los oyentes? es como estar en un patio andaluz.

Tras aquella entrevista y reportar a la SER lo hablado y acordado con Quintero  ya no intervine más en el proceso de  las negociaciones que se iniciaron de inmediato, permaneciendo Quintero en la SER cuatro años, entre 1982 y 1986. Por supuesto con una fuente en el estudio.

 

Un genio andaluz

Confieso que fue a partir de entonces cuando tuve la percepción de haber conocido a un genio por segunda vez en mi vida. (El primero fue Salvador Dalí el día que me enseñó paso a paso cómo sería su teatro museo, entonces en obras por concluir). Quintero también era genial en todo lo que imaginaba y después hacía realidad en sus logros profesionales. Una de sus grandes cualidades, sin duda, era saber elegir a su equipo, siempre a los mejores,  con los que tenía garantizado que todo saliera como él lo había ideado.  Logros y éxitos que estos días han sido cantados con escasa vergüenza por algunos, precisamente por quienes le negaron el pan y la sal. Quintero contaba y no paraba sobre los desplantes sufridos por los gestores socialistas de la RTVA, mientras en los actos que coincidía con políticos del PSOE le daban palmaditas en la espalda animándole a volver. Tampoco le hicieron caso los del ‘gobierno del cambio’ a partir de 2018 y todo apunta a que consideraban a Quintero un incontrolado al que la nueva linea editorial de la derecha en Canal Sur no permitía exponerse a productos libres como los que solía hacer Jesús. Ahora, me consta, llevaban un tiempo pensando en Quintero, pero ya es tarde.

Tuvieron que pasar muchos años hasta que la vida nos volvió a sentar a Quintero y a mí en una mesa tomando café para ofrecerle nuevamente un cambio profesional en su vida. Él estaba saliendo del túnel depresivo en el que lo metió ‘El loco’. En esta ocasión, ocupando yo la dirección regional de Onda Cero en Andalucía, le ofrezco en nombre de Santiago Galvan, Consejero Delegado de la cadena de la ONCE, que se viniese con nosotros y le ofrecemos como soporte la noche de la cadena musical que en aquella época se llamaba Onda Cero Música (Hoy Europa FM) y trasmitía por unas sesenta emisoras en todo el país. Aquella negociación fue más compleja y dilatada que la primera ya que una de las condiciones  que puso Jesús fue realizar el programa desde los estudios de su propia emisora Radio América en la calle Placentines donde se instalaron los primeros equipos digitales de la cadena que conectaban con los estudios de Cartuja. Una pasta de la época dijeron los financieros que vieron con el paso del tiempo cómo revertía la inversión por “El lobo estepario”, nombre elegido para el proyecto.

Los éxitos profesionales de Quintero eran la cara que todos conocían, pero paralelamente acumulaba fracasos empresariales, inversiones en las que se metió casi de manera compulsiva. Y esos fracasos le colocaron frente a mucha gente, incluidos los inspectores de Hacienda que sin haber comenzado el programa vinieron a la emisora en la Cartuja con la pretensión de embargar el contrato millonario firmado por Quintero con Uniprex. Tuve los reflejos suficientes para comprobar que la sociedad por la que preguntaban los inspectores no era con la que habíamos firmado el contrato y, por tanto, ¡agua!, el contrato se salvó.

 El vivir en el mismo barrio nos ha permitido en los últimos años mantener el contacto esporádico del encuentro casual, aunque alguna vez quedábamos por teléfono para desayunar. Como apunté anteriormente hubo un antes y un después de verse envuelto en las redes de la gente de Ausbanc. Desde entonces Jesús ya no fue el mismo. A raíz de aquello – la tercera vez que se arruinaba en su vida- por vez primera fue víctima y objetivo de la telebasura que él tanto había combatido y detestaba. El asalto a su intimidad y a su vida fue un plus que Quintero no se merecía pagar porque nunca la expuso. Hasta un accidente de coche llegó a sufrir, en medio de tanta tensión ambiental acumulada. Le hacían aparecer como un juguete roto y arruinado a sus casi ochenta años.

