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Julián Muñoz blanquea su verdad

"La verdad" del exalcalde de Marbella no coincide precisamente con el relato de los hechos probados en las sentencias judiciales.

 

En la moda de las docuseries se ha colado de rondón el testimonio de Julian Muñoz, excamarero, exalcalde de Marbella y expresidiario condenado por corrupción, contando su subida a los cielos y caída a los infiernos, además de ‘lo suyo’ con la cantante Isabel Pantoja, con la ciudad de Marbella como escenario de un sensacional culebrón de amores, amoríos, bajas pasiones y muchos millones bajo las camas fruto del saqueo y la corrupción. Asuntos íntimos que tendrán mucho que ver con su caída y posterior procesamiento judicial.

Precisamente su relación sentimental con la tonadillera sevillana ha ocupado el primer capítulo emitido por Mediaset, sin duda un eficaz anzuelo para la demanda popular con la intención de captar audiencia para lo que queda de serie. «No es la hora de la venganza, es la hora de la verdad» la han titulado.

 

¿La verdad? 

Un primer balance de lo confesado hasta ahora por Muñoz no habla muy bien de su tardía vomitona, plagada de mentiras, medias verdades, inexactitudes o pérdida intencionada de memoria, como denuncian en la misma cadena su larga nómina de ‘expertos’ opinadores, entre los que se encuentran testigos presenciales de lo narrado por el propio Muñoz, como esa asistenta sabelotodo, la que dice que escondió billetes morados de Pantoja en sus propias bragas durante la detención policial de la cantante.

En eso consiste este juego que, como el calamar, suelta mucha tinta y decenas de horas de prime time televisivo. Cuente Ud. su vida y hazañas, alegrías y miserias. Aquí tiene el talón con la pasta, pero tiene que aceptar el consiguiente descuartizamiento público al que será sometido a posteriori, con gran agitación en los audímetros. 

El ascenso y caída de un poderoso suele ser un argumento que no suele fallar en una buena película de políticos y funcionarios ladrones, con policías, fiscales y jueces actuando bajo el sol y el microclima mágico de la Sierra Blanca marbellí. Y si, además, una cantante como Pantoja es estrella invitada en el culebrón, éxito garantizado.

La imagen de un Julian Muñoz que ha envejecido mucho y mal en dos décadas, de aspecto nada saludable, ha irrumpido en los televisores en un claro revisionismo de su papel en la Historia más negra y reciente de la ciudad de Marbella. Su muletilla  para autojustificarse es confesar constantemente que «claro que yo me llevé dinero del ayuntamiento de Marbella». Punto, ahí se calla aunque lo reitere varias veces. Lo que no cuenta Muñoz es cuántos millones, de verdad, le robó a los marbelleros y a dónde ha ido a parar todo ese dinero. ¿Un mercedes coupé a la amante cantante? ¿Una ganadería de caballos que escuchaban ópera en las cuadras de Cantora? ¿Solo puso su ‘cara de alcalde’ en la rebaja que los dueños de Aifos le hicieron por el apartamento de lujo en Guadalpín para Pantoja? Porque fueron tres los apartamentos que Aifos ‘regaló’ a Muñoz a cambio de un aumento de volumetría en el proyecto Guadalpín Banús. Solo se escrituró el de Pantoja ya que los de Aifos, alarmados por cómo se empezaba a complicar la situación en el ayuntamiento de Muñoz, entraron en modo pánico dando marcha atrás y de lo dicho nada se hizo.

 

Muñoz y la Junta de Andalucía de Manolo Chaves

Precisamente las mentiras y medias verdades de esta primera entrega invitan a no esperar demasiado de la segunda anunciada para esta semana. En teoría la parte de la confesión pública de Muñoz que ofrece a priori mayor interés ya que se anuncia que se aborda el mundo de las relaciones políticas y empresariales que, durante décadas, se entrecruzaron en Marbella bordeando la Ley, o sencillamente pasándola bajo los arcos de bienvenida a la ciudad. 

¿Contará Julian Muñoz sus relaciones con la Junta de Andalucía de Manolo Chaves? ¿Confesará el por qué y el cómo del cese de Roca? ¿Quién manejaba de verdad los hilos de la moción de censura? Sin duda la activaron quienes dejaron de recibir su parte del saqueo sistémico y sistemático al que el gilismo sometió Marbella durante años.

Tampoco contará Muñoz lo que oyó una tarde fatídica para él, en plena cuenta atrás para la moción que lo enviaría a los infiernos, en un chalé que fue de un famoso cantante francés, cuando conoció a quien fue realmente el ‘autor intelectual’ – que no financiero- de la moción de censura.

Su anciano anfitrión, a verle llegar con Isabel Pantoja del brazo, ordenó al servicio que a ella la atendiesen en la terraza. Ellos se quedaron en el salón. ‘Imagino de lo que Ud quiere hablar, por tanto con que estemos los dos solos hay más que suficiente’ le espetó poco antes  de confirmarle en la charla que el dinero para comprar voluntades de concejales lo había puesto Juan Antonio Roca, verdadero director del golpe de mano y que su papel, el del anfitrión, se limitó en su momento – al ver en riesgo sus muchos intereses en el término- en ‘sugerir una moción de censura’ y echarle. Y cuando Julian le preguntó el por qué, la respuesta que recibió fue escueta: ‘Con mi edad permítame que le dé un consejo de amigo Sr. Muñoz, nunca mezcle negocios, política y vida privada, hágame caso’. 

Como está confesando Muñoz en su reaparición televisiva, en aquellos momentos trascendentales tuvo (usó) a su novia junto a él siempre como escudo protector; estaba hechizado por La Pantoja, locamente enamorado de María Isabel Pantoja Martín, hasta el punto de redactar un acta matrimonial fake entre ambos. O pagarle las galas americanas con tal de que no se fuese de su lado tantos días. «Una adicción» se lamenta hoy. Ella le hizo ver que también estaba muy enamorada de él, pero esa locura de amor duró lo que duraron los tacos morados de dinero en bolsas negras de la despensa de Julián, confiesa como un muñeco roto, con manifiesta amargura de hombre traicionado por la persona que dice que más ha amado en su vida.

Quedamos pues a la espera de comprobar como el ex alcalde de Marbella blanquea esta semana en Tv su papel de alcalde sucesor de Gil en Marbella, como instrumento que llegó a ser, caído ‘el gordo’, del socialismo andaluz gobernante, con el objetivo de eliminar el «tapón» del bloqueo urbanístico de los pegous marbellíes que no era otro que Juan Antonio Roca y su entramado de corrupción. Cosa que hizo Julian Muñoz ante la sorpresa general, cesando a Roca en el caluroso verano de 2003 y que, a la postre, supondría su sentencia política y penal al cabo de los años.

Por cierto, hablando de esta modalidad de espectáculo televisivo que la factoría Mediaset ha puesto en el ranking de audiencias en España. Llama la atención que todos tengan relación con hechos y personas de o relacionadas con Andalucía.  Sí, además profundizando especialmente en el viejo cliché (actualizado) del torero y la folclórica, existe una legión de espectadores  siguiendo la vida y milagros de las sagas Paquirri-Pantoja, Jurado-Ortega, Jesulín Janeiro, Carrasco-Flores y un largo etc. de figurantes, también paisanos nuestros.

Llegados a este punto cabe preguntarse cuándo harán una docuserie sobre el clan Pujol donde no faltaría ni un perejil, Palau de la Música y Liceo incluidos. Desde luego la serie daría para muchos capítulos.