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Jueces en Marte

La discusión jurídica está servida. El daño hecho al Tribunal también.

 

 
El Tribunal Constitucional, con cuatro magistrados agotado su mandato y prorrogado por causas políticas, y otro dimitido por estar incurso en causa penal, ha emitido una sentencia por seis votos a favor y cinco en contra, en la que, aceptando que era necesaria la medida decretada en la resolución de adoptar el estado de alarma, entiende que el cauce adecuado hubiera sido el facilitado por el diseñado en la figura otro estado de mayor gravedad social y hubiera de haberse votado en el Parlamento y no convalidando en el mismo un decreto ley del gobierno de la nación.
 
La discusión jurídica está servida. El daño hecho al Tribunal también. Los jueces europeos miembros de cortes parecidas no hubieran optado por, al cabo de un año y cuando se encuentra el país en otras circunstancias emitir una sentencia en la que la división de los magistrados pone ante los ciudadanos la profunda inanidad jurídica de entrar en tal disquisición que no conduce a parte alguna más que a avalar y dar aire a un partido de extrema derecha demostrando al tiempo las profundas inferencias deducibles del fallo que unen a los votantes a favor de la resolución con los postulados de tal grupo político, por respetables y legales que sus miembros sean.
 
Un tribunal no de la Administración de Justicia, sino de clarificación política de las decisiones de los parlamentos españoles y para dar amparo a los ciudadanos cuando entienden conculcados sus derechos y libertades, que tiene la profunda y vergonzosa carga en su historia de no haber emitido sentencia desde hace once años en el recurso interpuesto por el gobierno de turno sobre la constitucionalidad de la ley del aborto que afecta a lo más dolorosamente humano como es la maternidad y las lesiones afectivas que tal decisión comporta y ha demostrado así que los ciudadanos  y sus pesares no son de su interés magistral,  y corre ahora a criticar decisiones legítimas avaladas por los partidos de la oposición en tres ocasiones sucesivas q ue han evitado 450.000 muertos, a abordar un recurso que a nadie le importa, lo resuelve en unos meses y no se avergüenza de dictar el fallo mostrando una lastimosa división interna. 
Si don José Castan Tobeñas levantara la cabeza pediría al Dios del Sinaí que le apartase de vivir tal desafuero.