Sevilla y la Cultura
¿cuál es el papel que juegan o pueden jugar el arte y la cultura en la inserción de grupos o sectores marginados?
¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.
Constantino Cavafis
Por la época en que me concedieron en Aguascalientes, México, el Premio Internacional de Poesía Desiderio Macías Silva, la directora de un psiquiátrico hidrocálido me confesó que sus pacientes mejoraban cuando se les leía poemas míos. ¿Puede el arte mejorar la calidad de vida de un enfermo? ¿Facilita el teatro la reinserción de las personas reclusas? ¿Y el baile, la integración social? La respuesta es ‘sí’. La cultura puede suponer una revolución: empieza a percibirse no solo como fuente de belleza y riqueza (representa más del tres por ciento del PIB), sino también como un motor de cambio capaz de mejorar la salud, la inclusividad, la educación y la empleabilidad.
La idea del arte cumpliendo un rol social no es un concepto nuevo. El arte y la cultura siempre han sido asociados con movimientos políticos y sociales. Los murales mexicanos de Diego Rivera y las canciones de Bob Dylan son solo dos ejemplos conocidos de la vinculación entre el arte y las condiciones sociales. En este sentido hay que considerar que el “arte tradicional” expuesto en espacios consuetudinarios (el Louvre, el Prado, la Catedral de San Paulo, el Teatro Colon, etc.) es el arte que ha sido apropiado por los sectores dominantes. Esta apropiación produjo un arte que sirve para la contemplación y no implica una intervención en la realidad social de la ciudadanía. De este primer problema salió otro: la naturalización de la separación entre lo artístico y lo popular. Se legitimó la producción y consumo del arte por sólo la clase alta. Ante ello se decantan espacios nuevos— que usualmente son espacios públicos, gratis y accesibles a una gran cantidad de personas—, un arte que está vinculado estrechamente con las comunidades que lo producen. Además este arte tiene un rol importante: puede ser visto como una herramienta de integración de poblaciones excluidas. De esta discusión sale una pregunta: ¿cuál es el papel que juegan o pueden jugar el arte y la cultura en la inserción de grupos o sectores marginados?
Bajo el mandato municipal de Alfredo Sánchez Monteseirín, la cultura hispalense con un sesgo de universalidad se echó a la calle y transitó por chaflanes y aceras para conquistar el alma de los sevillanos. Un gran lírico como Juan Carlos Marset creó la Casa de los Poetas y el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla, para remover la vida cultural de la ciudad y hacer copartícipe a la ciudadanía de la rica pulpa de actividades literarias, plásticas y escenográficas que generó el municipio para disfrute del vecindario. El dramaturgo Antonio Álamo configuró unas programaciones en el teatro Lope de Vega de gran calidad, poniendo a Sevilla a un digno nivel en el ámbito de la escena.