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Juanma ya no sonríe tanto (I)

La grave crisis del Sistema Sanitario andaluz es la culpable de que el Presidente haya aparcado su eterna sonrisa.

 

El presidente ya no se ríe y aunque pueda parecer que su cabreo es por la amnistía y por Carles Puigdemont, en realidad su seriedad obedece al gran incendio – ‘cuello de botella‘ le llama él-  del sistema sanitario andaluz bajo su total y absoluta responsabilidad política.

“Mire, el problema es que usted está cómodo en la confrontación, incómodo en el diálogo y, eso sí, ausente en la gestión”.

Esta frase textual la pronunció en el Parlamento de Andalucía el portavoz socialista Juan Espadas y se la dirigió al presidente de la Junta Juan Manuel Moreno Bonilla.

Fue con motivo del último debate sobre el estado de la comunidad hace nueve semanas y media,  los días 29 y 30 de noviembre pasado. Sí, estado de la autonomía andaluza, aunque la sesión bien pudo interesar en Lugo, Logroño o en Mataró. Sobre todo escuchando la primera intervención de Bonilla que, hábilmente y sin citar intencionadamente el nombre de Pedro Sánchez, no dejó de pasearse durante toda la sesión entre la Plaça Sant Jaume de Barcelona y los jardines de la Moncloa en Madrid, todo ello haciendo gala de sus mejores dotes de futuro estadista:

Se está quebrando la igualdad entre los españoles. Se está privilegiando a unos territorios con el dinero que nos representa y que es de todos los españoles. Se está mercadeando con miles de millones por mantener el gobierno. Señorías, ¿se imaginan lo que podríamos hacer en Andalucía con los 50.000 millones de euros que se han pactado para Cataluña? ¿Se imaginan qué podríamos hacer en la sanidad pública andaluza con esos 50.000 millones de euros que se van a destinar a Cataluña para la investidura? ¿Se pueden imaginar qué podríamos hacer con 50.000 millones de euros en la dependencia o en las políticas de empleo en nuestra tierra? Un andaluz, señorías, un andaluz se merece lo mismo que un catalán. Se merece lo mismo que un catalán.

Juan Espadas le reprocharía a continuación lo suyo, su punto débil, “más de 700 días en los que Andalucía ha tenido un presidente pensando en lo que le convenía a él y a su partido y no en resolver los problemas y las necesidades de los andaluces y andaluzas”.

La portavoz comunista Inmaculada Nieto no perdió ocasión ese día para recordar la impostura autonómica de la derecha actual: “Hoy ha dicho: «¿Tendremos que volver a salir a la calle?». Bueno, ustedes van a salir la primera vez. Hay aquí quienes hemos salido siempre y hemos reivindicado el 4 de diciembre y hemos reivindicado el 28-F y hemos sido parte activa de la conquista de la autonomía y del autogobierno. Y que no le dijimos a la gente que aquel no era su referéndum y todas esas cosas que usted conoce”. No solo eso, Nieto invitaba al presidente a que hablase menos e hiciese más en el uso legítimo de competencias que ya posee Andalucía: “¿Qué le parece a usted si en vez de quejarse de que los catalanes pidan las Rodalíes, pide usted que se cumpla el artículo 64 del Estatuto y que Andalucía gestione la competencia exclusiva al cien por cien de los trenes que tienen su itinerario dentro de Andalucía? ¿Por qué en vez de quejarse de lo de Cataluña no lo pide, si usted tiene un Estatuto que le habilita? ¿Por qué no pide usted la gestión económica del cien por cien de la Seguridad Social, si nuestro Estatuto también le habilita para ello?”

 

En el caso de Moreno Bonilla es que, gran parte de su filosofía política durante su largo aterrizaje presidencial la ha basado en intentar capitalizar los símbolos de 40 años de lucha ciudadana por la autonomía de Andalucía, envolviendose en la blanquiverde con desparpajo y sin ningún remordimiento histórico, incluso tuneando el escudo.

 

Con un pié en Andalucía y otro en Madrid

El actual mandatario andaluz, seguramente sin tenerlo previsto en el guión de su hoja de ruta política, efectivamente ha sido tentado por la política nacional, casi de la misma forma que a su predecesora en el cargo Susana Díaz, lo que le supuso finalmente a la lideresa ser amnistiada por Sánchez y acabar hoy de senadora autonómica a dedo y como animosa tertuliana junto a Ana Rosa Quintana y Risto Meijide en las teles de Mediaset.

