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Esas pequeñas cosas

¡Que alguien responda al teléfono de información de listas de espera en el SAS!, qué gran logro sería ese, para este gobierno renovador que empieza.

 

Al Gobierno que ha reemplazado al hegemónico PSOE de la Junta de Andalucía, le vendría bien iniciar un plan de choque para destacar esas pequeñas cosas que no son titulares en los medios, pero sí que significan mucho para los de enmedio. Los que nunca cuentan para ningún recuento.

 

Es la hora de distinguirse de quienes nunca hicieron nada distinto, tan engreídos por su soberbia electoral, e insistir en cambiar las cosas grandes, cómo no, pero sin olvidar que las pequeñas cosas son más fáciles de resolver y están más a mano sus soluciones. Esas decisiones que destruyen estigmas y crean opiniones diferentes. Lo llaman micropolítica los grandes políticos, desde su espejismo cotidiano. Será micro, pero sus efectos pueden ser macro electoralmente positivos.

 

Traten de llamar a cualquier hospital granadino, intenten informarse sobre cómo va su lista quirúrgica, y se duplicará la espera que desespera, multiplicando por dos la impotencia: no es no recibir un mínimo de consuelo, sino ni siquiera respuesta, que es lo aberrante, ni tampoco saber quién morirá antes de dolor, si la esperanza o uno mismo. Es duro e irrita mucho, saber que están allí, porque a veces el teléfono comunica, pero no contestan, no hacen por servir mínimamente a un pagador de impuestos que sólo espera poder obtener información a su inquietud. Digo información, sólo eso. Que no me refiero a ventaja alguna, sino a esa nimiedad cívica, respetuosa y educada de ser atendido por  un funcionario público. ¡Que alguien responda al teléfono de información de listas de espera en el SAS!, qué gran logro sería ese, para este gobierno renovador que empieza.

 

Qué maravilloso gobierno autonómico podría ser el que propusiera pediatras para todos los centros de salud, sin que la distancia de éstos con los grandes núcleos urbanos supusiera desprecio ni desventaja para los niños que viven en el medio rural, cuyos padres y madres cotizan a la seguridad social con idénticos importes pecuniarios que los padres del medio urbano. Si no hay cuotas en oferta dependiendo de donde uno viva, qué menos que cumplir con lo que exige un derecho básico en atención médica primaria.

 

Como lo que sufren nuestros educandos, que ahora llegará, como cada primavera llega, pasando calor en las aulas, tal y como en el invierno han pasado frío en sus modernas caracolas de ensayo educativo. Qué plan de choque más justo sería ese que liberara a los estudiantes de tener que preocuparse por su calor o su frío y concentrara sus emociones con exclusividad en lo suyo: aprender y formarse.

 

Cómo no agradecer del nuevo gobierno andaluz que se implicara de verdad en ayudar a lo rural con presupuesto, además de con la tradicional buena voluntad. Para que los caminos rurales, por ejemplo, ayudaran a la comunicación entre explotaciones agrarias, y a las gentes que los usan para trabajar.

 

Distínganse, señorías del nuevo parlamento andaluz y su recién estrenado gobierno. Hagan  de su política una lealtad extrema con lo sencillo, empiecen a demostrar que son uds. distintos.

 

Un gobierno aplaudido será aquel, otro ejemplo, que garantice universalmente esa “menudencia” del acceso a la banda 4G o 5G, para que un ciudadano de pueblo no sienta sobre sí mismo que sus derechos al libre acceso de las telecomunicaciones no son relativos, comparativamente visto con quien decide, libremente, ser rural y no urbano. Y lo poco que costaría ser así de buen gobernante, por justo y garantista.

 

Que si, las autopistas sin peaje, los AVE y otros Talgo, las segundas o terceras circunvalaciones, los teleféricos y las zonas de esquiar, bien están. Pero mejor aún será que la diferencia de calidad de vida no nos avergüence cada 80 kms., por muy modernos que queramos aparentar ser. No es sólo pensar en la Andalucía vaciada, sino en liberarla de esos viejos ritmos lentos de quienes la empujaban al olvido con su indolencia.

 

Qué bonito sería un gobierno autonómico que no descargara las trifulcas entre administraciones para escaquear los debidos esfuerzos. Que impusiera la financiación equilibrada, suficiente y medida por ley, para ahorrarnos esos bochornosos espectáculos entre partidos cada vez que un proyecto rural intente sacar el cuello del caparazón del olvido. Cuando coinciden políticos del mismo partido, y sus proyectos, en administraciones distintas se cubren entre sí los desesperantes tiempos del trámite burocrático infinito, por silencio cómplice y corporativo, pero no se resuelve nada. Si pertenecen a partidos distintos, porque son esclavos de sus burdas estrategias partidarias y electorales que perjudican siempre, en todos los casos, a los mismos ciudadanos que dicen defender. Y así la historia nunca cambia, siempre lleva la misma velocidad e idéntico caudal de ineficacia.

 

Distínganse, señorías del nuevo parlamento andaluz y su recién estrenado gobierno. Hagan  de su política una lealtad extrema con lo sencillo, empiecen a demostrar que son uds. distintos. De esa base tan básica, tan necesariamente básica, será primordial que surja el progreso real que Andalucía necesita. Sea por ir más allá de Triana,  con España, y con  el resto de la humanidad.