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La tan cacareada instrucción de la Sra. Alaya

De las propias filas socialistas salió el germen que infectó a la organización y que los llevaría a la pérdida del ayuntamiento de Sevilla y años después de la Junta.

 

We´re blind to our blindness. We have very little idea of how little we know. We´re not designed to know how little we know. (Daniel Kahneman).

(Estamos ciegos a nuestra ceguera. Tenemos muy poca idea de lo poco que sabemos. No estamos diseñados para saber lo poco que sabemos)

 

Aprovechando el inicio de la campaña electoral, como no podía ser de otra manera, los afines al ‘alayismo’ no dudan en lanzar, manifiesto mediante, a través de sus dóciles plumillas las bondades y aciertos de la magnífica e insigne instructora del ‘Caso Mercasevilla’.

La historia inacabada y siempre mal contada de la, tan cacareada Instrucción que llevó a cabo en la sede del Juzgado de Instrucción nº 6 de Sevilla la, por entonces titular del mismo, Mercedes Alaya Rodríguez parece no tener un final cierto.

Enero del año 2009, la ciudad de Sevilla está convulsionada por la desaparición de una niña adolescente llamada Marta del Castillo. En las dependencias del Grupo de Menores de la Policía Nacional en la tercera planta del antiguo Cuartel situado en la Avd. Blas Infante 12, un grupo de púberes imberbes se choteaban de una Inspectora con pocas dotes investigadoras. Con ocasión de una supuesta resolución inmediata y exitosa del caso, varios gerifaltes de este cuerpo tomaron decisiones erróneas cuyos resultados todos conocemos.

Aplicando la teoría del “sesgo retrospectivo”, ésta nos indica que, tras el acaecimiento de un hecho tendemos a pensar que siempre supimos que el resultado obtenido era probable, cuando no directamente una conclusión inevitable. Este sesgo retrospectivo te hace pensar que, fuese lo que fuese que provocó el fracaso debería haberse previsto con anticipación. A toro pasado, todo el mundo sabe siempre que las decisiones tomadas en ese momento fueron demasiado arriesgadas.

 

A la sombra de este lúgubre suceso, en las mismas fechas y en la misma planta de este edificio policial se empezaba a cocinar lo que más tarde sería conocido como el “Caso Mercasevilla” y todas sus derivas.

 

Mientras los socialistas se honraban y adulaban a sí mismos con la fantástica creencia de que podrían gobernar otros treinta años, fuera de sus propios estrechos círculos cortesanos existía un sentimiento creciente de una crisis y catástrofe inminentes.

De las propias filas socialistas salió el germen que infectó a la organización y que, a la postre los llevaría a la pérdida de los órganos de poder, la Alcaldía primero y el gobierno de la Comunidad  autónoma después.

Fue María José Segarra, Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial y actual Fiscal General del Estado la que recibió a mediados del enero de 2009 en su despacho de la segunda planta del Edificio del Prado de San Sebastián un sobre envenenado. Se lo hicieron llegar a través de un alto cargo del consistorio socialista y su contenido generó una tormenta cuyos aguaceros han inundado vidas, arruinado fortunas y carreras políticas, destrozado a personas inocentes y no tan inocentes, ha propiciado la desgracia de muchos infelices y el auge de los más mediocres e indignos representantes de la clase política de esta ciudad y de la comunidad autónoma.

 

Con semejante bomba de relojería en las manos a la fiscalía se le planteaba el dilema de iniciar una investigación o darle carpetazo sin más.

 

Sabiamente optaron por la vía de salvarse el culo y se abrieron las Diligencias de Investigación 25/2009, pero la tarea de descubrir qué se escondía en el interior de ese sobre maldito se le encomendó a una Unidad Policial que había sido desmantelada y relegada a tareas burocráticas desde los casos Juan Guerra y Ollero.

No obstante, esta Unidad logró descifrar el contenido del Disco Compacto que se escondía en el sobre entregado a la fiscalía. La transcripción de las grabaciones que los primos y gestores del conocido restaurante sevillano ubicado en pleno parque de María Luisa, “La Raza”, los señores Sánchez Cuerda e Ignacio de Rojas habían realizado de una reunión mantenida en el despacho del Director de Mercasevilla, Fernando Mellet a la que  también asistía el subdirector Daniel Ponce

Inevitablemente ese primer atestado policial trascendió el ámbito de la fiscalía y se coló en las filas de los adversarios políticos del PSOE. El Partido Popular liderado en comandita por el invisible Javier Arenas y el eterno segundón Juan Ignacio Zoido tuvo la genial idea de rentabilizar, para sus fines propios, semejante oportunidad y buscaron el momento oportuno de hacerse visibles y convertirse en protagonistas de toda una serie de barbaridades judiciales.

A partir de ahí dio comienzo la caza de brujas. Los ingredientes estaban sobre la mesa; un atestado policial, una investigación de la fiscalía, una querella estratégicamente presentada, un juez receptivo, todo parecía ir sobre ruedas. Se avecinaba una verdadera desgracia, pues la ciudadanía se vio sometida a la insidia e indignidad de los salva patrias actuando como estafadores profesionales. Sus armas no eran otras que la mentira, la extorsión psicológica y el clientelismo, todo dentro del más absoluto desprecio por las personas.