Lo curioso en el caso de Moreno Bonilla es que, gran parte de su filosofía política durante su largo aterrizaje presidencial la ha basado en intentar capitalizar los símbolos de 40 años de lucha ciudadana por la autonomía de Andalucía, envolviéndose en la blanquiverde con desparpajo y sin ningún remordimiento histórico, incluso tuneando el escudo e intentando capitalizar la herencia política de figuras del andalucismo como las de Manolo Clavero o Alejandro Rojas-Marcos. De Blas Infante no suele hablar mucho, seguramente porque a los de Vox les molesta la figura histórica del “Padre de la Patria andaluza” sobre quien sostienen que “no hay nada que tenga más alcanfor que Blas Infante”. El presidente Bonilla solo respeta su busto en mármol de Macael en el Parlamento y su museo en Villa Alegría, porque el notario fusilado por Queipo en agosto del 36 en realidad tenía ideas revolucionarias, de justicia social, un rojo aunque fuese notario y para muchos pareciera un señor de derechas.

Bonilla es tan ambicioso como Susana Díaz aunque con menos prisas y agonía; él no está hoy en la pelea por el liderazgo nacional del PP, su papel de momento es el de secante, vigía desde el sur, el muro de contención de la lideresa Ayuso que amenaza desde la capital al enésimo presidente que ha tenido el PP, Alberto Nuñez Feijóo, amigo y patrocinado en su momento por Bonilla cuando el golpe contra Casado. No lucha ahora por el cargo de presidente aunque ya se cree capacitado para desempeñarlo. Él representa hoy dentro del PP al sector más  moderado que no parece dispuesto a que Isabel Díaz Ayuso, en caso de nueva crujía electoral, se alce con el Santo y la limosna. En el caso de que el PP pierda ahora la mayoría en Galicia y Núñez Feijóo caiga en barrena, el líder andaluz se interpondría en el zafarrancho de combate que se pueda organizar en Genova 13 y ejercer su autoritas. Que ríanse Uds. de aquel otro 23F fatídico de Pablo Casado -el día que empezó la guerra en Ucrania- cuando el cadáver político del presidente del PP fue lanzado sin piedad por los y ‘las Cucas’ al río Manzanares. Llegado ese momento, que no se olvide, la opción andaluza tiene en Madrid a Elías Bendodo maniobrando a favor de Moreno como ‘adelantado‘. Que la figura del poderoso Bendodo esté en cuestión en la mismísima cúpula por la gente más ultra del PP no es un secreto, saben que es la avanzadilla de Moreno y que de aparatos políticos y de manejos en la sombra sabe más que todos ellos juntos.

Para analizar estos primeros cinco años de mandato de Juan Manuel Moreno Bonilla, necesariamente conviene recordar de pasada algunos datos fundamentales de su biografía política que siguen condicionando su paso y en cierta medida muchas de sus decisiones políticas. Lo sucedido internamente en el PP en estos últimos años ayuda a comprender la deriva orgánica  y los juegos de poder internos. Saber de dónde viene Juan Manuel y a dónde ha llegado (gracias a Vox), logrando ser elegido tres años después por una inmensa mayoría de andaluces en las urnas. Un beneficio político personal gracias a abrirle la cancela de las instituciones a la extrema derecha española, no solo la andaluza.

 

Javier Arenas fue quién apostó por aquel joven malagueño, propuesto por Manuel Atencia y Joaquin Ramirez, para liderar las Nuevas Generaciones del PP malagueño y andaluz.

 

La flauta de Abla sonó…por casualidad

Juanma Moreno, un chaval que, sin oficio ni beneficio, fue elegido en Málaga hace muchas lunas por Javier Arenas, Joaquín Ramírez y Manolo Atencia para liderar las NNGG del PP malagueño y andaluz. No estudió de manera continua, trabajó en las cocinas del partido como hizo la socialista Díaz en el PSOE y años después siguió haciendo lo propio junto a Ana Mato y el tesorero Luis Bárcenas; fue también Secretario de Estado y diputado por Cantabria sustituyendo precisamente al también paracaidista Bárcenas. En todo ese tiempo solo tuvo voluntad y tiempo para estudiar “Graduado en Protocolo y Organización de Eventos y Máster Oficial en Dirección de Protocolo, Producción, Organización y Diseño de Eventos por la Universidad Camilo José Cela. Asimismo, cursó el Programa de Liderazgo para la Gestión Pública (IESE)”. Así consta actualmente en su CV.

