Juan Manuel Moreno Bonilla, premiar la ruina de Andalucía
El problema es cuando sin llegar los trenes a la hora, no solo se le da la jefatura de la estación sino el mismo gobierno.
En la película Le vie del Signore sonofinite, de Massimo Troisi, dos personajes afirman: “¡Desde que está él al mando del gobierno los trenes llegan a la hora!” “Bueno… ¿y por eso hacía falta ponerle al mando del gobierno? ¿No bastaba con nombrarle jefe de estación?” El problema es cuando sin llegar los trenes a la hora, no solo se le da la jefatura de la estación sino el mismo gobierno.
Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente andaluz es artífice del contrasentido consistente en ser premiado con el aumento de sus expectativas electorales aunque en los cinco años que lleva al frente del gobierno de la Junta no ha hecho sino deprimir sobremanera una Andalucía que se mantiene como una de las regiones con más paro de Europa, con un porcentaje de desempleo que se aproxima al 20 por ciento (18,3 por ciento con datos del INE de 2023); ha perdido convergencia con respecto al resto de España en PIB per cápita (está en el 74,1 por ciento de la media nacional, según el último informe de Contabilidad Regional de España); en Educación sigue a la cola del informe PISA con los peores registros en rendimiento medio en matemáticas, lectura y ciencias; y en Sanidad está a la cabeza en el número de pacientes y el tiempo de espera para una intervención quirúrgica y consulta de un especialista.
La política tiene esa paradoja, muchas veces premiamos a quien trabaja para que vivamos peor. Decía Ortega y Gasset que el autoritarismo se fundamentaba en una fuerza ajena a él como era la debilidad de quien tenía que padecerlo, y es evidente que la oposición de Juan Espadas, secretario general del PSOE de Andalucía y especialista en perder elecciones, hace débiles a las mayorías sociales del sur mientras que, para que la paradoja no se quede solo en Moreno Bonilla, el ex alcalde socialista hispalense sigue acaparando cargos sin que por ello los trenes lleguen a la hora. El caso de Espadas es, si se quiere, más singular y contradictorio, ya que ha sido colocado en el liderazgo del PSOE de Andalucía por el mismo sanchismo. Los malos resultados demoscópicos en el sur se compadecen con un liderazgo artificial que ha hecho una oposición insignificante. Lo peor de todo es que siendo la política del gobierno de la nación brillante, la torpeza de alguna gestión periférica malpare la gestión global. Como dijo Arturo Frondizi, nada se podrá hacer sin espíritu de sacrificio, sin conciencia de responsabilidad y sin un profundo sentido moral del destino de cada cual en el país y del país en el mundo. Y evitar lo que nos advertía Manuel Azaña cuando afirmaba que las cosas grandes la gente pequeña las estropea.
La necesidad de derrotar claramente a Susana Díaz y contrarrestar el justicialismo paleto que proponía junto al culto chusquero a su personalidad, no se reparó, o no se quiso reparar, en que sin una regeneración profunda del PSOE andaluz el electorado, después de la experiencia susanista, se alejaría de una candidatura encabezada por un invento político de Díaz, como es Espadas, sin capacidad de liderazgo como le gustaba a la ex presidenta que fuera su entorno y un equipo trufado de ex altos cargos de los gobiernos de la ex lideresa del Tardón.
Juan Manuel Moreno Bonilla tiene, por tanto, en Espadas un aliado en potencia: la debilidad ajena que necesita para seguir haciendo de Andalucía tierra de desigualdad y ruina para la mayoría.