The news is by your side.

Muere José E. Rosendo

Pepe Fdez
Pepe Fernández

A muchos el nombre quizás no les suene fuera de los límites de Sevilla y, en particular, los de la Sierra Norte. Desde luego quienes hayan tenido alguna relación directa o indirecta con los EREs y sus derivadas conocen bien el nombre de José Enrique Rosendo.

Ha muerto de un infarto a los cincuenta años. La presión sufrida por su imputación desde hace cuatro por la denominada  trama de la Sierra Norte de Sevilla, en el Caso EREs ha podido con él, con su corazón y con su vida.

Conocí hace casi tres décadas a José Enrique Rosendo y mantuve con él una fluida amistad en su primera etapa en Sevilla, cuando afrontó ciertos retos periodísticos y literarios que acabó abandonando. Su nivel de información interna del PSOE siempre fue excelente, de gran utilidad por tanto para el periodista, dados sus muchos contactos y conocimiento de lo que sucedía en el partido a muchos niveles.

Rosendo, tipo inquieto, habilidoso e inteligente, llegó al mundo de la política de la mano de su padre Rafael Rosendo, quien durante muchos años fue alcalde socialista en la localidad de El Pedroso, el pueblo portal de la sierra sevillana. Ocupó cargo político como concejal de Cultura, llegando a figurar durante muchos años como miembro del Jurado del Premio Fernando Lara, como representante del ayuntamiento del pueblo donde nació el viejo patrón de Planeta. José Manuel Lara Hernández  llegó a donar cien millones de las antiguas pesetas al Ayuntamiento de El Pedroso para que, con ese dinero, pudiesen estudiar los jóvenes del pueblo que así lo desearan, devolviendo lo recibido con el paso del tiempo para que la bolsa de estudios se mantuviese en el transcurso de los años y sirviese a futuras generaciones. De aquel dinero y de su utilidad nunca más se supo, aunque en el entorno más cercano de la familia Lara Bosch se responsabiliza a la familia Rosendo de lo que hubiese sucedido con los millones del viejo Lara. José Enrique Rosendo, como responsable de Cultura, siempre defendió el buen uso de los fondos donados por el editor.

[blockquote style=»1″]Con el arranque judicial del escándalo de los Eres empezó a descubrirse de qué forma y manera, José Enrique Rosendo, había tenido una relación algo más que política y de amistad con José´Antonio Viera que en esa época figuraba como poderoso e influyente consejero de la Junta.[/blockquote]

Pero la mayor parte del tiempo José Enrique lo dedicó a brujulear por las cocinas del PSOE sevillano, donde seguramente se topó infinidad de veces con una joven Susana Díaz que hacía sus primeros pinitos en el partido tras su etapa en las juventudes. Él, Rosendo, se veía sin embargo con dos de sus máximos dirigentes, Pepe Caballos y José Antonio Viera – por este orden– con los que trabó una muy estrecha relación de amistad personal y confianza política durante años.

Llegó un momento en el que Rosendo se apartó totalmente de la vida interna del PSOE y dedicó todos sus esfuerzos a convertirse en un empresario 2.0 de la imparable Andalucía que proclamaban los mensajes propagandísticos del equipo Chaves en esos años. Faltaban tiempo aún hasta que Rosendo apareciese como uno de los impulsores de la creación de un grupo de exterma derecha  –Alternativa Española– para debilitar electoralmente al PP, una de las muchas conspiranoias en las que a Rosendo le gustaba meterse.

Fue precisamente a partir de ese momento al dejar su brujuleo político cuando la figura de Rosendo se difumina de la escena semi pública y reaparece al cabo de un largo tiempo junto a la flor y nata del empresariado andaluz, liderados entonces por el desaparecido Rafael Alvarez Colunga. Junto a Rosendo, a la sazón consejero delegado de una nueva empresa de jamones de Sevilla que había creado en la Sierra Norte, se sentaba el Grupo Osborne y un ramillete numeroso de grandes empresarios de los más variados sectores andaluces. Eran todos de primera fila e indiscutibles trayectorias empresariales de éxito.

La estrella del nuevo empresario José Enrique Rosendo empezó a brillar, atomizando una serie de inversiones provenientes – contaba– del supuesto pelotazo que dio a raíz de la venta de su participación en Jamones de Sevilla.

Compró restaurantes como el Jamaica en el lujoso barrio de Heliópolis. Montó con los hermanos Rafael y Luis Mª Ansón un vespertino en Madrid que acabó fracasando. Se hizo con inmuebles, creó infinidad de sociedades, otras las compró, incluso acabó haciéndose con el control de Pérez Giménez, los famosos laboratorios farmacéuticos cordobeses sumidos en una grave crisis que aún continúa.

[blockquote style=»1″]Pero la mayor parte del tiempo José Enrique lo dedicó a brujulear por las cocinas del PSOE sevillano, donde seguramente se topó infinidad de veces con una joven Susana Díaz que hacía sus primeros pinitos en el partido tras su etapa en las juventudes.[/blockquote]

Con el arranque judicial del escándalo de los Eres empezó a descubrirse de qué forma y manera, José Enrique Rosendo, había prosperado al tiempo que mantenía una relación algo más que política y de amistad con José Antonio Viera que en esa época figuraba como sevillano poderoso e influyente como consejero de la Junta, haciendo uso de una gran discrecionalidad en el reparto de fondos públicos para proyectos de emprendedores de toda la comunidad.Una zona de pocos habitantes que se embolsó 56,4 de los 85 millones repartidos en toda Andalucía bajo la fórmula de ayudas directas a empresas en crisis, pero concentradas en la comarca de la Sierra Norte de Sevilla, bastión electoral histórico del PSOE sevillano.

La última vez que hablé con José Enrique Rosendo fue en Barcelona hace tres años donde se fue a vivir tras su imputación por Mercedes Alaya. Transcurrió el encuentro durante un almuerzo al que me invitó para ponerme al día sobre su participación en el asunto de los Eres y la trama Sierra Norte. No faltaron datos suculentos pero no demostrables sobre responsabilidades políticas reales de personas que seguían mandando e influyendo en el PSOE-A. Decía estar tranquilo, que tenía un magnífico equipo de abogados y  que confiaba en que la Justicia dejaría las cosas claras y transparentes a su favor en cuanto el asunto dejara las manos de Alaya. “Que se sepa, ser amigo de alguien, y yo lo soy de Viera y Caballos, no es ningún delito. Las cuentas están claras y todo lo que me afecta a mí está perfectamente legal y en orden”, resumía Rosendo a propósito del escándalo en el que estaba incurso judicialmente y que, al cabo del tiempo, se lo ha llevado por delante a través de un infarto mortal.  Descanse en paz .