Relaciones públicas y protocolo, una formación profesional que con el paso de los años le será de gran utilidad, basando su acción de gobierno precisamente en la propaganda, la publicidad, las relaciones públicas y en una indiscutible empatía personal, propia del relaciones públicas de un local de moda.

Nunca ganó elecciones hasta el año pasado que obtuvo una indiscutible mayoría absoluta y por esa razón Pablo Casado y Teodoro García Egea, con Juan Ignacio Zoido como cabeza de una rebelión ‘anti Juanma’ desde Andalucía, se plantaron en una cumbre restringida y secreta celebrada en Abla (Almería) para “quitar al Juanma de una vez”.

Corría el verano de 2018 y faltaban cinco meses para el 2D. Conviene contextualizarlo porque de aquellos polvos, se entiende el lodo actual de por qué el PP andaluz sigue anclado en el sorayismo con Javier Arenas ejerciendo de Gran Hermano, solo visualizadas con la irrupción de fichajes estrella como Enric Millo o Tomás Burgos entre otros recolocados en la Junta a petición de la exvicepresidenta de Rajoy. Pero volvamos al verano del 18.

Están ese día en uno de los más afamados restaurantes de la comarca de Abla, La Posá del Tío Peroles, donde entre otras muchas exquisiteces es famoso su tortillón de 6 kilos de patatas con 34 huevos y su parrilla de carnes, una de las más renombradas de Almería.

El objetivo del encuentro quedó meridianamente claro nada más arrancar la reunión gastronómica, cuando Pablo Casado pregunta a los presentes:

– A ver, ¿qué hacemos con Juanma, lo volvemos a presentar o lo cambiamos y buscamos otro?

Juanma Moreno Bonilla ya había sido candidato del partido en las autonómicas de 2015 – “porque tú lo has querido” le dijo Rajoy en Granada-, gracias a Soraya Saenz de Santamaría y Jorge Moragas jefe de gabinete del presidente, tras un sorprendente e inesperado golpe de mano en el último minuto contra la candidatura del hombre de Zoido y María Dolores Cospedal, José Luis Sanz. El PP-A obtuvo poco más de un millón de votos, medio millón menos que los obtenidos tres años antes por Javier Arenas en 2012. No iban desencaminados Casado y Egea cuando plantean a sus fieles cuadros sureños la hipótesis del cambio de caballo ante la inminente carrera.

Durante la mini cumbre casadista de Abla a Juanma tuvieron que zumbarle los oídos de manera intensa y persistente ya que en el debate abierto por Casado no se cortaron un pelo a la hora de exponer las debilidades políticas y personales de Juanma, mayores que sus fortalezas, opinaban. Nadie daba un euro por él. El exministro del Interior y su mano derecha, José Luis Sanz -hoy alcalde de Sevilla- aseguran que fueron las voces más criticas y duras con la figura de Moreno ese día. “Le llamaron de todo, menos bonito” me resumía quien conoció el asunto directamente. Pero fue precisamente la intervención del “ministro” Zoido -que ya no lo era pero le seguían llamando así como deferencia-  la que puso punto y final al debate frente a los que defendían los riesgos de “la tesis de la flauta”,  esa que por chiripa acaba sonando.

Cuentan que fue esa última intervención de Juan Ignacio Zoido la que finalmente inclinó la balanza en favor de mantener a Moreno Bonilla como próximo candidato electoral del PP-A.

Un apoyo con retranca y mala leche, según explica una fuente directamente implicada en los objetivos de la cumbre, “Juan Ignacio planteó que mantuviésemos a Juanma como candidato, ‘para que se estrelle de una puñetera vez’, y que tras el batacazo, esa misma noche, se montara una gestora que organizara un congreso posterior y punto pelota.”

