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Guerra olvidada: Sudán

Este mes de octubre pasado ha sido uno de los más catastróficos vividos por los ciudadanos sudaneses y el más mortífero sin duda.

 

Peter Turchin, antropólogo francés, afirma que lo que desencadena la caída de las estructuras de los Estados es el empobrecimiento de los trabajadores, las clases populares, los grupos vulnerables, coincidiendo a la vez con lo que llama “sobreproducción de élites” que acumulan riqueza y poder. Esa conjunción patógena genera el colapso del Estado, o una revolución o una guerra civil. Sudán, país buen ejemplo de ello.

Este mes de octubre pasado ha sido uno de los más catastróficos vividos por los ciudadanos sudaneses y el más mortífero sin duda, desde el inicio de la guerra civil entre el ejercito regular sudanés y las milicias paramilitares de otro general de aquel ejército, apodado “Hemetti”. Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR). Por primera vez desde que se iniciaron los combates el 15 de abril de 2023 el poder militar y de ocupación del territorio parecee inclinarse hacia el ejercito regular, FAS. En el origen del conflicto (adquirir poder, riqueza) se sitúa la caída del régimen islamista en 2019 tras un levantamiento popular, que hizo ascender a la cima del Estado a los dos generales que ahora se combaten por medio de desgraciados ajenos a tales conquistas como ocurre en todas la guerras y conflictos. Ambos se sentaron juntos en la cabecera del Consejo de Soberanía, desde el cual, de acuerdo ambos, derrocaron al gobierno civil que había surgido tras el alzamiento popular contra el régimen islámico.

Octubre ha causado en Jartum, Ondourman y sus territorios adyacentes 700 muertos. Las organizaciones humanitarias, las iglesias y sus asociaciones, calculan que esta guerra podría haber causado mas de 150.000 víctimas civiles por bombardeos, masacres a manos de soldadesca y milicias, incluyendo en ellas las muertes a miles por hambre y enfermedades. Deshayes, un científico social que conoce bien el país y sus circunstancias actuales, opina que “el conflicto del Sudán constituye la crisis humanitaria más grave del mundo”. En un país ingobernable ambos generales tratan de destrozarse y destrozarlos con sus tropas en un intento de controlar el oro, el petroleo, el ganado, las inmensas extensiones de tierras cultivables que son codiciadas por los respectivos Estados que los financian. A estas alturas la única opción es la guerra total. En junio de 2023 el ejercito regular (FAS) ha llamado a movilización popular y calculan que unos 30.000 civiles se han incorporado a filas. Conocidos como “mustanfereen”, resistentes populares. Reciben 40 euros al mes, sueldo nada despreciable cuando la mitad de los hombres del país carece de trabajo e ingresos. En el campamento de Hay El-Shati, en Omdourman, un centenar de mujeres aprenden disciplina militar, manejo de armas, karate y tiro. Entrenan cinco veces a la semana, tres horas al día, bajo la supervisión de oficiales retirados que han vuelto al servicio.

En las zonas controladas por el ejército regular, han surgido decenas de centros de formación y miles de reclutas femeninas, llamadas “mustanfeerat”, reciben instrucción en ellos.Terminado su entrenamiento, no portaran armas. Podrán incorporarse a la administración militar y en labores de información. Aprenden a defenderse pues no quieren vivir con miedo. Los dieciocho meses de guerra las han hecho sentirse más vulnerables que nunca ante una explosión de violencia de género y sexual cometida por ambos bandos. Los casos de acoso, violaciones (a veces colectivas), matrimonios forzados, secuestros, esclavitud sexual y otros abusos se multiplican. “Es una guerra contra las mujeres. Los hombres se desgarran por el poder y, en el medio, las mujeres son oprimidas ”, denuncia una antigua enfermera civil que se ha alistado en el ejército, dentro de una unidad de mustanfeerat. “Cuando termine el entrenamiento, conseguiré una pistola que llevaré conmigo.» Puede leerse el informe publicado el 23 de octubre por expertos de las Naciones Unidas: los milicianos de las FSR son responsables de la mayoría de los abusos conocidos. Mujeres de todas las edades han sido violadas, secuestradas. Otros se suicidan. Otro documento de la Unidad de Lucha contra la Violencia contra las Mujeres del Ministerio de Desarrollo Social detalla que sus equipos registraron oficialmente 279 violaciones en todo el país y más de 500 mujeres desaparecidas. Apenas se declara el 2% de los casos. Para estas mujeres, la violación es un tabú y con lo ocurrido a cada una no hay que hacer ruido y lo soportan solas.  La sociedad sudanesa muy conservadora considera que una  violacion arroja el oprobio y el deshonor sobre las familias, los clanes y las tribus. Por eso se impone la ley del silencio.

“Las violaciones cometidas por los FSR son una táctica de guerra, La mujer se convierte en un medio para atacar a una comunidad, para destruirla desde dentro. Sobre todo, estas violencias apuntan en última instancia a los hombres, a los adversarios, sirven para romperlos en lo que tienen de íntimo, en su orgullo, en su masculinidad.». El cuerpo de las mujeres es un campo de batalla. Municion que los soldados usan y abandonan en medio de los combates. Las mujeres sudanesas sufren décadas de silencio con la impunidad de los soldados y milicianos especialmente en lo que respecta a la violencia sexual masiva cometida en Darfur a principios de la década de 2000. Los janjawids importaron la guerra de Darfur a Jartum. Durante aquel genocidio causante de 300 000 muertos, la violación se utilizó como arma de guerra contra las comunidades no árabes de la región.

Con la actual  guerra entre los dos ejércitos de Sudán, las milicias de Darfur se desplegaron masivamente en todas las líneas del frente, reproduciendo su campaña de humillación en todo el territorio de combate.A los milicianos de las FSR se les conoce como los “janjawids”, reclutados entre las tribus árabes nómadas del oeste del país que participaron como he dicho antes  en el genocidio de Darfur, sirviendo luego en una especie de guardia pretoriana por el criminal expresidente Omar Al-Bachir. Han experimentado un ascenso enorme ya que envían mercenarios a Yemen, se financian con el contrabando de oro a Dubái, y se ha convertido en un verdadero ejercito paralelo. Los hechos que narro pueden ayudar a resituar nuestros miedos a Trump y compañía y hacernos reaccionar en contra de los conflictos olvidados y lo que esconden tras ellos.