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Negacionistas del metaverso

El metaverso es una herramienta tecnológica, no un fin en sí mismo, que coadyuva a potenciar el conocimiento en la vida real.

Es arriesgado hablar del concepto de metaverso en estos momentos ya que se trata de una tecnología aún en evolución que, a diferencia del capitalismo de plataformas, o de vigilancia, que busca la mercantilización de datos personales, esto es, la transformación de información personal en una mercancía sujeta a la compraventa con fines de lucro, implementado en plataformas tales como la redes sociales que aparecieron con un perfil casi monopolístico, ofrece no sólo la posibilidad de una regulación dinámica ad hoc, sino también una implementación del conocimiento y las ideas mucho más democrática, tanto tecnológicamente, al estar desarrollada mediante blockchain, como por la diversidad de ideas y contenidos que desde este momento podemos ir incorporando para ser compartidos.

En la definición de metaverso que proponemos, creemos que se plasman sus principales virtudes y aportaciones: “El metaverso es una experiencia inmersiva phygital de ida y vuelta, que puede potenciar el desarrollo de las capacidades cognitivas de sus usuarios mientras comparten actividades diversas que reportarían beneficios a su vida real”.

El metaverso se desarrolla en un escenario virtual pero eso no significa que en él se agoten todas su potencial, el virtual learning se puede traspolar posteriormente, o incluso en paralelo, a la real life de su usuario. El metaverso es una herramienta tecnológica, no un fin en sí mismo, que coadyuva a potenciar el conocimiento en la vida real. Llega para sumar, no para sustituir la conciencia subjetiva o fenoménica de los humanos, como defienden algunos. Un uso inadecuado a través de un “metaverso malo” puede provocar daños, como también lo hace un alimento desaconsejado para su consumo por personas que padecen determinadas patologías.

Toda innovación tiene al menos dos caras, una positiva y otra negativa. Si en su día hubiéramos analizado la aportación de las vacunas a la humanidad sólo desde la óptica de sus posibles consecuencias negativas, las conclusiones habrían sido catastróficas para nosotros. Más recientemente hemos vivido el caso de las vacunas ARNm que han salvado a millones de vidas humanas, pero también fueron objeto de ataques furibundos por parte de grupos negacionistas.

Algunos autores están negando hoy la bondad del metaverso, pero no contemplan que gracias a la diversidad de opciones de su uso, no todas conducirían necesariamente a la transhumanización tecnológica, o sustitución del cognitivo humano por otro maquinizado, sino más bien todo lo contrario. Compartir experiencias en un contexto de inmersión equitativa en el metaverso agudizaría el potencial cognitivo de los participantes.

El metaverso representar un ecosistema de satisfacciones tal para el individuo que en un momento dado podría llegar incluso a cuestionar la configuración actual de nuestras sociedades construida desde la óptica del capitalismo fordista, que pone las capacidades cognitivas de los humanos estructuralmente al servicio de la actividad productiva y no para que cada individuo pueda optimizar las propias con el fin de alcanzar su “felicidad”.

El calendario y los hitos de la vida humana los marca la sociedad actual a mayor satisfacción de los intereses del capital. Lo que se estudia y en qué época de la vida se hace, cuándo y en qué se trabaja, los horarios y las vacaciones laborales, así como el calendario de la vida “útil” de un individuo, están configurados para que seamos eficientemente productivos, no para que vivamos mejor. Llega un momento que desde la óptica de la sociedad actual la vida pasa a ser “inútil” por ley, y a partir de él se intenta que cada uno reciba una compensación para que pueda mantener un mínimo de calidad de vida física, pero no se incentiva el potencial de sus capacidades cognitivas que sería lo realmente propio de los humanos, sino más bien todo lo contrario. Por eso, hablar de transhumanización como un peligro del metaverso cuando la propia sociedad que hemos edificado entre todos nos condiciona el desarrollo de nuestro principal activo como individuo, nuestro potencial cognitivo, para dedicarlo en gran manera a producir, yo diría, emulando a Gabriel Celaya que se trata de un lujo cultural.

El metaverso podría ofrecer también un mayor margen de libertad a la persona. Una actualización de las ideas liberales tal vez debería contemplar de manera positiva todas aquellas herramientas que fueran liberalizadoras al potenciar el uso de su mejor y singular activo, la capacidad cognitivo de cada individuo, y entre ellas el metaverso. Así pues, ser liberal y negacionista del metaverso a la vez, podría convertirse en algo así como un oxímoron ideológico.

