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El mejor gobierno del mundo

No nos cabe duda de que tenemos el mejor gobierno posible para gestionar esta dura etapa.

 

Cuando vemos la gestión intensa, constante y razonablemente eficaz de este gobierno.

 

Cuando vemos las dudas propias de quien no lo sabe todo y tiene la obligación de tomar decisiones diarias, a veces controvertidas, a veces con las necesarias rectificaciones por ser un camino nuevo e inédito.

 

Cuando vemos un Gobierno que aguanta las invectivas, insultos y menosprecios desde el día uno, de quienes no le perdonan que estén gobernando y ahora aprovechan esta crisis.

 

Cuando vemos como no responde a los ataques, bulos y mentiras sistemáticos de quienes lo saben todo y no proponen nada, porque se está dedicando a gobernar.

 

Cuando vemos el trabajo riguroso de ese magnífico equipo técnico, que busca la luz donde solo hay tinieblas y dudas, y es también atacado y vilipendiado por los que todo lo saben y solo aportan miseria, equipo que asesora al Gobierno, que los tiene que proteger de dichos ataques. Un equipo apoyado en más de 100 expertos que ahora trabajan sobre la mejor y más prudente salida progresiva de esta prisión colectiva

 

Cuando vemos el comportamiento desleal y carroñero de quienes quieren aprovechar el sufrimiento humano para obtener beneficio propio, bien económico, bien político, o bien ambos, como algún parlamentario andaluz con negocios inconfesables.

 

Cuando vemos un gobierno que, desde la humildad, firmeza y sentido común, toma decisiones, reconoce y corrige errores y se marca como principal objetivo el de salvar vidas humanas y no dejar a nadie atrás, frente a discursos populistas, demagógicos e irreales de quienes lo saben todo y no aportan nada.

 

Cuando vemos las acusaciones de responsabilidades de fallecidos por quienes ignoran que los responsables de la salud pública y de las residencias de mayores son, en gran medida, de sus correligionarios (alguna de los cuales acumula, con gran diferencia, las mayores y más terribles cifras de fallecidos y de mayores abandonados).

 

Cuando vemos una gestión acorde con la información disponible en cada momento, homologable ¡e incluso superior! a la de los países de su entorno, a pesar de tener un mayor porcentaje de población envejecida, colectivo especialmente atacado por esta cruel pandemia.

 

Cuando vemos como, sistemáticamente, los que lo saben todo critican con desparpajo irresponsable cuando se comunica mucho (¡mitin!), o se comunica poco (¡oscurantismo!), se avanza en una dirección (¡confinamiento!) o la contraria (¡desconfinamiento!), se fijan fechas prudentes (¡es tarde!), o adelantadas (¡es pronto!) …

 

Cuando nos imaginamos, y se nos ponen los vellos de punta, cómo estaríamos si nos gobernaran quienes ponen los poderes públicos a su servicio y beneficio personal como ya demostraron en el pasado con los 75 fallecidos por el Yak-42, los cientos de miles de muertos en la guerra de Irak, los ¿4000? fallecidos por quitarles el tratamiento de su hepatitis C, o el robo sistemático en casi todos los gobiernos en los que han estado, sin importarles ni las víctimas ni la pobreza de los demás.

 

Cuando vemos un gobierno que sale en defensa de los legítimos intereses de los ciudadanos en la Unión Europea, proponiendo fórmulas solidarias acordes con la mayor catástrofe desde la Segunda Guerra Mundial. Y donde, a veces, encuentra el voto en contra de los que dicen ser “patriotas españoles”.

 

Cuando vemos, en fin, a un gobierno que trata de conciliar el fin primordial, salvar vidas, con otros también muy importantes como la recuperación económica y la salud mental de tantos ciudadanos afectados.

 

Cuando vemos como la presidenta de la Comunidad con mayor número de fallecidos y de mayores desolados, desprecia las reuniones que sistemáticamente mantiene el Presidente del Gobierno de España con todos los presidentes autonómicos, porque tiene que sacarse una foto ante un avión ¡que llevaba dos semanas perdido! o para ir a una misa (que no podía ser a ninguna otra hora…), dejando claro cuáles son sus prioridades.

 

Cuando comparamos nuestro gobierno de España, con algún gobierno autonómico cuyo vicepresidente, ¡en plena crisis!, se dedica a enseñar a sus paisanos cómo hacer unas torrijas, o al consejero de Salud afirmar sin el mayor pudor que tienen que morir muchos “…porque todavía tenemos a mucha gente metida en las UCIs…”, despreciando lo que en esos momentos tienen que estar sintiendo los familiares de esos enfermos, con una absoluta falta de sensibilidad humana.

 

Cuando vemos que los que siempre defendían el “menos Estado y más individuo y más privatización” (causa, en buena medida, del terrible impacto en muchas personas fallecidas), ahora piden menos privatización y más estado y más gestión pública, incluso pidiendo que el Estado pague la nómina de todas las personas que estamos confinados en nuestras casas (¡¡¡).

 

Más convencido estamos de que tenemos al mejor gobierno del mundo, o al menos, no nos cabe duda de que tenemos el mejor gobierno posible para gestionar esta dura etapa, que nadie podía dimensionar ni esperar y que solo se puede abordar con éxito por un gobierno honesto, trabajador, humilde, y entregado al interés colectivo, como el que tenemos.