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#RigorEnPrensa sí, y también más #RigorEnPodemos

Pepe Fdez
Pepe Fernández

Que Pablo Iglesias le diera un plantón de más de media hora a los periodistas que el viernes abarrotaban la sala de prensa del Congreso, tras haberles dejado con tres palmos de narices la tarde anterior y sin un miserable canutazo que llevarse a la redacción, es solo un síntoma de la falta de sensibilidad que desde Podemos se tiene para con el periodismo, colectivo profesional depositario del derecho constitucional de los ciudadanos a una información libre y veraz.

En esta parcela tanto el PP como el PSOE acumulan abundante literatura –crónica negra, más exactamente– en sus respectivas mochilas, cargadas durante los años del bipartidismo, manejando empresas y medios a su antojo.

Podemos, gracias a la utilización inteligente y habilidosa de los medios de comunicación –especialmente desde una de las televisiones del Grupo Planeta–, han logrado situarse como tercera fuerza política en España; y una vez alcanzado el despacho con banderas y moqueta, están equivocando su estrategia para con la labor del periodismo, algo que recuerda prácticas de la vieja política española.

A veces se obtiene la sensación de que los dirigentes de Podemos lo que les gusta en realidad es ser el muerto en el entierro, la novia en la boda y el niño en el bautizo. Ellos, ellos y solo ellos como el ombligo del mundo. Y si le criticas eres un fascista o estás a sueldo del oscuro poder del dinero.

En este país hace décadas desapareció la llamada prensa de partido como tal. Aquello fracasó  y dio paso a la prensa del poder. Y así hasta nuestros días.

Tanta Tuerka

Tanta Tuerka y tanta utilización, sí utilización o adoctrinamiento ideológico, desde sus plataformas durante los años de gestación del movimiento, han logrado que algunos dirigentes de Podemos confundan el tocino con la velocidad y el periodismo con el Granma.

Podemos tiene razón cuando denuncia que está siendo objeto posiblemente de la campaña más sucia que haya sufrido un partido político en cuatro décadas de democracia en España. Algo que a ellos no les debería sorprender dado su ADN revolucionario en un país que no lo es. Los documentos que, (ahora, oportunamente, todo hay que decirlo) han visto la luz sobre su presunta financiación venezolana, publicados obviamente por medios que no usan careta sobre a quién sirve su línea editorial, es una muestra de esa guerra sin cuartel que se libra en este país desde el poder para que el radicalismo revolucionario no toque El Poder, este con mayúscula. En este país hace décadas desapareció la llamada prensa de partido como tal. Aquello fracasó y dio paso a la prensa del poder. Y así hasta nuestros días.

Por eso equivoca el tiro Podemos al generalizar en su crítica la labor de los periodistas, no matizando y concretando sus diatribas. Aún está por ver cómo desde las filas del partido morado se citan con nombres y apellidos a los verdaderos responsables que permiten desde las empresas de comunicación y la política, normalmente a cambio de dinero publicitario público y concesiones de todo tipo, que los medios, donde trabajan periodistas, se hayan convertido en algo bien distinto a lo que debiera ser un servicio público informativo en una democracia no contaminada por esta modalidad de corrupción. Especialmente en lo tocante a los hechos probados, lo que es noticia, información pura y dura, no las opiniones que deben ser libres y siempre bienvenidas aunque no se compartan.

En todo caso Podemos se equivoca también en su respuesta a los #VenezuelaPapers y amparándose formalmente en tres archivos judiciales previos sobre su financiación, invitan a que sean otros los que vayan a los tribunales de Justicia una vez más. ¿Por qué no acuden ellos como perjudicados al Juzgado de Guardia, acusados de la comisión de graves delitos, para que se entre en el fondo de la cuestión y proceda la Justicia a determinar dónde está la verdad? ¿Por qué no confían en los Tribunales? No, prefieren deslegitimar el periodismo, y lo hacen solo cuando a ellos les perjudica una filtración, mientras que dan palmas con las orejas a cuenta de los #PanamáPapers por citar un ejemplo de estos días.

Que hay periodistas ejerciendo de comisarios, de acuerdo, pero son una inmensa minoría en la profesión y de todos conocidos. Por cierto, echen un vistazo a los medios de titularidad pública. Ahí sí que hay tarea en ese capítulo.

Reeducando desde Cádiz

Centrados en Andalucía, Podemos ha elegido la Cuna de la Libertad, Cádiz, como teatro de operaciones para echarle un pulso a algo tan difuso y general como “la prensa”, donde todo el mundo vé a los periodistas. Con el hashtag #RigorEnPrensa, como si en Cádiz no hubiesen problemas más graves e importantes que resolver que el tamaño y contenido del titular de una portada de periódico, tanto Teresa Rodríguez como Kichi, el alcalde, han dado luz verde a una ofensiva para reeducar a la prensa; inicialmente contra el Grupo Joly y, posteriormente, ampliada al resto de cabeceras gaditanas.  A las que, por cierto, conoce muy bien otro político de la situación, el vicepresidente Jiménez Barrios, gran Kitchi Manitú  para muchas empresas de medios que sobreviven al servicio de los intereses políticos del  susanismo, del que depende en la Consejería de Presidencia la política de comunicación que se ejecuta en Andalucía por el gobierno de la Junta. Una política, todo sea dicho de paso, concentrada en un altísimo porcentaje en repartir dinero. Más de mil millones de euros ha gastado la Junta en Comunicación en los últimos seis años.

