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El próximo Alcalde de Sevilla

Es posible que la idea sea elegir un primer edil interino a la espera del strong candidate, pero Sevilla no está hecha para la interinidad.

 

Gobernar Sevilla no es oficio fácil. Juan Espadas, el actual alcalde en destino ya de lame duck municipal después de haber ganado las primarias socialistas, deberá ceder la vara del consistorio a alguien de su equipo de concejales.  Sevilla es una ciudad compleja que de esa complejidad extrae el equilibrio de un temperamento vitalista capaz de la perfecta conjugación de lo tradicional con lo innovador y avanzado. Decía Eugenio d’Ors que lo que no es tradición es plagio, y la antigua Hispalis ha sido urbe de malas hechuras para la imitación por su desbordante creatividad. Los famosos viajeros decimonónicos que venían a la vieja piel de toro a buscar lo exótico y extemporáneo de un territorio que creían descolgado del maquinismo continental, al llegar a Sevilla, sin embargo,  tuvieron que reconocer que ya entonces era una ciudad moderna. y todo ello sin menoscabo de su rico imaginario sentimental, de convivencia y tolerancia, que le impulsaba a escribir a un poeta sevillano que en cualquier calle o plaza hispalense parece que nos espera alguien que nos ama. 

 

El maridaje tradición-modernidad delata  una cultura de la convivencia de extraordinario valor sociológico. La ciudad es, en el fondo, una forma de relación  no  un concepto puramente espacial. Siempre han convergido en la idea de ciudad tres cosas: un espacio, un flujo, distintos tipos de flujos, y, por último, una creación propia de la sociedad. Urbe con dimensión humana, donde poder reconocernos, como escribió Gerardo Diego: “Sevilla es la ciudad donde habita mi otro yo. Mi yo de enfrente.” Es por ello que la tecnocracia, que no la técnica en las dosis necesarias y funcionariales, siempre ha estorbado al buen gobierno de la ciudad. La tecnocracia, en el fondo, es una patología del instrumento, de la herramienta convertida en fin y no en medio. El gobierno del vecindario requieren mucho de ideología y humanismo, de aquel paraíso que soñaba Fray Luis de Granada y que no era sino una interminable tertulia, un paciente hablar y hablar con todos.

 

Saber lo que es la ciudad y lo que quiere ser, tradición y voluntad de progreso, pero con las meninges de la ciudadanía y eso requiere de muchas horas compartiendo las esperanzas y las necesidades de los vecinos. Y vecinos son todos, los habitantes del Vacie y los representantes del Consejo General de Cofradías pasando por los pequeños comerciantes y los homeless. Hay que ser el alcalde de todos y no el alcalde de unos pocos, porque la ciudad es una biosfera social donde nadie está situado externamente. Puede que Espadas y Ferraz se equivoquen o quizá sus intereses circunstanciales requieran también un alcalde o alcaldesa circunstancial, empero, un error circunstancial tiene las mismas consecuencias en el estado de ánimo de la opinión pública que uno definitivo. Es posible que la idea sea elegir un primer edil interino a la espera del strong candidate, pero Sevilla no está hecha para la interinidad, lo que está retupìdo por lo universal conlleva de mala gana la razón de ser de lo volátil y efímero.

 

Quizá en la sustitución del alcalde socialista también debieran opinar y hasta votar las vecinos de Sevilla, sería la forma más natural y espontánea de no equivocarse. Serían una especie de primarias vecinales.