The news is by your side.

(No) Cuento de Navidad

Lo que quiero es ver si se puede hacer algo para que empiecen a pagarle lo de la 'pendencia', que está atascado porque las señoritas de los servicios sociales dicen que tienen mucho retraso.

Y Rosa. Gitana de setenta y muchos, casada a los catorce y sigue, nueve partos de siete seres vivos, cuatro varones y tres hembras, veintiocho nietos, no llega a cuarenta kilos en vivo, boatiné para el invierno frío con un norte cortante este miércoles al mediodía cuando terminamos la acogida letrada en el barrio más pobre de la España que vive en una burbuja en el Congreso y el CGPJ y el Senado y la UE, mientras Rosa me para.

Nos arrimamos al soquito de la pared de al sol de las dos del mediodía. De su hombre, cuatro últimos años en prisión, y de sus hijos, uno en busca y captura y dos en prisión. ¿Y José? . ¡Ay. ¡De eso le quería hablar! . Ha estado seis meses en el hospital muerto, vegetal dicen los médicos, porque un camión no frenó en un estor y se lo llevó por delante en la furgona al salir del mercadillo donde estaba ese dia vendiendo. Y desde hace un mes me lo he traído a mi casa pues ni sus hijos, ni su mujer de la que que se apartó para juntarse con otra que ha desaparecido con el golpetazo hacen nada por él. Pero no habla, solo abre los ojos y me mira. Así que lo cuido como hace 55 años cuando nació.

Le he dicho a la del ayuntamiento que venía a lavarlo a las ocho de la mañana que no vuelva pues no son horas con el frío que hace de lavar a un enfermo que no puede moverse ni hablar y que no se sabe si conoce o no, asi que yo lo lavo con un producto nuevo que lleva jabón como una gasa que limpia y seca y que me paga la parroquia porque la seguridad social no me lo da. Lo que quiero es ver si se puede hacer algo para que empiecen a pagarle lo de la ‘pendencia’, que está atascado porque las señoritas de los servicios sociales dicen que tienen mucho retraso, usté sabe. Necesito que me acerque los papeles que tenga. ¿Y los hijos?. Los míos están dentro por penas a cumplir. Los de mi José no le echan cuenta. Pero tengo a mi niño conmigo, mire usté. Ya mismo es Nochebuena. Platón, en Filebo: “Nuestras palabras son las vías de la esperanza”.