 

Hay casos realmente disruptivos en el uso del metaverso. Uno de los más evidentes es el cambio radical que va a suponer en el modelo de educación tradicional, basado en la impartición de enseñanza por uno de los dos estamentos, formación unidireccional. Este modelo parte de un escenario histórico en el que los docentes además de conocimientos y experiencias, poseían los datos que iban a transmitir a los alumnos, pero ese es hoy un formato ineficiente de enseñanza. Si los datos están a disposición de todos, no ya  en igualdad de condiciones, sino con ventaja comparativa para los alumnos  que por razones generacionales hacen un uso m-as eficaz de la red de internet, la clave estaría en compartir conocimientos, y no en impartirlos, quedando como atribuciones exclusivas del docente la transmisión del saber sobre metodologías a aplicar y las experiencias vividas profesional y personalmente. Todo lo anterior sería factible gracias al metaverso como espacio idóneo para compartir actividades y conocimientos. En el #metaverso la enseñanza ya no se impartiría, sino que se compartiría.

En Andalucía, una universidad pública, la UPO, Universidad Pablo de Olavide, ya está poniendo en marcha experiencias inmersivas para la educación. Otro caso cercano es el de un centro de formación reglada y profesional en Benalmádena, Málaga. Y esto no ha hecho más que empezar.

En la práctica, nos estamos encontrando con al menos cinco grupos de negacionistas del #metaverso:

  • el intelectual negacionista: sus argumentos y exposición de los mismos suelen ser incuestionables, pero que no abordan el reto holísticamente, ni ofrecen alternativas, pasando a extraer conclusiones generalizadoras desde aspectos parciales de la realidad, representando un excesivo y tempranero alarmismo  que algún autor concibe como el peligro de sustitución de un modelo de conocimiento humano por otro maquínico que desplaza al ser humano a una complementariedad marginal, cuando personalmente creo que es todo lo contrario, es como adquirir conocimientos para convertirte en un mejor gestor de tu capacidad cognitiva, planteamdo la posibilidad de que sea el metaverso la herramienta que permitiría dar el paso que hasta ahora seguía siendo un reto para la singularidad: que la IA aprendiera a emular la conciencia subjetiva de los humanos, cuando eso es inviable en cualquier caso, dado que no hay dos iguales y que, además, cambian según el tiempo y el espacio, por lo que los algoritmos estarían sometidos a errores constantes.
  • el negacionista del encerado: se limita a exponer los argumentos del negacionista intelectual y, en el fondo, a defender de parte la posición tradicional  del estamento docente.
  • el negacionista interesado: aquel que se mueve exclusivamente en defensa de  unos intereses propios que podrían verse afectados negativamente por el éxito de una implementación generalizada del metaverso. Destacaría entre ellos a Elon Musk que está a punto de hacerse con Twitter, plataforma que podría ver cuestionado su futuro por el avance e implantación del metaverso, tras una inversión superior a los 40.000M de dólares. Las RRSS no han cumplido el objetivo para las que fueron creadas, democratizar la comunicación haciéndola bidireccional.
  • el negacionismo de la manada: el del ruido, el de los mamporreros digitales que defienden las posiciones de grupos con determinados intereses en contra del metaverso.
  • el negacionista del miedo a lo desconocido: un grupo que suele ser minoritario y que adopta decisiones personales movido exclusivamente por las emociones.

Para la esencia del metaverso, no es imprescindible la realidad virtual, ni la realidad aumentada, aunque está claro que ambas lo enriquecen y lo hacen más atractivo. Pero, hoy los wearables que la VR requiere no están al alcance del bolsillo de la mayoría de los usuarios del metaverso y podríamos aventurar que no lo estarán al menos hasta dentro de 5 o 10 años, lo que nos da margen para ir implementando usos que correspondieran a lo que podríamos llamar el “metaverso bueno”, el destinado a potenciar las capacidades cognitivas de sus usuarios.

En mi opinión, la generalización del empleo de las gafas llegará en el momento en el que los operadores de los servicios, junto con las grandes tecnológicas y los fabricantes de los wearables, se pongan de acuerdo para ofrecerlos gratuitamente a sus usuarios, o casi gratis, al modo y manera de lo que ocurrió con la segunda generación de teléfonos móviles.

Que el metaverso sirva para estar más cerca o para distanciarnos de la singularidad, dependerá fundamentalmente de nosotros mismos, de la regulación universal que se haga y de la educación que recibamos para saber discriminar entre el “metaverso bueno” y el “metaverso malo”. Hacer sonar las alarmas como ya están haciendo algunos es respetable, pero hacerlo sin ofrecer una información completa sobre todas las vertientes que ofrece a sus usuarios, se traduce  de hecho en poner vallas al campo de los avances tecnológicos, cuando lo sensato sería impulsarlos dotándolos de una gobernanza inteligente para que su uso repercutiera en beneficio de todos y de cada uno de nosotros para fortalecer la cualidad diferencial del ser humano: la capacidad cognitiva que genera la inteligencia humana.

 

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