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La cabra candidata

El PSOE andaluz pervive en esa esclerosis de reparto de pecios y somnolencia ideológica que pierde hasta la ocultación el relato.

 

¿Qué ha pasado en Andalucía? La derecha ultraconservadora domina con solvencia la comunidad y todas las capitales de provincia. ¿Dónde ha quedado el sur progresista, vindicativo en el contexto de la justicia social, solidario, avanzado en las sustantividad identitaria y de los fenómenos culturales, sensible a los avatares impuestos e intolerables a los desfavorecidos, ecológica y feminista, tolerante e igualitaria. Quizá la hegemonía posfranquista se deba a que por parte del Partido Socialista se ha llevado a cabo la práctica boutade que definió en su día Alfonso Guerra cuando afirmó que “en el PSOE presentamos de candidato a una cabra y gana la cabra.” Ya no gana la cabra. El neoperonismo castizo y carpetovetónico de Susana Díaz, la inanidad intelectual y política de Juan Espadas y la obsesión por los cargos para él y los suyos de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, hombre de confianza de Sánchez en Andalucía, han compuesto un daguerrotipo de congestión política del socialismo andaluz que ha desconcertado a la ciudadanía.

Perder elecciones sin que haya responsables por los pésimos resultados de los comicios, estar en los cargos sin que incumban los resultados pocos bondadosos de la gestión, son formas cómodas para el político y muy dolorosas para el militante y el elector afín. En el caso de las mayorías sociales va a ser muy perniciosa la hegemonía política en Andalucía del franquismo renovado. Pero el PSOE andaluz pervive en esa esclerosis de reparto de pecios y somnolencia ideológica que pierde hasta la ocultación el relato. En Andalucía, sobre todo, no puede haber una izquierda de élites pues justifica a las verdaderas élites económicas y estamentales que han gobernado la comunidad de forma fáctica en los últimos doscientos años.

Esa falta de voluntad de regeneración a pesar del entorno políticamente hostil que para la izquierda se ha convertido un territorio hasta ahora tan fértil para la cultura y la metafísica progresista, supone una indigencia moral y de acción en la vida pública que deja a las clases populares en manos de la confusión dolosa del falso relato del neofranquismo.

La política en Andalucía no puede ser la almoneda del desconcierto, para albricias de los descendientes del caudillaje. Empero, el PSOE de Andalucía tiene una militancia activa muy beligerante en redes sociales y en la vida cívica. A pesar de sus dirigentes, constituyen la pulpa nutritiva de donde, más temprano que tarde, ha de salir un socialismo meridional realmente comprometido con la realidad y los intereses de las mayorías sociales. No es razonable que la derecha del caciquismo, los terratenientes, los rentistas, la blasonada y absentista, la del patriotismo de “viva las cadenas”, “viva la muerte” y “muera la inteligencia” se enseñoree en la Andalucía donde el general Riego dio el grito de libertad contra el rey felón.