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Susana Díaz, resistir es vencer

En el caso de lideresa del Tardón los muertos que ella mató en su inefable asalto a Ferraz gozan de buena salud. 

 

“Resistir es vencer”  era la consigna del general Narváez, conocido en los  mentideros políticos del siglo XIX  como el espadón de Loja. El militar andaluz lo sabía bien, como le insinúo al cura que le estaba confesando en su lecho de muerte y que para que el espadón dejara limpia su conciencia le preguntó si perdonaba a sus enemigos a lo que Narváez le respondió: “No puedo, padre, los he fusilado a todos.”  Susana Díaz Pacheco también está convencida de que la resistencia es un camino hacia el triunfo –quizá como vaticinó Churchill que Gran Bretaña ganaría la II Guerra Mundial: de derrota en derrota hasta la victoria final- aunque en el caso de lideresa del Tardón los muertos que ella mató en su inefable asalto a Ferraz gozan de buena salud.

Se dice que la ex presidenta está cada vez más segura de su continuidad al frente del PSOE andaluz, que cada día que pasa sin anatema expreso de Ferraz es una notable victoria para Díaz que ve como el tiempo va jugando a su favor y que le queda el suficiente aliento clientelar como para que su opciones a una complicada continuidad no se haya diluido totalmente. El sanchismo de primera hora, aquel que lo era antes de que Susana Díaz perdiera las primarias, encabezado por Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, no ha acometido, al menos con resultados visibles y evaluables, algo que políticamente era, y es, imprescindible en la nueva andadura del PSOE en el gobierno de la nación, como el postsusanismo, después del lamentable cout de force en Ferraz para oponerse a la candidatura de Sánchez y a la mayoría parlamentaria que hoy sostiene al ejecutivo socialista y permitir, en su momento, la continuidad de la derecha en el gobierno. Ese tempo larghissimo tomado por la oficialidad sanchista en Andalucía para la renovación, que ha de ser una renovación de carácter político, no exclusivamente nominal, y de la forma de hacer esa nueva política,  es una oxigenación para las expectativas de Díaz que sabe, como el poeta italiano Montale y saben los historiadores y algunos filósofos que todo lo que ocurre tiene siempre razón y lo que no ocurre, siempre tiene la culpa.

Estos trances orgánicos siempre poseen un sesgo de romanticismo de índole política ya que las bases suelen sentirse protagonistas, o al menos lo intentan con gran intensidad, de un momento particularmente histórico en el contexto del socialismo. Y de una forma más ardiente, en el sentido más noble de la palabra, si se trata de salir  de un período, como el susanismo rampante, trufado de mediocridad, autoritarismo, soberbia y un peronismo chusquero en el que Díaz, amiga de los jefazos del Ibex 35, discípula de los enriquecidos jarrones chinos de Suresnes y el pacto de la transición, colaboradora necesaria de la continuidad de Rajoy en la Moncloa, no acabó de cuajar en el imaginario colectivo de la militancia como una nueva Evita lideresa de los descamisados. Al contrario la frivolidad política de Díaz, la falta de contenido de su acción de gobierno hizo que el Partido Socialista perdiera el territorio más en comunión ideológicamente con el PSOE, hasta el punto que el actual presidente andaluz, el conservador Juan Manuel Moreno ha llegado a declarar que el sesgo andaluz de centro izquierda le impregna. Ese deseo de la militancia de influir de una manera activa en la orientación política del socialismo meridional, ha inundado de redes sociales y se han reactivado las plataformas donde se agrupan los militantes para confirmar grupos de opinión que mediante el debate acaben volcándose en apoyo de un candidato o candidata, hasta ahora ignotos.

Existe en las bases una renovación del entusiasmo ya experimentado en las primarias en las que ganó Sánchez, en el fondo, se piensa, se trata de derrotar a Susana Díaz otra vez. Sin embargo, en política, los procesos no son actos ni circunstancias fijadas en un étalage definido y definitorio. En las anteriores primarias el objetivo no era solamente derrotar a Díaz, sino que las ganara Sánchez y eso hacía que todas las plataformas se vincularan, con independencia de su origen, a dos objetivos convertidos en uno. En esta ocasión se trata también de derrotar a Susana Díaz pero al no existir alternativa conocida y que resulte aceptada por las múltiples plataformas y foros constituidos, los debates políticos, las proclamas, manifiestos e incluso la redacción de programas electorales es agregar al proceso complejidad que puede crear recelo en los mismo sectores de las bases movilizadas.

A ello hay que añadir las presuntas candidaturas que explícita o implícitamente son aireadas unas sotto voce y otras de forma abierta lo que puede ser otro elemento de división entre plataformas y militancia, teniendo en cuenta que son candidaturas del no acontecimiento, políticos con mucho tiempo a sus espalda pisando moqueta institucional y poco flexibles a los esguinces del cambio. Todo estaba claro en las primarias que ganó Sánchez y confuso ahora. Y cada día, según cuentan, Díaz está más segura porque ella ha sobrevivido siempre con la división y la incertidumbre.

Andalucía necesita más que nunca un socialismo con un proyecto político, económico y social solvente desde una perspectiva progresista y unos liderazgos democráticos. El líder democrático sabe –o debe saber- que al ejercer el poder lo está negociando. Para una mente autoritaria, sin embargo, el líder es un paradigma y la historia una sucesión de hechos incontrovertibles porque no se permite una argumentación alternativa. Para el líder democrático, la historia es una transacción y cada una de sus secuencias constituye un proceso abierto. Volver a los valores y la ideología, que es sabido que no tienen sustitutivos honorables, recuperar el sesgo de emoción en el imaginario colectivo, derogar la distopía  de una derecha demasiado cercana a la tradición de los señores de horca y cuchillo son los retos que debe trazarse un socialismo liberado de un período de cabildeo, deslealtades, política menuda, mediocridad y nominalismo cerril y trasnochado.