Feminismo para reconstruir y construir
Continuaríamos errando si situamos el listón de la partitura de este terrorismo machista, en el maltratador como ente individualizado, porqué es mucho más.
Feminismo para ser motor de las transformaciones sociales, feminismo para coser con hilo irrompible el movimiento feminista, el más valioso instrumento del que disponemos para articular una sociedad democrática, feminismo para recomponer la vida de las mujeres, diana de los destrozos producidos por la arquitectura patriarcal,
Y para ello no tiene ninguna utilidad el mega-discurso de dibujar a las mujeres, exclusivamente bajo el perfil del victimismo, instalándolas en ese papel de subalternidad, que solo interpela a las emociones, y a la frase de uso genérico “con lo buenísima que era…”.
Continuaríamos errando si situamos el listón de la partitura de este terrorismo machista, en el maltratador como ente individualizado, porqué es mucho más. Ese perfil de hombre es “una herramienta” con funciones de brazo ejecutor, obediente operario de un sistema absolutamente normalizado, como es el patriarcado, que entre sus usos está doblegar a la mujer, maltratarla, manosearla, violarla en solitario o en manada, pagarle menos por el mismo trabajo, dejarle los oficios que huelan a femenino en tono menor, adjudicarle triples jornadas, la laboral, ama de casa, y de los cuidados de primer, segundo y tercer grado de familiares propios y ajenos, y como colofón, ese concepto absoluto de la cosificacion machista, asesinarla “la maté porque era miá” “para mi o para nadie”.
Esta no es una descripción decimonónica, en absoluto, es de rabiosa actualidad, tanto que el promedio de mujeres asesinadas es de 4 al mes, una por semana, a modo de recordatorio de un sistema patriarcal, a fin de que no se nos olvide que somos el segundo sexo, configurado para la desigualdad política, social, económica, y resto de espacios de la vida. Donde las mujeres caminan bajo el manto de la tiranía de la alianza del patriarcado con ese capitalismo, que se nutre de nuestros innumerables trabajos no remunerados, llegando a constituir el 51, 88% del PIB, si se revisan los sistemas de cálculo.
Por eso es tan obsceno el escaso valor que se la da al secular comportamiento masculino, no enmendado, cuando se asesinan a las mujeres como fórmula de gestionar conflictos, con la complicidad en no pocos casos de la negligencia de algunas administraciones. Por eso son tan tóxicas las malas compañías que “niegan” que nos están matando, cuando la cifras de mujeres asesinadas, desde que hay registro, supera a la mujeres muertas en accidentes de trafico, con la trágica, y vergonzosa cifra de 1.233 mujeres, insostenible para una sociedad democrática, y para un país civilizado.
Así de calculada es nuestra discriminación como mujeres, y de complicado doblegar a los poderes, dado lo barato, rentable, cómodo, y pusilánime que les resulta encasillarnos como hembras de segunda categoría. Con un mandato de género para que ocupemos y nos comportemos “acatando las cosas como toda la vida”, como está diseñado en esta sociedad, lavar, planchar, cocinar, fregar, cuidar a familiares, ir al mercado, llevar a niños y niñas al cole, a las actividades de tarde, y además, estar impecables por dentro y por fuera.
Esta es la foto sepia que retrata el impúdico paisaje de un mundo construido en masculino, que nos interpela para aparcar diferencias, enterrar la cripacion, la descalificación, y la violencia verbal. Es más qué necesario “recuperar la sororidad entre nosotras”, y ensamblar un proyecto unitario, que se nutra en su totalidad de responder a las necesidades de las mujeres.
El reto no tiene mayor complejidad, que la voluntad de los y las agentes, responsables de levantar un dique por donde “dejen de filtrarse minuto a minuto ráfagas de insostenible desigualdad por ser mujeres”.
El deterioro democrático de una sociedad, qué para vivir bien una mitad de la población, necesita de la discriminación de la otra mitad, nos alerta de un sociedad enferma de gravedad.
Tamaña perversión no admite excusas, que ralentice la tarea urgente de remar en la misma dirección.
Toca formación para las y los operadores, toca coeducación curricular, toca justicia sin impacto de misoginia, toca conciliación y corresponsabilidad global, toca incorporar la cultura de la prevención, toca legislar para abolir la prostitución, toca cualificar y redefinir el Pacto de Estado contra las violencias machistas, toca transparencia, publicidad, y fiscalización de los fondos destinados a violencia contra las mujeres, toca evaluar a cada una de las administraciones que intervienen en el trayecto de las políticas de igualdad, para rectificar si hace falta, y hacer un Plan de mejoras con rotundo sesgo de Género.
Esa es nuestra fortaleza saber que, “lo que no funciona se modifica” y seguimos avanzado, para que las mujeres y la sociedad sepan, y comprueben que el feminismo es el instrumento destinado a parar los golpes de patriarcado, y construir juntas una nueva sociedad para vivir, vivirla, y no morir en el intento.