Y todo esto le ha estado sucediendo a una persona excepcional, un referente,  gracias a la cual, las generaciones futuras podrán conocer a personas y personajes que han sido historia viva de Andalucía y de España durante el reinado de Juan Carlos I. Basta poner Jesús Quintero en Youtube para hallar solo una pequeña muestra.

Los grandes documentales de éxito emitidos en los últimos años en televisiones o plataformas, especialmente los referidos a nuestra historia más reciente, no serían lo mismo sin la base documental que nos deja Quintero y que es habitualmente empleada en dichas producciones. Paradojas de la vida y sin reportarle beneficio alguno. Quintero se acabaría resignando y acostumbrando sin más remedio a que las ideas para muchos valen menos que un aparataje administrativo empresarial. En 1984, triunfando ya Quintero en la SER con ‘El loco de la colina’, José María Calviño, padre de la actual vicepresidenta, entonces DG de RTVE, ordenó inscribir en el registro de Patentes y Marcas el nombre de “El loco de la colina”.

-No me podía imaginar que mi vida, mi historia, mi esquizofrenia, mi depresión y mi neurosis pudieran terminar registradas como una marca de champú. Soy un tonto. Voy a solicitar el registro de ‘El tonto de la colina’.

 

Muestras de dolor que chirrían

En estos días estamos asistiendo a un muy generalizado y sentido adiós popular a Quintero, junto a textos magníficos sobre su figura, su obra y su vida. Pero hay otros que chirrían y de qué manera; van firmados por personas que, de un tiempo a esta parte, le han  dado la espalda o, lo que es peor, lo han ninguneado. Cada vez que leo uno de esos tuits falsamente plañideros, particularmente de políticos o cercanos, de inmediato pienso en que diría Jesús Quintero si escuchase o leyese lo que dicen hoy de él tras su partida. Es muy probable que aumentara el tono de voz, las gesticulaciones y los calificativos sobre ellos o ellas, de los que estaba muy decepcionado – más bien dolido- por tanta mentira recibida, tanto toreo de despacho y, decía, “por tanta mediocridad que pagamos entre todos”.

Quintero ha estado llamando casi hasta el final a las puertas de la RTVA, puertas que nunca se le volvieron a abrir y cuando más lo necesitaba.

-Ya sabes el sabio refrán, ‘mucho te quiero perrito pero pan poquito..’

Efectivamente, un porcentaje elevado del tiempo de nuestras ultimas charlas lo ocupó su desahogo sobre la RTVA y sus diferentes gestores.  También sobre RTVE y sus manijeros. Le tenía muy mosqueado que el poder mediático, público y privado, estuviese en manos catalanas. Sorprendía como sabía al detalle quienes eran, que hacían, que no hacían y el por qué de muchos comportamientos en el sector de la producción audiovisual minado por intereses.

Decenas de videos virales de Jesús Quintero rulan de forma permanente por las redes. Pero hay uno de ellos de 2017 – aquí lo pueden ver– en el que en una mesa organizada en Málaga por la Fundación Manuel Alcántara Quintero dejó expuesto al auditorio de estudiantes de periodismo lo que pensaba del panorama mediático actual y de sus propietarios. Aquel día Quintero estalló y se desahogó casi de la misma forma que solía hacerlo en privado ante un café en el Bar Santos.

-«Después de la Medalla de Andalucía, trescientos premios, aquí y en América… Yo no existo. Estoy prohibido” dijo aquel día.

Tras su marcha, a quienes le quisimos y le respetamos, solo nos queda un consuelo, comprobar la respuesta popular sobre su figura,  de cómo se ha apropiado la gente de Jesús Quintero, pero sobre todo del mensaje de ‘El loco’ por la verdad y por la libertad, algo que debería servir de brújula para las generaciones actuales en el mundo de la comunicación. Porque esa quizás fue una de las claves de Quintero, crear y trabajar pensando siempre en la gente, no en el poder.

Descansa en paz querido Jesús y que la tierra de San Juan del Puerto te sea leve; echaré de menos nuestros desahogos mañaneros que algún día, seguro, retomaremos.