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Operaciones en Ucrania. Nuevos desarrollos

Los ucranianos eligieron inteligentemente combatir abrigados por el hormigón urbano y no en el campo de batalla abierto. 

 

Hasta ahora, las cuatro formas clásicas de la acción terrestre: fuego, movimiento, choque y trabajo han tenido distinta suerte en el teatro ucraniano. En el Norte, ha prevalecido el fuego en el atacante, que prácticamente tuvo que renunciar a la maniobra y, con ello, a desplegar toda su potencialidad. Las fuerzas ucranianas, replegadas y parapetadas tras el hormigón urbano, han actuado principalmente por el fuego y el trabajo. En el centro y el sur la maniobra ―combinación de fuego y movimiento―, y el choque han sido más evidentes.   

 

Hace dos días, el ministerio de defensa ruso anunció que los objetivos de la primera fase de la “operación especial” en Ucrania habían sido alcanzados y que, por ello, se procedía  a una  recomposición de su estrategia, para concentrarse sobre el “control” del Donbás. Con independencia de que eso podría significar un velado reconocimiento del fracaso  del inicial Plan de Campaña ruso, que tenía por objetivo estratégico apoderarse de Kiev, es difícil entender qué significa ese “control” de la zona de las dos autoproclamadas repúblicas populares (Donetsk y Lugansk) reconocidas por Moscú. Habría de entenderse que se necesitaría más espacio hacia el oeste de ellas  para asegurar sus accesos y la provisión de agua procedente del Dniéper. 

 

Complementariamente, es de suponer que, en esa pretendida nueva estrategia, la línea Jarkov―Dnipropetrovk―Zaporiyia―Jersón, tendría especial relevancia. Y  puesto que desde el mar Negro hasta cerca de Zaporiyia esa línea ya está alcanzada, debería completarse con un esfuerzo de gran envergadura para apoderarse del codo del Dniéper, y posterior progresión hacia Jarkov.  Avance combinado con otro que, desde esta última ciudad, iría hacia el sur para enlazar ambos físicamente. Restaría, entonces, “limpiar” la zona embolsada. De esa forma, el este ucraniano quedaría aislado del resto del país y las fuerzas rusas podrían asegurar no solo el Donbás, sino también el mar de Azov, Crimea  y el crítico acceso a esta península sobre el Estrecho de Kerch. Naturalmente, eso significa que  el sitio de Mariupol debería ser rápidamente  resuelto. Todo ello es compatible con seguir bombardeando y hostigando a las fuerzas ucranianas en las ciudades y, especialmente, en su retaguardia. 

 

En el enorme embrollo de análisis que se producen por todas partes, conviene aclarar que el comparativo de potencias militares entre Rusia y Ucrania puede ser engañoso. Porque siendo el poder militar de Ucrania extremadamente inferior al de Rusia, eso no quiere decir que, en el teatro de operaciones, eso sea así. Porque Ucrania vuelca en él todos los recursos  nacionales, más los que permanentemente está recibiendo del exterior. Pero, por parte rusa (dejando aparte lo nuclear) su enorme poder debe repartirlo por todos los espacios y cometidos permanentes, tanto en su inmenso país, como en el resto del mundo. Por ello, uno podría concluir que, en cuanto a fuerzas convencionales en presencia  sobre el teatro ucraniano, las de ambos bandos combatientes deben tener un volumen similar. O, incluso, serían favorables al ucraniano. Cosa distinta es el número de bocas de fuego y la calidad de los armamentos, que se decantan indudablemente por el lado ruso. Por eso, los ucranianos eligieron inteligentemente, donde pudieron, combatir abrigados por el hormigón urbano y no en el campo de batalla abierto.