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Mª Jesús Montero intervino la Junta y de paso la gestión de Susana

Cualquier político conocedor de esta tierra sabe que tocando la tecla de restar, está garantizado el alboroto.

 

Los andaluces no queremos ser más que otros, queremos ser iguales. Este mantra, acuñado por Manolo Clavero y Rafael Escuredo en los albores del 28F, ha sido una constante a lo largo de estas décadas para una comunidad orgullosa, pese a todo, de su papel en la Historia, de tal forma que el pueblo andaluz es muy sensible a que le toquen lo que es suyo. Su amor propio.

Sin duda el partido que ha gobernado más de tres décadas Andalucía ha influido y mucho para que ese sentimiento latente no solo no desaparezca, sino que creciera conforme convino a su estrategia política en cada momento.

Ahí están las hemerotecas para recordarnos el griterío cuando algún gobierno de la derecha – Aznar o Rajoy- tocaban los intereses generales o sectoriales de los andaluces. Chaves, Griñán y Susana lanzaban a sus consejeros como panteras contra decisiones ministeriales de Madrid y que, según ellos, perjudicaban los intereses de Andalucía.

En resumidas cuentas, cualquier político conocedor de esta tierra y de su gente sabe perfectamente que tocando la tecla de restar, está garantizado el alboroto.

Por eso no se entiende muy bien el paso dado por la ministra de Hacienda en funciones, María Jesus Montero, al intervenir – ( “RAE: «Dicho de una autoridad: Dirigir, limitar o suspender el libre ejercicio de actividades o funciones”) –  la posibilidad de gestionar la economía crediticia internacional de la Junta de Andalucía.

Una decisión de tal calibre – pellizco de monja según algunos socialistas– ha dado munición al gobierno PP, Cs y su satélite, el ‘partido de los valores’, que por vez primera ven la oportunidad de regar el huerto del victimismo que tanto cuidó el PSOE durante treinta y tantos años, con sus quejíos correspondientes. De paso han librado a la derecha del espectáculo montado por el consejero de Presidencia Elias Bendodo con las ‘cajas fuertes ocultas’, cuya popularidad baja a la misma velocidad que sube la de Juan Bravo, el titular de Hacienda, sin duda el que mejor conoce los aspectos técnicos y políticos de la jugada del gobierno Sánchez y la ministra Montero con las finanzas andaluzas de por medio. La intervención de Madrid le ha aguado a Bravo la celebración por haber sido la primera comunidad con los presupuestos de 2020 aprobados.

 

¿Inocente María Jesús Montero?

No se entiende por tanto que una experimentada política como es la Sra. Montero, con una mochila llena de cargos ocupados, haya dado el visto bueno a una intervención que comporta un movimiento sísmico notable en la política andaluza. ¿O alguien cree que Maria Jesús Montero no sabía de antemano lo que políticamente suponía esa intervención?  Si lo sabía olvidó un aspecto importante, un gol en propia puerta. Sí, porque las medidas tomadas por la autoridad ministerial afectaban, precisamente, a la gestión económica del gobierno de Susana Díaz en 2018, gabinete en el que Montero ha sido la responsable de Hacienda. Desde luego un gol en propia puerta y por toda la escuadra.

En clave política debemos entender que esta escandalera no es casual y que debe tener su explicación, al menos con un doble objetivo aparente. Entretener y marear a la derecha en el gobierno, que empieza a tomar una velocidad de crucero que inquieta al PSOE. Se trata del primer zambombazo externo que recibe  el actual ejecutivo. La decisión del ministerio ha logrado que la estrategia del gobierno andaluz levante por vez primera la programación de Canal Sur para abordar la afrenta política y la situación generada. Ya han enseñado la patita en la RTVA.

Cada día son más los socialistas que piensan que ‘tenemos Bonilla para rato, mientras no nos renovemos internamente’. Esa renovación, de la que se habla en voz baja dentro del PSOE, – anoten por ahí el nombre de Felipe Sicilia– supondría un paso atrás de Susana Díaz y la elección de un nuevo cartel con nuevas maneras de gobernar el partido. Un paso que Susana ya ha dicho que no está dispuesta a dar, en tanto que ha manifestado su voluntad de volver a presentarse a primarias. De ahí que en esta intervención ministerial en las finanzas de la Junta de Andalucía, consecuencia de la gestión política  de Susana Díaz, lleve implícita una censura pública a la expresidenta. ‘Que cada palo aguante su vela’, dice un renovador al comentar la circunstancia.

Tampoco se entiende como Pedro Sánchez, que bastante tiene con la que tiene liada con su investidura,  haya autorizado en paralelo este tsunami intervencionista en Andalucia creando un problema donde antes no lo había, en todo caso parece que subsanable para Bruselas. Moreno Bonilla y Juan Marín ya tienen la respuesta mágica para los problemas irresolubles que llegan y seguirán llegando: ‘Madrid no nos deja…’

¿Y ante todo esto qué hace la izquierda de IU y Podemos?  Desde hace un año la izquierda radical está fuera de juego de casi todo en Andalucia. Lo poco que hacen no les luce. La desaparición de los lideres del 2D de la escena les ha marcado. Y ahora, cuando se van a repartir cargos, con más motivo ese silencio. 

Andalucía ya no es la roja de siempre, se destiñe y se difumina, pero sigue siendo la que quiere ser tratada de igual a igual a las demás y, particularmente, Cataluña y País Vasco. El partido que olvide esta herencia del 28F lo tendrá complicado para gobernar Andalucía.