El propio lema de la campaña de Podemos en las redes sociales –#RigorEnPrensa– lleva implícita una crítica a los periodistas al dejar en evidencia su trabajo como poco riguroso. No han sido capaces de analizar, los muchos politólogos y comunicadores de los que presume Podemos, el fondo de la cuestión del problema. Si se pararan a pensar solo un momento descubrirán que los periodistas no son los responsables directos, son víctimas indirectas de la situación general en los medios españoles, con contadas excepciones.

Que hay periodistas ejerciendo de comisarios políticos, de acuerdo, pero son una inmensa minoría en la profesión, bien remunerados,  y de todos conocidos. Por cierto, Podemos debería echar un vistazo a los medios de titularidad pública en Andalucía y no solo Canal Sur, que también. Ahí sí que hay tarea en este capítulo. Y hasta ahora ni mú.

En Málaga, la gente de Podemos, ha rizado el rizo en la parcela de comunicación y ha logrado nombrar a la nueva responsable de la Tv municipal, Onda Azul (lo del color no fue casualidad en su día), con los votos de apoyo del PP. Un nombramiento, desde el punto de vista profesional, escasamente meditado dada la nula experiencia en la gestión de medios de la persona elegida que deberá administrar dos millones de euros. Ni Podemos ni el PP en el ayuntamiento de Málaga tuvieron en cuenta otras candidaturas más sólidas e incuestionables desde el punto de vista profesional, ya sea como periodistas o gerentes.

En Podemos deberían saber, por tanto, que los periodistas que cotidianamente  acuden a levantar acta de la actividad de los políticos no suelen decidir la línea editorial del medio en el que trabajan ( y en muchos casos les explota). No, ni mucho menos. Son los propietarios los verdaderos responsables de los medios y de cuanto en ellos se publica.

La Consejería de la Presidencia andaluza ha gastado mil millones en comunicación en los últimos cinco años, de ellos 574 bajo mandato de Susana Díaz.

Empresarios de prensa y algo más

Ignoran quienes critican el periodismo que se ejerce hoy que hay dueños de periódicos que personalmente diseñan hasta las portadas, decidiendo fotos y titulares a su criterio; empresarios que invierten en medios para influir y sacar tajada del político con mejor presupuesto y, también, empresarios cortitos de escrúpulos que usan el supuesto poder de un medio, por pequeño que sea, para el típico “o me das o te doy”. O esos otros que de hoy para mañana cambian su línea editorial, le arreglan un problema al gobierno asumiendo una TV apadrinada desde el poder, mal gestionada como tele de partido y finalmente en quiebra. emisora que, lógicamente, se pone al servicio de los intereses políticos del gobierno y el partido que manda. El Gran Kitchi Manitú proveerá.

En este punto no conviene olvidar un dato muy relevante en relación con el escenario mediático andaluz, su financiación y su supervivencia. La Sra Díaz Pacheco es la principal clienta del sector de la Comunicación en Andalucía. Según datos publicados en febrero de 2015 por el digital Vozpopuli, la presidenta de la Junta “controla una armada mediática tras gastar 600 millones en comunicación”. Y Añadía: “La Consejería de la Presidencia andaluza ha gastado mil millones en comunicación en los últimos cinco años, de ellos 574 bajo mandato de Susana Díaz. Esta cifra, sumada a los 165 millones de publicidad institucional de otras consejerías como Turismo, al menos 40 durante su gobierno, le brindan un férreo y amplio apoyo mediático”.

Pues con este panorama en el sector, los dirigentes de Podemos, los que dicen que llegan para regenerar, deciden pedirle más rigor a los periodistas en vez de hurgar, vía parlamentaria, en las causa reales que motivan una degradación tan escandalosa del sector de la comunicación en Andalucía, donde la crisis ha puesto en manos del poder político, a precio de saldo y pagado con dinero público, sus más importantes medios de comunicación.

Ponerse a gritar desde la redes como han hecho los de Podemos en Cádiz  contra la labor de los periodistas gaditanos en general, pidiendo más rigor, sólo persigue buscar justificaciones para sí mismos. Mientras más bronca en el escenario, más concentrada está la audiencia del teatro en los dimes y diretes de esta especie de Sálvame de Lux.

Sin en vez de intentar enseñar a hacer el trabajo a los demás, los dirigentes de Podemos en Cádiz hicieran el suyo, que es arreglar los problemas con rigor y sentido común, serán los ciudadanos y no los periodistas y sus medios los que les pongan el titular que se merecen el día que vuelvan a las urnas. Algo que gracias a Pablo Iglesias haremos antes de las vacaciones de julio.