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España como saco de boxeo

La creciente tensión entre Argelia y Marruecos se traduce en inestabilidad en nuestro espacio estratégico inmediato.

 

La creciente tensión entre Argelia y Marruecos se traduce en inestabilidad en nuestro espacio estratégico inmediato. Nuestro país, a pesar de la vecindad, se muestra incapaz de jugar un papel mediador entre los dos magrebíes y sufre las consecuencias de sus tensiones bilaterales. 

 

Ejemplo de ello es el cierre, el pasado 1 de noviembre, del gaseoducto Magreb-Europa (el que pasa por territorio marroquí) y que aprovisionaba a España por Zahara de los Atunes. Así, la represalia argelina contra  Marruecos significa un brutal encarecimiento de nuestro consumo energético. Y, lo que es peor, que, a las puertas del invierno, el suministro energético a España haya dejado de estar garantizado. Por no recordar la invasión  de Ceuta, el pasado mayo, por unos 10.000 inmigrantes marroquíes ―muchos de los cuales todavía pululan por España―, como represalia marroquí por la atención médica dada en Logroño al líder saharaui, protegido de Argelia, Brahim Ghali. 

 

Dentro de tan desestabilizado marco, EE UU está trasladando su Fuerza de Reacción para África, estacionada en Morón desde mayo de 2013, a la base de Vicenza (Italia). Movimiento que la ministra de defensa, Margarita Robles, forzosamente debía conocer desde hace mucho tiempo, puesto que la decisión norteamericana fue comunicada al anterior JEMAD a finales de 2020. Presumiblemente, se trate de un traslado puente para, posteriormente, en paralelo con el previsible traslado del Cuartel General de AFRICOM desde Stuttgart (Alemania) a Marruecos, se produzca el estacionamiento definitivo de la Fuerza de Reacción también en este último país. 

 

También ha sido especialmente significativa la ausencia de invitación a España para participar en el encuentro virtual internacional sobre ciberseguridad, auspiciado por la Casa Blanca, y celebrado los pasados 13 y 14 de octubre. Reunión a la que, además de la UE fueron invitados individualmente hasta 30 países. Entre ellos: Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Polonia, además otros europeos y “afines” del resto del mundo. 

 

Por todo ello, las declaraciones de doña Margarita, el pasado miércoles, durante su visita a la Feria Internacional de Defensa y Seguridad (FEINDEF), asegurando que las relaciones con EE UU son “magníficas”, así como que la salida de Morón de la Fuerza de Reacción norteamericana es una decisión “puramente organizativa” (cuando tiene un trasfondo político enorme), no pasan de ser endebles cortinas de humo, tratando de ocultar la creciente desconfianza de la Administración norteamericana, de ésta y de la anterior, hacia nuestro país. Recelo claramente percibido, a partir 2018, tras la “entronización” de Sánchez en la Moncloa.  

 

Por otra parte, Ignacio Cembrero apunta que el bombardeo marroquí a un convoy, el pasado 1 de noviembre, que transitaba entre Mauritania y Argelia, y en el que murieron tres camioneros argelinos, fue previsiblemente realizado empleando drones adquiridos en Israel. Posibilidad que debería constituir un toque de atención para España (especialmente para los servicios de inteligencia), puesto que ello certificaría el incremento cualitativo de la capacidad ofensiva marroquí. Poder que constituiría una suerte de “anexo” ― no escrito, pero con tinta hebrea―, al tratado de defensa (“Hoja de ruta para la cooperación en defensa 2020-2030”) entre EE UU y Marruecos, firmado en Rabat el 2 de octubre de 2020. 

 

Indicaría, asimismo, que el trueque de la adhesión de Marruecos a los Acuerdos de Abraham, por el reconocimiento norteamericano de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara ha fructificado en un “fraternal” entendimiento entre Marruecos e Israel. Pacto que juega a favor del Sultán y en contra de los intereses argelinos y, sobre todo, españoles. No solo en el plano militar, sino también en el de nuestra soberanía e intereses económicos. Resulta particularmente indignante el acuerdo entre Marruecos e Israel, del 24 de septiembre pasado, para hacer prospecciones de hidrocarburos y minerales estratégicos en aguas saharauis y canarias. Tal complicidad, a pesar de la nula aplicación jurídica de la ampliación unilateral marroquí de sus fronteras marítimas, supone una inaceptable injerencia israelí en el contencioso hispano-marroquí en favor de Marruecos. 

 

Parece claro que el Pentágono ha desplazado su interés desde España a Marruecos. El relajamiento del compromiso de EE UU con nuestro país actúa en contra de la seguridad en el Mediterráneo occidental, a la vez que evidencia la flojedad de nuestra diplomacia, así como la insuficiencia de nuestro músculo militar. Ni generamos disuasión, ni garantizamos contención, ni tampoco aseguramos plena defensa militar de los intereses españoles norteafricanos. La complicidad hebreo-marroquí, en definitiva, permite así hablar de un eje Washington-Rabat-Tel Aviv que amenaza nuestros intereses, mientras que el Gobierno español se enreda con dudosos ejercicios memorísticos y estériles zarandajas igualitarias.  

 

Curiosamente, la irrelevancia de España en el plano internacional se está asentando a la vez que ―como afirma sabiamente el coronel Baños―, la importancia del Estrecho está ascendiendo, tras demostrarse que los buques de gran calado ya pueden navegar por el Ártico en invierno. Todo eso está coincidiendo con una gran revitalización de nuestros demonios históricos y la efervescencia de “guerras” y pugilatos partidistas. Tristemente, España va pareciéndose, cada vez más, a un saco de boxeo para EE UU, Marruecos y Argelia, a los que acaba de añadirse Israel.