La ciudad de Sevilla, prototipo de la hoguera de las vanidades, asistió impávida al repugnante espectáculo ofrecido por los del “Tubo” ( yo tuve, yo tuve) en su cacería inmisericorde de todos aquellos que, por no ser de su pelo eran considerados zarrapastrosos cuya única utilidad en la vida sería asistir a las vallas de la caseta del Circulo de Labradores o del Mercantil en la feria de (las vanidades) de abril para amenizar con sus bailes populares y cánticos pueblerinos a los prohombres de bien y sus elegantes familias durante la celebración de sus fiestas particulares.

La Sra. Alaya, arropada y auspiciada por el Partido Popular inicia así una etapa caracterizada por el afán en infligir la mayor cantidad de daño a los reales o potenciales adversarios políticos y económicos de estos prohombres de bien.

 

Derrocar los treinta años de socialismo se convirtió en el signo distintivo de toda su instrucción.

 

Según la idea básica del “modelo de utilidad descontada” del economista Paul Samuelson, los individuos tienden a valorar más el consumo presente que el futuro, para Samuelson, descontamos un porcentaje determinado de utilidad del consumo futuro. Es decir, según la instrucción de Alaya, había que arrasar con todo ahora, cuanto antes, sin calcular las consecuencias, sin evaluar la viabilidad de sus imputaciones, pues toda demora implicaba una merma en la utilidad que reportaba su Instrucción a las pretensiones de sus valedores, los políticos de la derecha sevillana.

El escollo que suponía la no colaboración “a ciegas” del aparato policial se salvó, de mala manera y a escondidas, con el trasvase de la carga de la investigación a otro cuerpo policial más sensible y afín a las necesidades de los ideólogos de toda esta estrategia de mentiras y falsedades. Oscuro episodio éste que ha dado lugar a múltiples especulaciones y ha vertido la sombra de la sospecha sobre los funcionarios que no aceptaron el chantaje de la instructora y que, a día de hoy no se ha dignado en aclarar suficientemente.

Con todos los mimbres en la mano comenzó a tejerse el cesto donde han acabado cientos de personas, unas imputadas, otras víctimas de las inusitadas y desproporcionadas fianzas de la instructora, otras abocadas a la muerte social y profesional.

 

El objetivo era el asalto a la alcaldía y, con un poco de suerte, a la presidencia de la Junta. Los personajes a eliminar eran bien conocidos, Torrijos, Marchena, Monteseirin, etc.

 

En las primeras investigaciones del caso Mercasevilla, con sus delitos de estafa, cohecho, delito societario, venta de terrenos mediante concurso amañado etc, etc    aparecieron los mal llamados “intrusos” en los ERES, y de la que se han desgajado   innumerables piezas judicializadas por separado.

Con el cambio de cuerpo policial, teniendo la idea  preclara y utilizando la “teoría de redes” los nuevos investigadores, siguiendo fielmente las instrucciones de la instructora (y sus valedores) fueron dando saltos de una persona a otra hasta componer un mosaico de  hechos supuestamente delictivos en los que aparecen involucrados desde sindicalistas, jubilados, empresarios, funcionarios, políticos, empleados de aseguradoras, mediadores, pequeños empresarios  y simples trabajadores que tuvieron la desgracia de que su nombre apareciese en una póliza distinta a la de su empresa original para poder cobrar su merecida jubilación.

En este desaguisado de pesquisas los nuevos investigadores  han dudado en utilizar las más abyectas  técnicas de investigación, más propias de Torquemada que de una sociedad democrática, entre ellas el recurso a “fuentes vivas”, es decir el recurso a chivatos y confidentes, para justificar intervenciones telefónicas o registros, o “activar actitudes” consistentes en realizar detenciones de implicados y familiares para ablandar su resistencia y obtener confesiones, montar “operativos” con amplio despliegue de fuerzas para acojonar al personal.

 

En el caso de la empresa Fitonovo, encuadrado en el denominado por la GC ‘asunto madeja’, se parte de una persona que participa en la mesa de contratación de Mercasevilla para la adjudicación de los suelos a la constructora SANDO, asunto este que, recordemos fue sustanciado con sentencia absolutoria. Esta persona vinculada al área de vía pública del Ayuntamiento (área de Urbanismo) fue sometida por orden de la Sra. Ayala a un minucioso y extenso estudio patrimonial. De este estudio patrimonial los investigadores solo sacan en claro que este señor ha recibido un vehículo que ha sido comprado por Fitonovo e intuyen que esta compra responde al pago por supuestos favores recibidos. Con este dato, los investigadores, en un escueto oficio en el que apuntan…”que se ha tenido conocimiento de la posible comisión de hechos delictivos…”  solicitan al Juzgado unos mandamientos de entrada y registro y se monta el gran espectáculo al que asistimos en el mes de julio del año 2013. Despliegue de fuerzas de asalto, registros, detenciones, declaraciones y, como era de esperar, el reconocimiento en sede judicial de hechos absolutamente opuestos y distantes de los inicialmente investigados. Es una forma de llegar a cualquier persona, uniendo vínculos y conexiones podemos alcanzar con pocos tramos el personaje que queramos.

Son muchas las sombras que aún penden de la tan recurrente y cacareada  Instrucción de la Sra. Alaya, muchas las dudas, las sospechas de una investigación teledirigida y manipulada y mucho el daño gratuito que esta señora ha repartido sin compasión.