La veracidad de este argumentario se acabaría confirmando la misma tarde/noche del 2D, cuando Zoido solo con las encuestas a pie de urna, se pilló un Ave a Madrid para convencer a Casado de montar la gestora esa misma noche tras la -para él- segurísima derrota de Juanma y del PP-A, pero que avanzada la noche sumó mayoría con Ciudadanos y Vox y el puñetero castillo de naipes se derrumbó. Los defensores de “la tesis de la flauta”  tenían razón cuando le dijeron a Casado en Abla:

Pablo, ¿tú te imaginas que a Juanma le suene la flauta y llegue a presidente de la Junta? Entonces será cuando tengas tú un problema de futuro y muy serio.

Y así acabó sucediendo. La crisis de Casado al frente del PP no se entendería sin la discreta pero activa participación de Bonilla y sus peones para quitarlo. El descarado control por parte del aparato de Genova 13 – García Egea– por hacerse con las direcciones provinciales andaluzas durante meses o mercadear con Granada y Murcia, condujo a Bonilla al borde del ataque de nervios, almacenando durante meses mucha rabia contenida por la impotencia frente al poder arbitrario manu militari del aparato nacional. Un ex presidente provincial del PP, que llegó a estar muy cerca de Bonilla, sostiene la tesis de que la personalidad real del hoy presidente es mucho más dura de lo que aparenta, “el malo es Juanma, no Bendodo, no lo olvides nunca” resumía.  Siendo ya presidente de la Junta desde Madrid le montaron una última gran tangana quedándose Génova 13 nada más y nada menos que con el control político y orgánico del partido en Sevilla, la capital de Andalucía con la importancia que eso conlleva. También es cierto que asistíamos a esas alturas del triller a los últimos estertores del casadismo.

 

Esta operación con Vox le otorgó al presidente que presume de moderado y liberal el dudoso galardón de haberle abierto, por vez primera, la puerta institucional a la extrema derecha en España.

 

Bonilla, el hombre blanco de Vox

Con este bagaje político y contra todo pronóstico, habiendo obtenido los peores resultados de la historia de la derecha política en Andalucia el 2D, Moreno Bonilla en la Navidad de 2018 acabó sentado en el sillón de San Telmo como presidente de un tripartito -cojo- pero con mayoría parlamentaria de derechas, habiendo obtenido el PP 26 escaños y 33 el PSOE con 260.111 votos más ; carambola lograda gracias a la suma de perdedores – 26+21+12-, el PSOE-A con Susana Díaz fue la fuerza más votada el 2D con 1.010.889 sufragios. La extrema derecha, sorprendida entonces, se contentó con hacer ruido e influir desde fuera del ejecutivo, especialmente insistentes y pesados con las misas en directo por Canal Sur y la promoción de los toros, toreros y sus corridas. Por cierto, según fuentes de la cadena, los espacios proporcionalmente más vistos de Canal Sur Tv en estos años.

Sin olvidar que esta operación le otorgó al presidente que presume de moderado y liberal el dudoso galardón de haberle abierto, por vez primera, la puerta institucional a la extrema derecha en España. Esa condecoración en su pechera difícilmente la podrá camuflar en su muy reelaborada biografía política, por mucha moderación, centrismo y liberalismo que predique en sus floridos discursos. Hoy, algunos libros sobre la historia política española reciente, ya le dedican algún capítulo a aquella operación sevillana tutelada por y desde Madrid, destacando precisamente la importancia política que tuvo aquel inicio del blanqueo institucional de la extrema derecha en nuestro país. Pero esto es algo que no parece preocuparle al líder autonómico andaluz del PP porque ya casi nadie recuerda que fue ‘el hombre blanco de Vox’. Además, después de aquello PP y Vox son socios y duermen en el mismo colchón en numerosos gobiernos.

Tras haber logrado Moreno Bonilla una amplísima mayoría absoluta con 1.589.272 votos, es cuando estamos asistiendo a su verdadera transformación, como una crisálida, donde aparece un dirigente que dice unas cosas políticamente correctas, centradas y moderadas pero que hace justo lo contrario, una política al servicio de las minorías privilegiadas que menos lo necesitan en la crisis. Nada nuevo, igual que hizo el PSOE-A, pero con una pequeña diferencia cuantitativa: los socialistas arrimaron el ascua a las sardinas de muchos miles andaluces más – la llamada por el PP red clientelar- mientras que la derecha está volcada con las rentas y patrimonios más altos, los de una minoría influyente que, para colmo, viven y tributan en Madrid y donde es hasta posible que voten. Eso sí, no faltan a ninguna feria.

Mañana segundo capítulo